Raffting en el río Mae Tang

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hay días en los que me quedaría dentro de la cama hasta las tantas, escribiendo, descansando, leyendo… Hoy no me apetece ir a trabajar, pero el deber me llama. Ojalá las cosas se asentaran de una manera positiva, los astros deben alinearse para darles alegrías y felicidad a los míos y a las personas anónimas que caminan por la senda de la vida.
Jejejejeje, me he despertado filosófica… Es parte de la esencia del día: gris, triste, impasible… hay muchas nubes que amenazan con desinflarse sobre las calles, sin embargo hace una temperatura agradable. Creo que ha llegado la hora de pasar a la acción.

Hoy sale publicada una entrada en el blog Mi sala de Lectura en la que se habla de mí como autora novel. Estas presentaciones me hacen muchísima ilusión, ¡os invito a darle una ojeada!
Ayer nos quedamos en el baño bajo la cascada…
Regresamos al hotel muy tarde. Estábamos cansados y seguía lloviendo a mares. Decidimos pasar un rato en la habitación, dándonos una ducha y descansando. La ropa nos había quedado completamente llena de barro, así que la pusimos en un saco para llevarla al día siguiente a lavar.
Salimos una hora después a cenar, estábamos hambrientos y queríamos tomar algo cuanto antes. Acabamos en el Dada Kafe, donde teníamos wifi para comunicarnos con nuestra familia.
Al día siguiente nos despertamos pronto, llevamos la ropa a la lavandería y nos encontramos con Kid para ir a al río Mae Tang a hacer rafting. El viaje duró una hora en el Toyota, atravesando maravillosos paisajes salpicados con arrozales en diversos puntos de su evolución.
Al llegar a la zona donde nos preparamos para la bajada por los rápidos nos pidieron que nos sacáramos los zapatos. Yo opté por ponerme el chubasquero bajo el chaleco salvavidas, pensaba que así no me mojaría… Escuchamos las explicaciones del instructor y subimos a bordo.
Las primeras bajadas fueron geniales, pero en el rápido más fuerte la barca se dobló, mi boca picó contra el casco de mi hijo Àlex y salí disparada hacia el agua. Por unos momentos me invadió el pánico, me mantuve cogida a la barca, sin saber muy bien cómo actuar. Por suerte el instructor me cogió por el chaleco y me subió a bordo.
Me sangraba muchísimo el labio inferior, se me hinchó, y el diente me dolía un montón. Pero había un par de rápidos más, así que no me quedó otra que colocarme sobre la goma y sortearlo sin demasiadas ganas.
Al fin llegamos al final del recorrido, chorreando, con mal cuerpo y ganas de no volver a subirme a una barca naranja nunca más…
¡Feliz día! J



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Los Karen y baño en la cascada

7:07 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos días! Hoy parece que el sol nos iluminará durante la jornada. Después de la tromba de agua que cayó sobre mí ayer me apetece tener un día despejado. ¡Me cambié tres veces de ropa! Una de ellas fue al salir del cine, caminando hacia el coche… Había unos charcos en los que chapoteé calándome hasta más allá de mis tobillos.Se termina un fin de semana de despropósitos, con una apoteósica despedida de Alberto como profesor de baile los domingos y un sube y baja a las montañas que nos dejó un poco de mal sabor de boca.
Ecos del Pasado regresó al Top100 durante una parte del sábado y otra del domingo, fue maravilloso descubrirlo ahí, entre los más vendidos de Amazon.es. Y todo es gracias a vosotros.
Hay que mirar hacia delante con optimismo, aparcar las situaciones que no te aportan nada positivo y tirar del carro con sonrisas intensas que muestran tu bienestar interior. Por suerte ahora que las cosas vuelven a un punto inaceptable del pasado me siento fuerte y sin la sensación de espera de antes.
Regresemos a la montaña de Doi Inthanon…
Bajamos por los arrozales hasta un poblado de la tribu Karen. Las casas eran de madera, elevadas con varios troncos para evitar las riadas y que los animales selváticos entren a vivir con ellos. Son construcciones bien acabadas, con una confortabilidad mejor de la que esperaba.
Vimos cómo vivían, los cerdos que criaban, sus lugares para tender la ropa, la facilidad con la que conviven en esos maravillosos parajes. Acabamos la visita en una choza donde los Karen terminan su jornada laboral, sentados alrededor de unas grandes teteras que contienen el mejor de sus bienes: café cultivado en las montañas.
Los Karen viven del comercio del café, lo venden a grandes compañías. Para ellos la reunión informal del final del día en ese lugar, tomando café y conversando, es su mejor momento. Nosotros nos sentamos a la gran mesa de madera donde nos sirvieron una taza a cada uno. Yo me la miré con repartos, no sabía si podría tomármela sin leche. ¡Estaba impresionante! Le puse solo un poquito de azúcar y la probé, fue el mejor café de mi vida.
El conductor de la ban nos esperaba en un párking unos metros más abajo. Nos llevó de vuelta a la primera catarata que habíamos visto ese día para que tomáramos un baño en su falda. El lugar era idílico y, por suerte, estaba vacío de turistas o bañistas.
Mis hijos y mi marido se sumergieron en las aguas cálidas de la falda de la montaña, chapotearon, jugaron a salpicarse y luego regresaron a la furgoneta dispuestos a una hora de camino hasta Chiang Mai.
¡Feliz día! J



