Recuerdos

20:44 Pat Casalà 0 Comments


            He estado fisgoneando por otros blogs de Internet donde escritores inéditos dejan sus pensamientos, igual que hago yo en estas entradas diarias. En general me he dado cuenta de que todos nos encontramos en situaciones parecidas y sufrimos las largas esperas y los rechazos de igual forma.
            A mí me duele descubrir que pasan las semanas, los meses y los años y no llego a la meta que me tracé tantos años atrás, pero también he de admitir que me apasiona pasarme el día inmersa en la creación de una novela. Es como si pudiera tocar esos mundos imaginarios, como si respirara el perfume de las mujeres que viven en él, o pudiera escuchar cada una de sus conversaciones, o caminara junto a ellos en cada una de sus aventuras.
            Es emocionante pensar en una idea, en un escenario de partida y en un final e ir llenando de colorido el camino que siguen los personajes hasta ese desenlace que tengo en la cabeza desde el principio.
            Las novelas se han convertido en parte de mí. Es como si se hubieran quedado ligadas a mi vida para siempre, como si su esencia me acompañara en casa paso que doy. A veces, cuando leo un libro, me descubro recordando algún pasaje, alguna trama secundaria, algún matiz que me gusta de uno de los manuscritos.
            Muchas noches, cuando no puedo dormir, recreo en la mente las escenas de alguna de las novelas y permito que los personajes cobren vida, que me muestren su forma de ser, de moverse, de sentir.
            Es curioso, pero cuando las releo me pasa algo extraño: soy capaz de recordar donde estaba cuando escribí el capítulo. Me viene a la memoria la época del año, el lugar, mis sentimientos, mis pensamientos. Es como si a través de lo escrito conectara con ese instante en concreto e incluso fuera capaz de respirar el mismo aire que entonces.
            Hay partes de El Secreto de los Cristales que me llevan a la ribera de un río de la Cerdanya, en LLivia, uno de los veranos que he pasado allí con mis hijos. Las páginas de La Baraja están casi todas escritas en el sillón de mi casa de Estavar, por las mañanas, cuando los niños estaban en el casal y yo parecía poseída por las palabras que manaban por mis dedos como si fueran un manantial.
            La Luna de Ónixon, Géminis y El Secreto de las Cuartetas me evocan los años que he trabajado de dependienta en la tienda de mis padres. Allí llegaba cada mañana armada con mi portátil y mis libros de consulta y, entre clienta y clienta, iba llenando las páginas con las ideas que se me ocurrían sin cesar. Incluso ahora, tantos años después, puedo volver a la tienda, sentir el subidón de adrenalina cuando tenía una idea brillante, volver a atender a personas imaginarias mientras mi mente se hallaba sobre la mesa, en el ordenador, creando la siguiente frase.

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Viajando

20:44 Pat Casalà 0 Comments

           Ayer expliqué la inherente conexión que surge entre la escritura y mis recuerdos. Es curioso cómo, tras tantos años, todavía evoco ciertas sensaciones cuando leo un capítulo de uno de mis antiguos manuscritos. Es tan alucinante la manera en la que mi mente me transporta al instante justo en el que mis dedos surcaron el teclado para dejar constancia gráfica de las ideas, que casi parece que he encontrado la manera de viajar en el tiempo.
            También, a través de las historias, he logrado viajar a otros lugares lejanos. De pequeña siempre me había entusiasmado escuchar el pasado de Julio Verne, su capacidad para volar por el mundo sin necesidad de levantarse de la silla. Me lo habían contado en la clase como una anécdota que he llevado siempre asida a mí.
            Quizás al escuchar las historias acerca de Julio Verne y sus ansias de ver mundo, de la manera en la que al final había logrado su propósito sin necesidad de traspasar las fronteras de su casa, empecé a forjar el deseo que aún ahora me acompaña: el de compartir con los demás esa imaginación desbordante que me había jugado tan malas pasadas de niña y poder viajar como él a todos los lugares interesantes de la Tierra.
            En El Secreto de las Cuartetas un grupo de personas liderado por Marta Noguera y Mick Harris recorren medio mundo en busca de Ángela, la hija de Marta. Nunca he ido de verdad a esas localizaciones, excepto a Bali, pero me encantó leer páginas Web acerca de sus costumbres, sus calles, sus tiendas, sus recuerdos,…Toda la información que absorbí en mi viaje por la red me sirvió para dibujar un retrato colorido de cada una de los destinos.
            Cuando Ángela retoma la historia treinta años después en El Secreto de los Cristales también recorre medio mundo. En este caso me trasladé a lugares encantadores, con mucha historia detrás que me ayudó a llenar las lagunas de mi imaginación y de la trama.
            Existe también una novela inconclusa de la que nunca os he hablado: Indicios. Es una novela que dejé cuando había escrito 196 folios (más de 400 páginas) y que algún día terminaré. En ella me empeñé, por razones que no vienen al caso, en enviar a mis protagonistas a la isla de Madagascar. ¡Fue emocionante recorrer sus pueblos, su fauna, su naturaleza, las cuevas naturales que recorren el interior del parque natural donde el grupo de personajes encuentra algo increíble!
            Ahora, con Oros, una novela que no sé si algún día proseguiré, me he ido a África, al desierto de Namibia, un lugar con la arena rojiza y un paisaje tan espectacular que quita la respiración al contemplarlo por primera vez.
            Espero recuperar algún día mi inspiración para seguir mi camino por el mundo, para visitar otros sitios, para respirar su esencia y caminar por sus calles.

