Un apertivo de RANP

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! El calor parece decidido a quedarse con nosotros y estoy contenta. Me gustan los días soleados, con el cielo azul. Tienen una luz especial, huelen distinto y el sonido es plácido, como si la luz pudiera disparar la calma a través de ondas sónicas.
Estoy indignada con un suceso increíble. Mi hijo es un conductor prudente, desde que le regalamos la moto para su cumpleaños le he seguido algunas veces y me ha mostrado que no se arriesga ni comete imprudencias.
El lunes tuvo un incidente. Mientras circulaba por la calle un coche blanco se le tiró encima, le arrolló y le destrozó el caballete y el carenado. Por suerte Àlex consiguió aguantar en la moto, sin caerse.


Lo indignante del caso es que el conductor del coche blanco siguió conduciendo, sin pararse a ver si mi hijo estaba bien o dar sus datos para un parte con el seguro. Se fue sin más.
Imagino cómo tendrá la carrocería. El caballete está completamente doblado, se debe cambiar entero y el carenado de la moto está lleno de pintura blanca, lo que significa que la rayada del vehículo ha de ser épica.
Ayer llevamos la moto al mecánico y nos dio la mala noticia de que teníamos que pagar una cifra importante para solucionar el choque. Y a mí me parece indignante que la gente sea así, que si arrollas a un chico puedas largarte sin medir las consecuencias para él.


Quedan seis días para la irrupción de Rumbo a ninguna parte en las librerías virtuales y siento el tic, tac del reloj llenarme de sonrisas emocionadas. Hay momentos en los que repaso algunas escenas, con los nervios a flor de piel y la sensación de que la historia de Bruno y Aurora merece ser contada.
Me encantan sus conversaciones del principio, ese tira y afloja entre el chulo y la indignada. Son juegos dialécticos llenos de deseo escondido. ¿Queréis leer uno? Os voy a poner un aperitivo para que los conozcáis un poco.



«—Buenos días chicas —nos saluda—. ¿Preparadas para este coñazo?
Se sienta a mi lado y la taquicardia escala posiciones cuando me lanza un beso.
—Aurorita, estás para comerte —ironiza con una carcajada—. ¿Nos vamos a mi habitación?
—¡Vete a la mierda! —le espeto con malas pulgas, encarándome a su mirada—. Tío, estás mal de la cabeza si crees que me voy a bajar las bragas contigo. ¡Me pareces un chulo cabrón sin cabeza!
—¡Uuuuu! —exclama él con una carcajada—. ¿Un chulo cabrón sin cabeza? —Se ríe—. Tranqui, nena. Soy inofensivo.
Cruzo los brazos bajo los pechos y giro la cabeza en un gesto brusco.
—Los tíos como tú no se merecen ni los buenos días —digo con rabia, controlando como puedo los tembleques de mis piernas—. ¿Te has parado a pensar que quizás no le interesas a todas? ¿O estás acostumbrado a que caigan rendidas a tus pies con esas bromas baratas? —Le miro directamente a los ojos—. Ese juego no va conmigo, a mí me gustan los tíos maduros, con las ideas bien puestas y no los niñatos que van por la vida como si fueran los putos amos del mundo. ¡Así que déjame en paz de una jodida vez!
No entiendo por qué se empeña en empezar uno de estos numeritos cada vez que nos vemos, parece que me los dedique exclusivamente a mí. Le he pescado varias veces mirándome en secreto, como si él también sintiera una conexión conmigo.
Aprieto los puños con fuerza, clavándome las uñas en las palmas para controlarme pero, a pesar de las órdenes que lanzo a mi mente con firmeza, el corazón sigue empeñado en latir al doble de velocidad y en el estómago siento unas cosquillas inquietantes».


¡Feliz día! J

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