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Doi Inthanon II

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Por fin llegamos al viernes… Esta semana es rara, cuando hay una fiesta en medio pierdo un poco la estabilidad y me descoloco. Suerte que esta tarde terminaré pronto y me iré al gimnasio a una clase de TBC para poner e cuerpo a tono.

Mi mente está un poco perdida, últimamente no se porta bien y decide ir por libre en muchísimos aspectos. Espero y deseo que este fin de semana se normalice y me deje dormir.
La verdad es que estoy en una época muy convulsa, tanto a nivel de mi profesión renumerada como en la de escritora. Hay demasiados aspectos negativos en ambos mundos que debo resolver antes de regresar a la rutina plácida que ofrece el trabajo bien hecho.

Ecos del Pasado ya está en papel. De momento alguien lo ha comprado y es una gran satisfacción saberlo. El precio es muy asequible, así que si queréis hacer un regalo, ya lo sabéis…
Nos quedamos en el inicio de la caminata por las montañas de  Doi Inthanon, acompañados por el guía de la tribu de los Karen. Fue un descenso magnífico, pasamos por arrozales, por plantaciones de café, por puentes de cañas de bambú… Nos fotografiamos en una cascada en medio de la selva, descubrimos secretos de la naturaleza…
A medida que avanzábamos el guía nativo nos enseñaba plantas con características especiales. Una de ellas era con la que se fabrica el Diente de León, una hierba medicinal que se usa para muchos trastornos, sobre todo musculares. Cuando nos dio un trozo del tronco para que lo oliéramos nos quedamos estupefactos. ¡Era Reflex!
También nos daba frutos para comer. En general eran muy ácidos, por lo que no acabaron de convencerme, sin embargo mi hija disfrutó muchísimo saboreándolos. Nos paramos en una cabañita de madera en medio de la nada, donde guardaban una fruta.
Llovía, suerte que llevábamos nuestros chubasqueros. El camino se llenaba de dificultades que sorteábamos gracias a la peripecia de nuestros dos guías. El local nos informaba de las propiedades de las plantas y de los animales, Kid lo traducía para que fuera entendible.