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El intento de Vladymir (La trama 20)

8:30 Pat Casalà 2 Comments

           ¡Llegó el 31 de agosto! Hoy muchísima gente se incorpora a sus puestos de trabajo y deja atrás el periodo vacacional. Es el pistoletazo de salida para empezar con energía todas las actividades que se desempeñan en invierno y todos debemos deshacernos de la tranquilidad y el sosiego que nos depara el verano para introducirnos en la coraza de la fuerza que nos ayudará a caminar por la senda de la vida con ilusión y muchas cosas que hacer.
          En la ciudad el ritmo acostumbra a ser frenético, largas jornadas extenuantes, problemas cada vez mayores debido a la dichosa crisis, prisas por todas partes y sin un minuto para respirar. Pero si encuentras el equilibrio puedes llegar a realizar todas las tareas sin tanto estrés y a integrarte en el día a día con mayor entereza, encontrando siempre la parte positiva y brillando entre la oscuridad de los que se internan en su vida laboral con una desidia que irradia tristeza, agobio y malestar.
           Así que voy a seguir cultivando el optimismo con todos los útiles que tengo a mano, no voy a pasarme el día enganchada al mail a ver si la providencia me envía un correo interesante ni voy a obligarme a escribir, más bien dejaré que las cosas fluyan. Lo que sí voy a hacer de manera constante es seguir adelante con el blog, aunque he decidido no alargarme cuando mi inspiración se seque.
           ¡Un beso y muchos ánimos para los que llegan hoy!
          Vamos a seguir con nuestra historia. A Sara la dejamos en el autobús, con las manos sujetándose la cabeza, aquejada de un fuerte dolor, sudores fríos, la respiración acelerada y la sensación de que los ojos de Vladymir quieren poseer su mente.
         ….Vladymir seguía quieto en lo alto de las escaleras de casa de Sara, en una posición estática, pétrea, como si sus pies se hubieran encolado al suelo y todos los músculos de su cuerpo se hubieran convertido en la piedra que moldea a una estatua. Su porte rígido y erguido acompañaba una mirada feroz de penetrantes ojos negros que cruzaba la distancia en busca de su presa.
        La rabia emitía punzadas regulares en su cerebro, pero su increíble control de las emociones la aniquilaba rápidamente para no perder la concentración Necesitaba desesperadamente encontrar a Sara y a su acompañante antes de que la muchacha compartiera con él la información de Jaime, antes de que ellos encontraran el cofre de los prigenios, antes de que aquel chico desconocido accediera al poder que escondía el cofre.
            ¿Quién era él? ¿Cómo podía bloquear sus envistes con tanta facilidad? Había intentado acceder a su interior, escarbar entre sus pensamientos, descubrir la esencia de aquel hombre que había captado cuando se había adentrado en el interior del encapuchado y le había obligado a golpear a Sara para detenerla y traerla de vuelta, pero él había rechazado todos los intentos y se había deshecho del encapuchado con un simple soplido.
            Desde ese instante Vladymir había intentado localizar a la pareja. Conocía su ubicación física gracias al taxista y al encapuchado, así que buscó a las pocas personas que caminaban por el barrio Gótico a esas horas para ver con sus ojos, pero el muchacho era escurridizo, caminaba de alguna manera zigzagueante, como si detectara las personas antes de llegar a ellas y las esquivara con giros inesperados en las callejas.
          Cuando la pareja había salido a las Ramblas los había encontrado, a pesar de que el reloj había marcado las dos menos veinte de la noche, las Ramblas eran un lugar suficientemente concurrido como para localizarlos.          
          Vladymir aumentó la potencia de sus facultades mentales para introducirse en el interior de Sara y hacerla regresar a casa, pero ella lo bloqueaba con fiereza, resistiéndose con la misma intensidad que en los últimos meses había guardado el secreto de Jaime.
            La cara de Vladymir se contrajo en una expresión feroz. Sara había sido una presa difícil para sus facultades mentales. Durante seis meses la había drogado para debilitar sus defensas y desenterrar el saber que Jaime le transfirió en su lecho de muerte, pero todo había sido inútil, la chica lo guardaba en algún lugar inaccesible de su mente, rodeado de miles de recuerdos intensos...
           
            
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Un día más

8:09 Pat Casalà 0 Comments

            El día se presenta un tanto movidito. Tengo un montón de trabajo esperándome y una tarde un tanto atareada con compras y más compras. ¡Aunque la tarjeta de crédito acabe sacando humo! He de ir a por todo el material escolar que le falta a mi niña, pero antes debo sacar el del año pasado y saber qué necesita. ¡Ufff! ¡Y con este calor! Es que vuelve a apretar fuerte.
            Ayer hice mi tercera clase de baile desde que regresé de vacaciones. ¡Un poco más y no acabo! ¡Qué clase! Entre la cantidad de gente, el calor y los pasos complicados y enérgicos de la coreo un poco más y desfallezco. ¡Suerte que el profesor tiene una simpatía especial y me animó!
            Ahora me duelen todos los músculos del cuerpo y las agujetas me están acribillando, pero vale tanto la pena bailar que mañana repito y el viernes y si puedo también iré el sábado. ¡Es la mejor terapia del mundo! ¡Y te llena de vitalidad! ¡Y se lleva todos los malos rollos! Bueno, después de tanta propaganda, ¿quién se anima a venir a bailar?
            Ayer estuve repasando algunos cabos sueltos de La Baraja en mi cabeza, aunque no voy a retomar la corrección hasta dentro de unos días, es importante que la narración descanse antes de volver a ella, así le doy tiempo para que se asiente en mi cabeza y ella misma encuentre sus fallos o faltas.
           En cuanto a lecturas, he estado buscando sin éxito el libro de José Antonio, pero él se ha ofrecido amablemente a enviarme un ejemplar. ¡Estoy impaciente por leerlo! Este fin de semana estuve leyendo una novela inédita de una blogera, en su blog podéis leer mi opinión:
            Por otro lado, voy reuniendo información para retomar la continuación de La Baraja. De todos mis libros esta colección llamada El Pentáculo es el proyecto más ambicioso que he empezado, aunque ahora ya no estoy segura de si debo cerrar del todo la historia en la primera novela y olvidarme de seguir el guión que ya me había trazado para las cuatro restantes o seguir adelante con ellas.
            ¡Me encanta escribir! Ya os lo he dicho en repetidas ocasiones, pero si debo seguir sin obsesionarme y mirar adelante con realismo quizás ha llegado la hora de detenerme y luchar por lo que ya está acabado, trabajándolo, dándole vueltas y mejorándolo en la medida de lo posible.
           Por suerte mi necesidad de plasmar con palabras los mundos paralelos que me invaden continuamente queda totalmente saciada con las entradas que voy dejando aquí cada día, así que la ansiedad que me ocasionaba no escribir diariamente se ve rebajada al mínimo y puedo utilizar mis horas para muchísimas otras cosas que también me hacen feliz.
            La historia de los cofres me gusta, en realidad le voy dando vueltas muchas veces: cuando voy con la moto al trabajo, antes de dormirme, cuando camino por la calle, los momentos libres que tengo,…. ¡Así mantengo mi mente ocupada y voy trazando un montón de tramas entrelazadas!
          Bueno, hoy me toca irme a trabajar temprano, así que os dejo. Hay muchos de vosotros que esta semana os vais incorporando al trabajo, ¡os deseo un feliz retorno!
            ¡Hasta mañana!

