Cómo nació CEDNE
¡Buenos días! Hoy me he despertado con esa sensación extraña
de, ¿qué narices voy a escribir en el
blog? Es verdad que lo hago cada
mañana, pero a veces me faltan temas interesantes. Y entonces he pensado… ¡Podría
hablaros un poquito de la última novela que he escrito y de cómo el viaje de
este año a Filipinas ha influido en su creación!
A veces las ideas vienen de repente, otras se forman
despacio, pasando los días y dándole flashes a mi mente y otras aparecen por
una situación determinada.
Nunca me ha faltado esa parte de la creatividad, no me da
miedo el folio en blanco ni me agobia pensar en qué voy a escribir porque
normalmente he de bloquear la lluvia de ideas que me asaltan para no ahondar
demasiado en ellas.
En mi primer día en Filipinas tuve uno de esas revelaciones
que termina por germinar en una historia. Estaba en un ferry destino a Bantayan
desde Cebú, ciudad donde llegamos el día anterior tras dos vuelos internacionales
y uno nacional.
El calor sofocante del trópico me llenaba el cuerpo con un
sudor húmedo y pegajoso. Estábamos cansados por lo poco que habíamos dormido y
teníamos unas ganas locas de llegar a nuestro destino porque llevábamos más de
treinta horas desde nuestra salida de Barcelona.
El ferry era un barco antiguo y destrozado de hierro azul descolorido.
Había una plataforma larguísima donde se agolpaban los coches y camiones
repletos de mercancías para llevar a la isla. Al final, tras caminar bajo un
sol de justicia, llegamos a una cabina de dos pisos. En la de abajo estaban los
lugareños, en la de arriba estábamos los demás.
Me senté en un banco al lado de la barandilla con vistas al
mar. El barco no avanzaba demasiado rápido y apenas había una brisa suave que
me refrescaba. Teníamos más de treinta minutos de trayecto y decidí ponerme a
leer con el Kindle. En los veintiún días de viaje me leí doce libros…
Mientras descubría las aventuras de la novela me fijé en el
chico que tenía delante. Rubio, ojos azules, vestido con una camiseta de una
organización humanitaria, joven… Dejé el Kindle a un lado para escucharlo
cuando empezó a hablar con una pareja de holandeses que se sentaron a su lado
con sus mochilas.
Se llamaba Daniel… Trabajaba en tareas humanitarias en la
isla de Bantayan… Era australiano… Y estaba entusiasmado con Filipinas.
Mi mente conectó enseguida esas palabras en inglés,
descubrió la posibilidad de usar el viaje por tierras ajenas como base para una
historia y supo que Daniel sería uno de sus protagonistas. Daniel Tate. El
apellido me vino a la mente y decidí explorarlo.
A partir de ese instante me descubrí dándole vueltas a la
historia en cada destino, imaginando a Dan y a Geni en mi lugar, delineando
otra línea temporal cuando los españoles eran dueños del archipiélago y
anotándome la necesidad de investigar ese tema.
Así nació Cuando el
destino nos encuentre y ahora es una novela terminada a falta de lecturas
correctivas. Dos historias, dos amores, dos líneas temporales y cuatro protagonistas
muy fuertes…
¡Feliz día! J
Hola Pat....
ResponderEliminarBuenos dias de 4 de enero 2018.
Sòlo puedo felicitarte por la hermosura
profunda que tiene tu relato.
Feliz dia e inicio de año...