¡Feliz día! J




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Doi Inthanon, parte I

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Uffff, ¡qué difícil es levantarse después de un día de fiesta! Un poco más y se me pegan las sábanas… Ayer fue un día estresado, me desperté con la visión de algo inaudito, ¡un vendedor autorizado por Amazon vende mi libro en papel a 25,99! ¡Y mi precio máximo era de 9,9 antes de impuestos!
Me indigné, intenté solucionarlo, llamé a Amazon, envié emails, pero lo máximo que he conseguido es llenar un formulario donde dicen que no se hacen responsables de solucionar las infracciones de mis derechos… Grrrrrrrr. Yo cobro lo mismo si el libro se vende a 9,9 que si se vende a 25,99, no entiendo que no hagan nada. Si esto sigue así lo sacaré de la venta en papel…
Podéis comprarlo a 9,75 en papel en este enlace: Ecos del Pasado.
En otro orden de cosas os diré que la cantidad de mensajes de ayuda que recibí en Facebook por parte de los compañeros indie fue altísima. Esos detalles hacen que valore muchísimo su cercanía.
Venga, vámonos de trekking…
Llegamos a la primera catarata tras una hora de coche. Era un lugar impresionante, tranquilo, con el olor y el sonido plácido de la naturaleza salvaje en plena ebullición. No había gente, así que caminamos solos por la subida hasta la falda de la catarata, nos hicimos las fotos reglamentarias y disfrutamos del lugar.
De bajada Kid nos enseñó una pequeña ensenada donde podíamos bañaros a última hora del día. Era un lugar muy agradable, cálido y preparado para un remojón.
Nos subimos a la ban y empezamos la ascensión hacia el monte por una empinada carretera de curvas. Kid nos explicó varias cosas interesantes acerca del parque nacional de Doi Inthanon, como que en invierno es el lugar más frío de Tailandia y que para fin de año muchos tailandeses peregrinan a su cima para acampar.
Otra de las cataratas nos aguardaba en el parking. Era increíble, con un salto de agua que salpicaba hacia los turistas que la desafiaban adentrándose hasta el mirador. Entre esa agua y la de la lluvia las fotos se tenían que hacer rápidamente, secando el objetivo para luego disparar.
Comimos en el restaurante que hay bajo la cascada, junto al parking. Era muy temprano, apenas tocaban las once de la mañana, pero Kid consideró que nos iría bien tomar algo antes de atacar la bajada caminando. Tomamos un pollo y un pescado a la plancha excepcionales, recomiendo muchísimo el sitio.
La lluvia arreció. Nos subimos a la ban con los chubasqueros, dispuestos a visitar el mercado que monta la tribu Hmong en las montañas. Era un lugar lleno de productos de la tierra y de artesanía. Fue increíble descubrir las mamás con bebés en una banda bajo el pecho, las paraditas, lo que vendían… Ahí compramos una gran cantidad de recuerdos y regalos para la familia.
De ahí subimos hasta encontrarnos con el guía, perteneciente a la tribu Karen, en un camino de tierra…
¡Feliz día! J



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Antigua ciudad de Chiang Mai y lledada a Doi Inthanon

10:01 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos días! Parece que hoy vamos a tener un día sereno para disfrutar de la fiesta en Barcelona. De momento estoy dentro de la cama, con varios cojines a mi alrededor, el ordenador en el regazo y un montón de emociones encontradas.
Ayer fui a una reunión en el colegio nuevo de mi hijo y fue una experiencia altamente emotiva. ¡Cuántos recuerdos! Pensar que yo de pequeña iba a esa escuela, que también tenía la división de la clase por colores, los órganos de gobierno estudiantiles, las convivencias en Capafonts, la preparación de La Fira, la promoción… La verdad es que regresar a los orígenes me llenó de ilusiones, como si pudiera retroceder en el tiempo y convertirme de nuevo en aquella niña que participaba de esa forma pionera de enseñanza.
La mañana para mí fue determinante, quizás por eso llegué a la reunión del colegio más alterada de lo normal. Una reunión un poco subida de tono y enfrentarme a la realidad de que vuelvo a estar en un punto del pasado me hicieron comprender que ya no quiero seguir así. Y exploté. Espero que sea para bien.
Nos quedamos cenando en la parada de la mujer de Kid…
Después de cenar yo quería un helado, así que los niños se fueron al hotel y me fui con mi marido a recorrer el pueblo. Pero era demasiado tarde y los establecimientos cerraban, lo único que quedaba abierto eran los bares de la zona roja, que curiosamente era la calle que llevaba al hotel.
Àlex nos contó que las chicas le habían silbado en diversas ocasiones mientras caminaba junto a su hermana. Nos reímos, se hace mayor a marchas forzadas…
A la mañana siguiente nos despertamos temprano y, a pesar de intentarlo, volvimos a llegar tarde. Necesitábamos llevar la ropa a la lavandería, en Tailandia lo tienen muy bien resuelto, justo enfrente del hotel había dos, ¡y el precio es fabuloso! ¡Cuarenta baths por un quilo de ropa! Eso son un euro y diez céntimos…
Llovía, mi marido y yo corrimos bajo la lluvia para cruzar la calle con un saco de ropa sucia en la mano, la dejamos y pactamos con la lavandera que esa misma tarde la tendríamos.
Ese día Kid contrató a un conductor con una ban para llevarnos al parque nacional de Doi Inthanon, donde teníamos planeado un trekking suave para conocer las maravillas de ese lugar.
Antes de poner rumbo al parque visitamos la antigua ciudad de Chiang Mai, de la que se conservan varias ruinas y algún templo. En uno encendimos incienso para atraer la buena suerte. Fue una experiencia interesante, has de coger cinco palos de incienso, encenderlos a la vez y clavarlos en la arena… ¡A ver si surge efecto!
Tras una hora de camino llegamos al parque nacional de Doi Inthanon. Es un lugar precioso, lleno de naturaleza con distintos tonos de verde, frondoso, interesante… Nos paramos en un par de cascadas antes de comer e iniciar la caminata, ¡son espectaculares!