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¡No le dejes entrar! (la trama 19)

8:27 Pat Casalà 4 Comments

         ¡Empezamos una nueva semana de trabajo! Acabo de desayunar y en unos minutos, cuando mi entrada esté debidamente colgada en el blog, me iré a trabajar. Lo que no sé muy bien es cómo llegaré al trabajo, ¡está lloviendo!!!!! ¡Y yo me muevo en moto! Y si voy en transporte público tardo una eternidad Bueno, por lo visto sólo me queda una opción: mojarme.
          En la oficina dos compañeros emprenden una nueva andadura. Uno acabó el viernes para incorporarse esta semana en su nuevo trabajo y mi querida M. se va el miércoles. ¡Te voy a echar muuuucho de menos! ¡Aunque te deseo toda la suerte del mundo en tu nuevo trabajo! ¡
            He pasado un fin de semana genial, las horas en la montaña compensan con creces todos los días en la ciudad, es como si al llegar allí dejara atrás todas y cada una de las preocupaciones del día a día y conectara con una paz interior imposible de reunir en cualquier otro lugar. Y esa paz me ayuda a ver la vida con mayor optimismo del normal y a no preguntarme qué pasará después. Por eso conseguí terminar la corrección de La Baraja. ¡A ver si esa tranquilidad sigue y no me engancho al mail esperando sin pausa! ¡Ya os contaré!!!!
            Bueno, vamos a por la trama.
          ….Las arrugas de su frente me demostraron, una vez más, la tensión a la que estaba sometido Ignacio. Hablaba con dificultad, como si el hecho de activar sus cuerdas vocales le costara un esfuerzo de colosales dimensiones. Soplé con resignación y volví a poner mis pies en marcha, siguiendo sus pasos en silencio, dejándome llevar por las callejuelas sin protestar ni oponer resistencia.
        Tras una media hora de avance un tanto irregular llegamos frente a la estatua de Colón por las Ramblas. Los calambres que se precipitaban hacia la coronilla cada vez eran más fuertes y me impedían respirar con normalidad. Apreté toda la piel de la cara en un claro gesto de desesperación, intentando por todos los medios deshacerme del dolor, pero nada rebajaba su intensidad.
            -¡No le dejes entrar! -Ignacio escupió las palabras despacio, entre jadeos roncos, como si la voz no le saliera con facilidad-. ¡Bloquéalo!
            Le lancé una mirada de incomprensión, mezclada con angustia.
            -¿A quién no he de dejar entrar? -me exalté-. ¿Y dónde quiere entrar?
            Siguió caminando sin más hacia la parada de autobús del Paseo Colón donde se avistaba el Nit-Bus a escasos metros. Me apremió con el brazo para que caminara un poco más rápido y yo le seguí con dificultad hasta llegar al vehículo y subir dentro de sus fauces.
            Cuando nos sentamos el brazo de Ignacio no me soltó, seguía abrazándome por los hombros con una tensión firme que mostraba el gran esfuerzo que al que estaba sometido su cuerpo. Yo estaba cada vez más mareada y sentía los embistes de mi cabeza con una fuerza colosal.
            Entrecerré los ojos un minuto para intentar relajarme. Los ojos del hombre de la escalera ocuparon la inmensidad de mis pensamientos, eran dos bolas brillando en una oscuridad densa y compacta, dos puertas a mi mente que susurraban pequeñas frases ininteligibles, dos rendijas que pretendían colarse en mi interior para descubrir mi paradero.
            Abrí los ojos con la alarma pintada en la cara. Un sudor frío y resbaladizo se encargó de perlarme cada rincón de mi piel. La respiración se me aceleró. Noté el firme abrazo de Ignacio y entendí en ese mismo instante sus palabras. El hombre de la escalera estaba desesperado por encontrarnos y estaba intentando penetrar en mi mente.
            -¿Cómo lo bloqueo? -tableteé entre jadeos.
            Él aspiró una ingente cantidad de aire por la nariz y la fue expulsando lentamente por la boca con los ojos entrecerrados. Luego fue despegando sus pestañas lentamente, hasta que su mirada se enredó en mí.
          -¿Cómo has llegado a meterte en esto? -gimió-. ¡Tu padre me aseguró que si me apartaba de ti el destino no te alcanzaría!  
            El insoportable dolor de cabeza aumentaba, era como si miles de cuchillos lo estuvieran perforando por la coronilla y fueran extendiendo los cortes por todo el cerebro. Me agarré la cabeza con ambas manos, intentando no sucumbir a la presión de aquellos ojos que en esos instantes veía incluso con los ojos abiertos. Escuchaba un siseo continuo obligándome a desprenderme de mi coraza.
          -Sara, escúchame -La voz de Ignacio parecía un murmullo lejano-. Debes concentrarte en un recuerdo agradable, en cualquier cosa que no sea el presente y que no delate nada de lo actual, en algo que te de fuerzas para apartarlo de ti.
            Deseaba gritar con todas mis fuerzas, me estaba mareando cada vez más.
            -¡No puedo! -gemí resollando-. ¡No puedo!
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¡Primera corrección acabada!!!!!!!!!!