¡Feliz día! J

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Mercado nocturno y cena con Kid

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! La lluvia se empeña en oscurecer la mañana… Con lo bonito que se el cielo azul de los días de sol… A ver si despeja en algún momento y sonrío con más euforia. ¡Mañana es fiesta en Barcelona!
Mercado nocturno
Me parece mentira cómo pasa el tiempo. Ayer le planché el pelo a mi hija y al mirarla al espejo descubrí que había crecido tanto este verano que ya es más alta que yo. Es agradable saber que todavía están en época de crecimiento, me encanta que sea alta y no bajita como yo.
Aunque la adolescencia me deja descolocada constantemente. Parece que estén enfadados con la vida y que lo paguen con nosotros… A ver si conseguimos pasar esta época convulsa y adoptar una normalidad tranquila y agradable. Estoy decidida a cambiar algunas cosas para ver si mejoramos, en casa últimamente se habla a gritos…
Volvamos a Chiang Mai….
Tras quitarme el escorpión nos subimos al Toyota de Kid para regresar al hotel. Estábamos cansados, pero muy felices, las experiencias del día fueron intensas y necesitábamos descansar un ratito.
Carrito de la mujer de Kid
Mis hijos y mi marido decidieron bajar a la piscina un rato mientras yo me estiraba en la cama de la habitación demodé a dejar volar mi imaginación. Es uno de mis pasatiempos favoritos. Subieron enseguida, el cielo estaba encapotado y las primeras gotas de lluvia de la tarde refrescaron el ambiente.
Decidimos vestirnos y salir a explorar los alrededores del hotel. Sabíamos que muy cerca se monta cada atardecer un mercado nocturno, así que caminamos en la dirección opuesta al centro. Es impresionante cómo los tailandeses consiguen crear las paraditas de la nada con esa simplicidad.
Lloviznaba, así que nos cubrimos con los chubasqueros y abrimos el paraguas mientras regateábamos en algunos puestos. Compramos unas camisetas, pulseras, algún collar y unos cuantos recuerdos a un precio muy razonable.
Cenando
Kid nos había invitado a unos cuantos platos en el restaurante de su mujer, uno callejero con mesas de plástico. Corrimos porque no llegábamos a tiempo, por suerte él nos esperaba cerca del carrito.
¡Suerte de los chubasqueros! ¿Os imagináis en plena calle, sentados a la mesa y con la lluvia arreciando? Había un pequeño toldo que nos protegió un poquito del aguacero.
La comida que nos sirvieron fue espectacular, unos pad thai buenísimos, junto con una verdura con salsa de ostras que ahora mismo no recuerdo cómo se llama. Pedimos también pollo, arroz y unos cuantos platos más y el precio nos pareció más que justo.
¡Feliz día! J



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Granja de orquídeas y cobra show