11:11 Pat Casalà 4 Comments


              ¡He acabado la primera corrección de La Baraja! El manuscrito que originalmente tenía 202 folios con interlineado simple se ha convertido en otro de 235. ¡Así que he escrito 33 folios adicionales! En ellos he intentado buscar esas pausas necesarias para no estresar la novela y, sobre todo, les he dejado un poco más de espacio a los personajes para desarrollar su personalidad en las páginas.
         En estos momentos estoy satisfecha con el resultado, todo y que sé que necesita un par de correcciones adicionales para comprobar el conjunto del cambio. Al pulir cada uno de los capítulos por separado siempre se necesita una primera lectura rápida para encontrar errores de coherencia y un par más en busca de otros fallos de estilo.
            Mientras corregía e iba desarrollando la historia de los cofres en mi cabeza he repasado la novela que el año pasado dejé a medias: Oros, la continuación de La Baraja. ¡Es curioso cómo mi mente puede almacenar tantos datos a la vez y seguir funcionando en otras áreas! Ahora tengo las tres historias metidas en ella y las voy tomando a ratos para analizarlas con detenimiento. Quizás el hecho de almacenarlas a la vez me ayuda a enriquecer cada una de ellas con la existencia de las otras. ¡Aunque estaría bien detenerlas a las horas de dormir!
            Bueno, ayer cumplí el reto a rajatabla, no pensé más que en el presente, en el maravilloso día que hacía, en mi familia y en descansar. Me senté por la tarde en mi sillón del IKEA negro, con el ordenador abierto y la firme determinación de no levantarme hasta terminar la corrección. Y así lo hice, me pasé tres horas enganchada a la pantalla, leyendo, releyendo, cambiando, cortando, pegando, reescribiendo…. ¡Y al final me levanté satisfecha con mi trabajo!
            Me gustaría creer en un mundo perfecto donde se premia el trabajo intenso y la perseverancia, pero la realidad supera muchas veces ese mundo imaginario donde todo sucede al ritmo de tus deseos, así que no tengo una barita mágica para saber si mi trabajo va a gustar o no. Lo que tengo claro es que voy a seguir luchando por encontrar un hueco en el mundo literario, aunque tarde años.  
            A mí me gusta la historia de La Baraja. Personalmente creo que todos estos años de aprendizaje me han venido muy bien. Ahora soy capaz de detectar muchos más errores que antes y puedo encontrar las lagunas de las que pecan mis libros con mayor soltura. Todo y que nunca se sabe demasiado y que para avanzar se ha de seguir aprendiendo.
            He decidido no hacerme preguntas al respecto de mi futuro literario. Veremos qué me depara el próximo invierno y acataré las cosas según vayan viniendo, tomando decisiones cuando lo considere oportuno.
            Todos estos años en la agencia han constituido un sinfín de emociones encontradas. Ilusión, ansiedad, espera, expectativas creadas, expectativas frustradas, momentos álgidos e instantes de angustia infinita. La experiencia me ha enseñado que mi visión del asunto se aleja muchísimo de la realidad y que aquellos sueños donde todo es idílico se manifiestan con tiempos de espera muy largos e incertidumbre.
            Así que si quiero sobrevivir a un nuevo año y no volver a caer en el pozo de la ansiedad debo iniciar este setiembre con la absoluta certeza de que no me voy a pasar el día esperando. ¡Hay tantas otras cosas para hacer! También sé que no voy a renunciar a la escritura y que voy a seguir dando guerra en este espacio, así que mañana mismo retomo la trama de los cofres.
            ¡Un beso y feliz domingo! 

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El tiovivo

10:12 Pat Casalà 2 Comments


          Llevo más de una hora intentando encontrar un tema del que hablar hoy. La verdad es que tengo un montón de cosas dándome vueltas en la cabeza, y con todos esos pensamientos danzando sin tregua me mareo tanto que me cuesta centrarme en el blog.
            Analizando cada uno de los temas que están en el tiovivo de mi mente los sentimientos se desbocan y me traen un sinfín de emociones encontradas que se entremezclan y acaban dejándome un tanto exhausta. ¡Ahora es cuando el interruptor debería apagarme un ratito!
            Así es que he decidido intentar un reto: conseguir durante un día entero no pensar en nada más que en el presente, en lo que esté haciendo en cada instante, sin analizar detalladamente las posibles connotaciones de los sucesos ni permitir que el carrusel interno se dispare y gire sin parar. ¡A ver si soy capaz!
            De momento os diré que normalmente, tras marearme dándole vueltas y vueltas y más vueltas a un asunto, llego a una única conclusión: se ha de mirar siempre la parte positiva de todo, buscando la esencia de lo que te hace feliz y olvidándote de lo que no te aporta más que frustraciones y angustias.
            Vivir inmerso en deseos inalcanzables, buscar siempre en los demás una correspondencia idéntica a la que tú les darías, valorar los actos ajenos bajo el rasero de tus actos, intentar contentar siempre a todo el mundo, quejarte de lo que te agobia… ¡Puede llegar a bloquear la capacidad de apreciar lo bueno! ¡Y en eso está el quid de la felicidad! ¡En saber ser feliz con lo que uno tiene!
            Por poco que te parezca que posees, seguro que si lo piensas de manera detenida encuentras una cantidad infinita de pequeñas cosas que te pueden despertar una sonrisa y una ilusión. Pero si los malos momentos te nublan la visión debes apartar esa boira espesa con pequeñas ráfagas de positivismo, permitiendo aflorar las partes maravillosas de tu vida.
            A medida que le confieras la dimensión adecuada a lo que tienes bueno en tu vida la niebla se irá despejando poco a poco, como si estuvieras frente a un cuadro compuesto por muchos puntos inconexos, pero que a medida que vas tomando perspectiva te va mostrando un dibujo perfecto, con líneas definidas y un paisaje idílico.
            Este es el ejercicio que llevo haciendo desde que me derrumbé. Bueno, en realidad es un ejercicio que he realizado toda mi vida, siempre he sido optimista y positiva, aunque hubo una época en la que la niebla se ocupó de emborronar hasta mi capacidad de ver lo bueno que tengo. ¡Ahora debo conseguir mantener a raya mi tendencia a analizar del derecho y del revés todo cuanto sucede a mi alrededor! Uffff, ¡qué difícil!
            Bueno, hasta aquí la reflexión de hoy. ¡Un beso y feliz sábado!   