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Por la ventana se insinúa un día gris y apático, muy parecido a mi estado anímico… Distingo una fina llovizna que moja las plantas de la terraza con sus gotas tenues, como si quisiera representar un inicio de tormenta. Parece que realmente hemos entrado en el otoño…
Estoy feliz por algunos acontecimientos, ojalá el tiempo me conceda aquellos deseos lejanos que apunté para las personas a las que más quiero. De momento se ha cumplido una parte, esperemos que la otra llegue pronto, muy pronto.
En otro orden de cosas, he decidido que la vida es demasiado bonita para pasársela dudando y que el plazo para cambiar de tercio ya tiene fecha de caducidad. Hasta que llegue agotaré las vías alternativas sin estresarme, hay que sonreír siempre.
Ayer nos quedamos en el Tiger Kindom, ¿no?
Tras pasar unos veinte minutos en compañía de los bebés tigre nos fuimos al Toyota para emprender la marcha. Era muy tarde y no habíamos comido, así que la primera parada fue en la granja de orquídeas de Chiang Mai.
El lugar era espectacular, con centenares de plantas que se sostenían en el aire sin necesidad de esconder las raíces en tiestos. La humedad del ambiente consigue que críen a las orquídeas sin tierra, colgadas en unas estructuras que impresionan.
Avanzamos hasta el restaurante, que se gestiona a parte de la granja. Kid nos dijo que tenían un cocinero español y nos sirvieron tortilla de patatas, junto a exquisiteces tailandesas. Reconozco que en un principio sentía aprensión, ¡tortilla de patatas en Tailandia! Pero al probar un poco descubrí con asombro que estaba buenísima.
Fue una comida abundante, acompañada de bebidas que pagamos nosotros y casi en soledad. Solo había una mesa ocupada a pocos centímetros y era de españoles, ¡qué casualidad!
La visita a la granja de orquídeas fue bonita y un poco calurosa. La humedad era intensa, la ropa se enganchaba a la piel y estábamos tan llenos que caminábamos arrastrando los pies.
De ahí nos fuimos al Cobra show, donde vimos cómo unos chicos jóvenes eran capaces de interactuar con las serpientes sin sentir el menor atisbo de pánico. Jugaban con el público, incluso nos tiraron una serpiente que resultó ser de mentira.
Al final nos enseñaros cómo la serpiente sacaba el veneno en un vaso preparado para albergarlo. Fue un espectáculo entretenido. Luego nos llevaron a un tour por las jaulas donde había diversos tipos de víboras y unos cuantos escorpiones. ¡A mí me pusieron uno en la camiseta sin avisar! Un poco más y me coge un ataque de pánico. En la foto estaba diciéndole a mi hija: «¡hazmela antes de que empiece a gritar! ».
¡Feliz día! J




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Tiger Kindom, Chiang Mai

9:09 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy se termina una semana llena de momentos. La sensación de déjà vu se ha apoderado de los días con una cadencia melancólica, demostrándome positivamente que ahora he cambiado, que a pesar de estar en el mismo sitio de hace un año y pico ya no lo vivo igual y que por fin no espero ni desespero.
Días de vuelta a las clases de baile, con una meta medio conseguida de deshacerme de los quilos que me sobran, la necesidad de la gimnasia mental que me ofrecen las coreografías de Alberto, la emoción de escribir una novela pausada, diferente, en tono romántico, y un sinfín de situaciones que no acaban de convencerme a nivel laboral. Quizás la vida me está señalando un camino…
Por suerte Ecos del Pasado sigue dándome ilusiones diarias, con ventas que se mantienen en una cantidad estable y perfecta para mí. Y pronto, muy pronto, llegará el anuncio de la publicación de El Secreto de las Cuartetas
Ayer nos quedamos en la reserva de elefantes Chiang Dao, dando un paseo en balsa por el río. Quizás ese trozo fue el que menos me gustó del día, la balsa de cañas de bambú era preciosa, el chico que la conducía lo hacía estupendo y el paisaje era espectacular, pero fue demasiado rato viendo lo mismo, con la calma chicha de compañera y un calor insoportable.
Kid nos recogió en el embarcadero. Hacía sol, aunque el tiempo en el norte no fue demasiado bueno. Nos subimos al Toyota para recorrer la distancia hasta el Tiger Kindom, un lugar donde tienen los tigres en enormes jaulas y los acostumbran desde pequeños a la presencia humana.
Antes de entrar has de rellenar un formulario donde declinas la responsabilidad si te sucede algo y decidir qué medida de tigres quieres visitar: muy grandes, grandes, medianos, pequeños o muy pequeños. Mi marido y Àlex decidieron pagar el pack muy grande y mediano, en cambio Irene y yo nos decantamos por los bebés. Me daba muchísimo respeto entrar en las otras jaulas.
En el instante que entramos en el recinto empezó a llover, era una llovizna suave, de aquellas que calan lentamente. Sacamos nuestros súper chubasqueros de la mochila y caminamos hacia los lugares señalados sin inmutarnos. A ratos despejaba y otros volvía a llover.
En las jaulas los tigres estaban medio dormidos, nos explicaron que son animales nocturnos y que si sigues las instrucciones que hay escritas en varios idiomas en las puertas de entrada a las jaulas no hay ningún peligro. El cuidador únicamente va con una vara pequeña de madera, pero no deja nunca solos a los visitantes.
Irene y yo observamos cómo nuestros hombres se envalentonaban y se hacían fotos con los tigres. Había Wifi en todo el recinto y lo utilizamos para mandar algunas fotos a España.
Cuando nos tocó el turno a nosotras la lluvia arreció, suerte que los bebés estaban en una jaula cubierta. Había muchísima cola, así que esperamos pacientemente el turno, con los zapatos que te proporcionaban ellos y las manos limpias con agua y jabón.
Dentro de la jaula pasamos un rato acariciando a los bebés, estirándonos a su lado, fotografiándonos con ellos. ¡Fue genial!

¡Feliz día! J   

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Más Chiang Dao...

9:09 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Sábado de sol… ¡Genial! A ver si me decido a irme con mi Kindle a la piscina y pasarme una mañana relajada, sin pensar en decisiones ni en ideas ni en nada más que en tomar el sol, leer y descansar.
Me he marcado varias metas plausibles para los meses que quedan de 2014 y voy a ir a por ellas sin miedo, se acabó ser una cobarde en algunas situaciones, no más credibilidad, paciencia ni sensación de déjà vu. Está claro que para cambiar una situación hay que buscar una alternativa. Y en eso estamos, en muchos aspectos.
Vámonos al campamento de elefantes Chiang Dao…
Llegamos un poco justos de tiempo, caminamos por un puente de troncos que se alzaba sobre la selva, enseñándonos un colorido de verdes impresionante. El sonido era plácido, salpicado de naturaleza, como si acabáramos de cruzar una puerta al sosiego.
Tras una rápida visita al lavabo público, uno de tantos bastante asquerosos, llegamos a una plataforma elevada desde la que mi hija y yo subimos a lomos de un elefante, sobre una estructura de madera. El cuidador iba sobre el cuello, cerca de las orejas.
Mi marido y mi hijo ocupaban el elefante de delante. Éramos una fila de cuatro animales que se adentraron en la selva, a mitad de camino nos reunimos con tres más. Nuestro elefante era un poco rebelde y no seguía los caminos de los demás, muchas veces prefería uno alternativo, que al final llevaba al mismo sitio.
El paseo fue precioso.
Volvieron a dejarnos en la plataforma elevada y nos llevaron a darles de comer a los elefantes. Primero compramos los plátanos en una parada especial y luego se los ofrecimos a los animales para que los recogieran con sus trompas. Kid nos dijo que debíamos darle una propina al cuidador, cosa que hicimos encantados.
Kid nos contó un poco de historia de los animales y cómo en Tailandia se usan para tareas del campo. La visita continuó con una visión espectacular del baño de los elefantes, me pareció tan auténtico… Se metían en el río con sus cuidadores, cogían el agua con la trompa y se la tiraban a los lomos. Los cuidadores les cepillaban la piel y se ponían de pie sobre ellos.
   Anduvimos hasta unas gradas construidas en madera para presenciar cómo los elefantes transportaban piedras y ayudaban en las tareas pesadas. Kid nos informaba constantemente de los datos importantes, realmente tener un guía particular es un lujo.
Y vino el inevitable cuadro pintado por un elefante. ¡Fue una pasada! Pensaba que ese trozo no me gustaría, pero me equivocaba. Es impresionante ver la precisión con la que el animal es capaz de dibujar con un pincel en su trompa.
Al finalizar tocaba ir en balsa por el río. Antes de embarcarnos nos ofrecieron comprar una foto nuestra enmarcada. El material usado para el marco provenía de las cacas de los elefantes… Evidentemente lo compramos y subimos en una balsa que nos llevó por un tranquilo paseo por unas aguas totalmente mansas.

¡Feliz día! J

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