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¡Inspirándome!!!!

8:19 Pat Casalà 0 Comments


            Hoy el día se ha despertado nublado, ¡a ver si finalmente el calor sofocante se convierte en uno más soportable! Es que si a mí ya me cuesta dormir normalmente, con este calor ni os lo cuento….
            ¡Primera semana de trabajo casi superada! Quedan unas horitas y me vuelvo a la montaña a pasar el fin de semana con mis hijos y a recogerlos para traerlos de vuelta a la rutina. Aunque queden dos semanitas para el inicio del cole les irá bien empezar a despertarse en casa e ir cambiando su horario estival por uno más acorde con la jornada lectiva. ¡Y a mí me gustará tenerlos en casa!
            Tenía previsto avanzar con la trama un poquito más, pero en vista del descenso de visitas he decidido posponerlo hasta la semana que viene, a ver si el contador sube y no hay tanta gente que se pierda el avance del relato.
            ¡Tengo tantas y tantas ideas en la cabeza! Es que la inspiración es como un ente con vida propia que se adueña de mis pensamientos en los momentos más inesperados y le da vueltas a las tramas que tengo en marcha. Tan pronto puedo encontrar una laguna en La Baraja o analizar uno de sus capítulos mentalmente como me puede bombardear con la historia de Sara e Ignacio o de los prigenios o de Transilvania.
            A veces creo que mi cerebro funciona como un radar de ondas creativas que se dispara sin darme tiempo a procesar la información. Y las ideas se enredan en su interior formando remolinos de tramas que se interrelacionan y se conectan a través de mis pensamientos. Es como si los flashes que componen cada una de las historias que componen las novelas deambularan sin dirección por mi interior y se fueran proyectando en los lugares más inverosímiles para ir formando una sucesión de hechos interconectados entre sí.
            También es cierto que todo lo que sucede a mi alrededor puede influir en mayor o menor medida en mi inspiración, Hay instantes que se incorporan a la trama de manera total y absolutamente inconsciente, reacciones que me pasan inadvertidas, pero que se quedan asidas a mi memoria y se mezclan con las ideas sobre una u otra novela para darle un giro inesperado.
            Leer libros que me gustan y me atrapan también influye en algunos aspectos de la narración. El hecho de haberme introducido en la trama de otro autor me ayuda a ver qué le falta a la mía, a analizar los fallos de composición, de estructura o de inercia de mis propias narraciones.
            Cuando leo es como si mi mente fuera machacando las partes técnicas de la escritura y la fuera incorporando al disco duro, de manera que luego analiza mis propios escritos y detecta los puntos donde la narración se pierde o se diluye o se estresa.
            ¡Claro que sigo pensando que un interruptor para apagar mis pensamientos en algunos momentos no me iría mal! Es que todo el día con ese run.run interno acaba estresando mis neuronas y ellas también necesitan algo de descanso.
            ¡Un beso para todos!!!!!! ¡Y feliz fin de semana!

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¡Bailando!

8:08 Pat Casalà 2 Comments


            ¡Buenos y calurosos días! Parece que el calor no tiene ganas de marcharse y ha decidido que está muy bien en Barcelona, así que va apretando un poquito más cada día. ¡Y yo que pensaba que habían anunciado una bajada de temperaturas!
            Ayer el blog fue un fracaso total: 15 visitas y 0 comentarios. Bueno, ¡por lo menos hubo dos “me encanta” y un “interesante”! A ver si hoy logramos recuperar las visitas crecientes de esta última semana.
            Ya estoy total y absolutamente integrada en la rutina. Lunes, miércoles y viernes un trabajo y martes y jueves otro. ¡Tengo un montón en los dos sitios! Así que voy avanzando en ambos sin pausa, con ganas de ponerme a tono y no miles de papeles acumulados en mi escritorio.
            Después de las agujetas increíbles del martes, ayer fui a mi segunda clase de baile de la semana, ¡qué caña nos pegó el profe! ¡Había momentos que hasta me faltaba el aire! Es que con este calor que hace cerca del mar cuesta muchísimo más moverse que cuando el frío aprieta.
            ¡Pero sarna con gusto no pica! Y a mí me encanta ir a bailar, es una terapia fantástica y una manera de hacer ejercicio y empezar a quemar los quilitos que me ha regalado el verano.
            Ayer os hablaba de cómo conocer a una persona a través de su vena artística y también de la posibilidad de descubrir su estado anímico. Cuando yo bailo doy una visión bastante gráfica de cómo me ha ido el día y de si estoy nerviosa, agobiada o feliz.
            Suelo ponerme a la derecha del profesor, en primera fila, justo delante del espejo. Eso requiere que mi concentración sea completa, porque no tengo a nadie delante a quien seguir y cuando el profe dice: “ahora solas” si no he interiorizado los pasos me equivoco.
            Cuando empieza la música e iniciamos el calentamiento mi mente empieza a desconectar del mundo y se interna en una dimensión donde nada la agobia. Mis mundos paralelos, los pequeños problemillas del día a día, cualquier cosa que haya podido internarse en mis pensamientos para convertirse en un torbellino que da vueltas y más vueltas desaparece como por arte de magia.
            Las primeras notas suelen introducirse en mí dando el stop a los pensamientos recurrentes y, a partir de ese momento sólo quedan los pasos, los tiempos de ocho, el ir tarareando las canciones y perfeccionar cada movimiento.
            Al principio casi ni me miro al espejo, mis ojos parecen enredados en una dimensión desconocida, alejados del ahora, inmersos en cada uno de los tiempos de ocho que componen un movimiento rítmico. A medida que voy memorizando la coreografía empiezo a mirarme en el espejo, donde descubro cada uno de mis gestos: arrugo los labios cuando me equivoco en algo (el profesor dice que parece que esté exprimiendo un limón), sonrío cuando me sale algo difícil y me enfado soplando cuando no me sale algo.
            Los días que estoy tranquila, sin preocupaciones que me agobien, suelo bailar muy relajada, riendo, cantando, con movimientos fluidos y suaves, pero cuando he pasado un mal día mis movimientos son más rígidos y dinámicos, como si cada uno de ellos quemara un poco de los agobios.
             Estos días me está costando un poco seguir hasta el final sin pararme, ¡suerte que el profesor suele darme ánimos cuando ve que mi ritmo decae! ¡Y nos deja parar para beber un poquito de agua cuando nos ve tan acaloradas! ¡Es que este calor es increíble!
            Al final de la clase, cuando escucho: “buen trabajo, chicas”, estoy tan cansada y feliz que todo cuanto me ha agobiado durante el día se ha fundido de mi mente para regalarme unas horitas de tranquilidad.
            ¡Hasta mañana! 

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El silencio de Ignacio (la trama 18)

8:36 Pat Casalà 0 Comments

            ¡Pues ya ha pasado un día más! Se puede decir que ya estoy integrada de nuevo en la rutina diaria y que me siento feliz de estar aquí. ¡Las visitas del blog van aumentando estos días! Sois todos geniales, ¡me aportáis unas dosis de optimismo que no hubiera logrado reunir ni en mil años!
            Voy avanzando con La Baraja, aunque ahora he llegado a unos capítulos un tanto caóticos. ¡Me está costando bastante encontrar el punto para reconducirlos! Y como no tengo ganas de estresarme voy haciéndolo sin seguir un patrón fijo: ahora leo uno, ahora el otro, luego vuelvo para atrás o me adelanto mucho, y vuela a empezar. ¡A ver si consigo una narración más fluida y acorde con las expectativas de mi agente!
            De momento mi horario me permite leer y corregir (cuando lleguen los niños, ya veremos). Una amiga blogera me ha dejado leer su novela inédita y ya la he empezado. ¡Es genial que entre nosotros nos apoyemos! Os voy a dejar el enlace a su blog por si queréis ver lo bien que se desenvuelve en la blogosfera y una parte de sus escritos. ¡Ya os contaré!


            Pensad que la mejor manera de llegar a conocer el fondo de una persona es introducirse en su mundo creativo. Un pintor nos da las pistas de su personalidad a través de los trazos que llenan el lienzo, ¡hasta podríamos descubrir el estado de ánimo del día en el que pintó uno de los cuadros! Los cantantes modulan la voz según su alegría o su tristeza y si nos fijamos en los gestos de todos los músicos, en su expresión, en sus ojos… ¡Siempre nos darán una pista de su naturaleza rebelde, tranquila, estresada,…!
            Podría seguir citando profesiones artísticas y en todas ellas podríamos llegar al fondo de la persona con sólo admirar su arte. ¡Incluso un actor nos da pistas al interpretar a un personaje! Y creo que la mejor manera de conocer a un escritor es a través de sus escritos, leyendo entre líneas, elaborando un patrón de ideas comunes que nos pueden aportar una idea clara de su personalidad, de sus sentires, de su manera de actuar.
            ¡Voy a dejarme de rollos y a avanzar un poquito la trama!
            …Avanzamos entre el enjambre de callejuelas que conforman el barrio gótico de Barcelona sin rumbo fijo, dando giros inesperados, retornando una y otra vez al mismo lugar, como si la idea de Ignacio de salir de ahí consistiera en rodear las calles para averiguar cómo convergen en un mismo sitio.
            Me costaba caminar. La cefalea había aumentado de manera considerable, parecía como si una voz lejana intentara acceder a mis pensamientos, como si el embiste de esa voz aumentara los pinchazos que se ensañaban con mi cráneo. Sentía nauseas. Las arcadas se precipitaban por el tubo gástrico y apenas podía controlarlas, pero a pesar de instar a Ignacio a parar, de revelarle mi estado, él continuó caminando al mismo ritmo, como si mis quejas fueran ajenas a sus pensamientos y no llegaran a penetrar por sus pabellones auditivos.
            Ignacio mantenía una expresión ceñuda, como si estuviera realizando un esfuerzo considerable. Sus ojos se movían inquietos, recorriendo cada milímetro de las callejas. Respiraba un tanto fuerte, con sonoros bufidos de aire cada vez que lo expulsara de sus pulmones. Los músculos de su cara estaban rígidos y los de su cuerpo se habían tensado tanto que parecían a punto para saltar a la menor señal de peligro.
            Hacía frío. Las temperaturas gélidas de aquel diciembre me golpeaban la cara y congelaban mi nariz expuesta. Sin embargo Ignacio sudaba, sendas gotas le perlaban la frente y resbalaban impunes hasta perderse en el cuello de su abrigo de borrego marrón.
            -¿Adónde vamos? -pregunté por enésima vez con un hilo de voz-. ¿Por qué regresamos una y otra vez al mismo sitio? ¿No habías dicho que debíamos alejarnos?       
           Mis preguntas no obtenían respuesta. No había conseguido ni un simple gesto de reconocimiento ni una mirada. Estaba tan cansada, tan dolorida y tan mareada que mis piernas decidieron detener el movimiento y quedarse quietas de repente y no responder a los estímulos del cerebro.
            Exhalé un profundo suspiro cargado de enfado y resignación. Ignacio me apremió con el brazo, sin pronunciar palabra ni relajar ni un ápice el rictus tenso de su cara. Había arrugado la frente, como si el esfuerzo que estaba realizando fuera límite y necesitara una concentración extrema.
            -¡No me pienso mover de aquí hasta que me expliques qué está pasando! -inquirí con una hebra de rabia en la voz-. ¡Llevamos media hora dando vueltas por el mismo lugar!
            Ignacio entrecerró los ojos un segundo, aspiró una gran bocanada de aire de manera sonora, cambió la posición de su cabeza y me dedicó una mirada cargada de apremio.
            -Necesito que hagas exactamente lo que te pido -me dijo con una voz opaca que no contenía ninguna inflexión expresiva-. Cuando estemos seguros contestaré a todas tus preguntas.  
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¡Segundo día de trabajo!

8:01 Pat Casalà 2 Comments


         ¡Primer día de trabajo superado con éxito! Tengo un montón de trabajo y poco tiempo, pero ayer conseguí despejar la mesa, ordenar los papeles, descifrar el flujo de caja de estas últimas semanas, arreglar un par de asuntos súper importantes y empezar con la tarea urgente que me estaba esperando…. ¡No está mal!
            Hoy toca empezar en el otro trabajo. ¡Tener dos quiere decir dos “reentrés”! El de hoy es un poquito más aburrido: estoy completamente sola en la oficina y la tarea en sí es un poco más monótona, pero también tiene sus ventajas. ¡Estoy segura de que si las buscas, encuentras ventajas a todo lo que haces! ¡Probadlo!
            Ayer por la tarde empecé con mi primera clase de baile tras tres semanas de soling, panxing y mucha musculación de mandíbula. ¡Me duelen todos los músculos del cuerpo! ¡Creo que no me queda ni uno sin agujetas! Es que pasarme veintitrés días sin hacer ejercicio tiene su castigo.
            ¡La clase fue genial! ¡Cómo he añorado los pasos, mis compañeras, los ánimos del profe! Es que ya os he dicho que todo tiene ventajas y volver a Barcelona para recuperar la rutina me devuelve a mis queridas clases de baile. ¡Por poco que pueda esta tarde repito!
            Si os digo la verdad lo de bailar es como una terapia casi tan buena como ir al psicólogo. Te pasas una hora de reloj sintiendo la música y muy consciente de los pasos. Para mi cabeza es un relax total, ¡deja de pensar una hora! ¡Y no le da vueltas a nada! Solamente se dedica a sentir, contar pasos y bailar, sin tramas ondeando ni problemas asomando ni obsesiones increpando. ¡La música, los pasos y yo!
            Por la noche me fui a cenar con mi marido al Cornelias, ¡esto de estar solos es genial! ¡Aunque si seguimos así me arruino! El restaurante me gustó, los camareros fueron increíblemente amables, el ambiente es inmejorable y la comida no estuvo mal. ¡Así que otro día repetiré!
            Entre tantas cosas que hacer también encontré tiempo para corregir, aunque sólo un capítulo. Estoy en la página 193 de 234, ¡me queda tan poquito para acabar con la primera revisión! A ver si sigo encajando las piezas del horario para seguir con esta tarea.
            Ya os dije que abandoné mi obsesión. Estoy feliz de trabajar y de sentirme realizada con lo que hago, pero en el fondo de mi corazón deseo que mi otro trabajo me lleve a algún sitio, que pueda llegar adonde yo quiero y que me reporte una plenitud inimaginable. ¡Y para eso hay que dedicarle horas y esfuerzo!
            Pero prometo mantener la ilusión y el optimismo, eso que normalmente tengo y que en un momento dado se escurrió por una alcantarilla para dejarme seca de emoción. Y al día siguiente fue como el resurgir del Ave Fénix y volvió a mí con una fuerza tal que arrasó la angustia, la ansiedad y la obsesión que dominaba mi vida.
            ¡A ver si encuentro tiempo para leer también! ¡Ufff, cuántas cosas! No sé yo si debería pedir que el día se alargara y me regalara unas horitas más, por eso de alcanzar a todo lo que me he propuesto.
            ¡Pasad un gran día!  

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¡Vuelta al trabajo!!!! Y..... ¡La trama 17!!!!!!

8:08 Pat Casalà 3 Comments

            ¡Pues llegó el día! ¡De aquí a una hora empiezo de nuevo a trabajar! Ayer dejé atrás la tranquilidad de las montañas y puse rumbo a Barcelona. Los niños se quedaron con sus abuelos en La Cerdanya, así que tengo una semanita para poner a tono la casa, el trabajo y aclimatarme.
            Es la primera vez en mi vida que trabajo el mes de agosto, cuando trabajaba con mis padres solía hacerlo entero de vacaciones, pero todo tiene una primera vez y creo que ésta será interesante y productiva. Una semanita sin niños también tiene su parte de vacaciones, ¿no?
            Tengo ganas de volver a la rutina, de ver de nuevo a mis compañeros y de descubrir la cantidad de papeles que se amontonan sobre mi mesa…. ¡Ufff va a haber un montón! ¡Y de e-mails no os digo! Creo que cuando acabe de colgar el post voy a hacer una primera ojeada al mail, por eso de estar preparada e ir haciendo la inmersión de manera paulatina. ¡Pero que conste que a mí me gusta trabajar! ¡Y más después de tanto tiempo sin encontrar un trabajo decente!
            Lo que me va a costar más va a ser encontrar la manera de ajustar los horarios para no descuidar la corrección de La baraja y reanudar una nueva lectura. Mi intención es buscar el libro de José Antonio. ¡A ver si lo encuentro! Si no, casi me podrías hacer llegar uno, ¿no? Y luego leer el de otro blogero: Las Tres Profecías, de Jordi Nogués. Es importante apoyar a los colegas, así que buscaré la manera de estructurar mi horario y encajar la lectura y la escritura. ¡Ya os diré si lo consigo!
            Os dije que hoy seguiría con la trama. Creo que el capítulo de Svet ya quedó cerrado, es importante acabar cada uno de los capítulos creando algo de misterio para que el lector tenga ganas de seguir y descubrir qué pasa. A mí me gustan los capítulos cortos y un tanto “estresantes”, con ritmo rápido y enérgico. Pero ya sabéis que debo contenerme un poco.
            Así que ahora nos tocaría volver a Sara y a Ignacio, al callejón donde él la encuentra magullada, dolorida y con un fuerte dolor de cabeza….
            …Me dolía la cabeza de una manera intensa. Sendos calambres me subían por la nuca acribillándome el cráneo como si miles de alfileres se fueran clavando en cada milímetro de mi cerebro. Mis tripas estaban revueltas, como si lo poco que había cenado esa noche se estuviera retorciendo en el estómago. Me dolía el golpe de la cara, el labio se me había hinchado, de las encías no paraba de manar sangre que me iba tragando, aumentando así la sensación de mareo.
           Ignacio había llegado justo a tiempo y me había levantado del suelo. ¡Cómo le había echado de menos todos aquellos años! Tenerlo tan cerca, ver aquellos ojos redondos de un marrón pardo que resaltan en su tez que se ha vuelto pálida, chupada, como si algo la estuviera reconcomiendo…. ¡Fue como recuperar de golpe la ilusión! ¡Cómo si todo el tiempo que habíamos estado separados se hubiera fundido en la nada!
            -¿Estás bien? -me dijo, pasando su brazo por mis hombros y permitiendo que apoyara el peso de mi cuerpo en él.
         -Tengo un intenso dolor de cabeza y estoy bastante mareada -contesté intentando componer una sonrisa-. Pero me alegro de que estés aquí.
         No me contestó. Contrajo la cara en un rictus extraño, parecía como si varios sentimientos encontrados lo estuvieran sacudiendo y no se decantara por ninguno. El miedo se palpaba en los labios carnosos que se habían convertido en dos finas láminas azuladas, la tensión le agarrotaba la mandíbula y hacía rechinar un poco los dientes que se mantenían apretados, pero en sus pupilas refulgía una luz especial, un brillo de emoción, una puerta a la ilusión que sentía al reencontrarme.
            -Vámonos de aquí. -Me ayudó a caminar por el callejón oscuro y desierto-. Hemos de encontrar un sitio seguro. ¡No sabes en qué te has metido!
            -¿De qué hablas? ¿En qué me he metido? -repliqué nerviosa-. ¿Dónde me llevas?
         Volvió a tragarse la contestación. Ejerció una leve presión en el brazo que había pasado por mis hombros para instarme a caminar y guardó un mutismo absoluto ante la ametralladora de preguntas en la que se había convertido mi boca.
            Pasados unos diez minutos de intento infructuoso de saber qué estaba pasando me callé y empecé a seguir su ritmo de avance. Caminaba con pasos largos y poderosos, sus músculos escuálidos en apariencia se tensaban en el torso mostrando una preparación que pasaba desapercibida a simple vista. No resollaba como yo ni parecía que cargar conmigo le reportara un esfuerzo extra...
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¡De vuelta a Barcelona!!!!

10:00 Pat Casalà 0 Comments


¡Llegó el último día de vacaciones! Han sido tres semanas fantásticas, con descanso, salidas, playa, montaña y diversión. Voy a hacer las maletas con entusiasmo, sin dejar de disfrutar los últimos segundos y con la cabeza llena de recuerdos felices que me van a acompañar durante muchos días.
            Irme y volver a la rutina laboral me produce sentimientos encontrados. Por un lado despierta la nostalgia de dejar atrás la falta de horario fijo, la posibilidad de dedicarme a todo lo que me gusta sin renunciar a nada y de estar junto a mi familia todas las horas. Por otro tengo ganas de volver a mi lugar de trabajo, ver a mis compañeros y aceptar todos los retos a los que me enfrento cada día.
            Suerte que voy a revivir las cosas buenas de las vacaciones una y otra vez, analizándolas desde todos los ángulos y encontrando siempre más matices agradables de cada uno de los días pasados. ¡Algo bueno ha de tener darle mil vueltas a las cosas!
            Me ha encantado encontrar tiempo para volver a leer libros que me llenan, para casi terminar la primera revisión de La Baraja con ojos críticos y mucho afán de descubrir todas las lagunas narrativas que presenta. También estoy contenta de no haber fallado ni un día en el blog, a pesar de que las visitas han menguado durante este mes, hay mucha gente de vacaciones, he conseguido mantener un mínimo de veinte visitas diarias, ¡y eso es genial!
            A veces las vacaciones sirven para conectar de nuevo con algo que habías aparcado. Lo cierto es que tras el último invierno había perdido la ilusión por la escritura, se había convertido en algo que sólo me reportaba frustración, pero entre el blog y mi entusiasmo de este verano he conseguido que renaciera esa emoción primaria que toda la vida me ha empujado a crear historias y a desarrollarlas.
            Ahora estoy segura de que en Barcelona voy a volver a encontrar el tiempo que me faltaba para continuar con mi vocación y que también renacerá en mí el deseo de avanzar en este mundo, pero siempre procurando que ese deseo no ofusque mis sentidos.
            El calor no nos ha abandonado. La casa parece un horno por las noches y necesito mantener la ventana de mi cuarto abierta si quiero dormir. ¡Nunca había pasado tanto calor en las montañas! Espero y deseo que estos próximos días la temperatura se estabilice un poco y nos regale días un tanto más frescos.
Mañana seguiré con la trama que nos ocupa, ahora me voy a hacer las maletas y a dejarlo todo preparado para irme. ¡Un beso! ¡Y feliz domingo!

             
            

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¿Cómo reaccionarías???

10:23 Pat Casalà 3 Comments


            Sigamos analizando algunos aspectos de la escritura que me cuestan, buscando las piezas idóneas para crear unos personajes que lleguen al alma y no se queden en meros estereotipos, alimentando la ilusión de que todas y cada una de las personas imaginarias que nos acompañan a través de las páginas impresas sea capaz de introducirse en nuestros corazones y hacerlos vibrar de manera absoluta.
            ¿Qué haríais si descubrierais de golpe y porrazo que muchas de las verdades que construyen vuestro pasado se derrumban de repente? ¿Si averiguaseis que la mayoría son mentira y que la realidad es completamente distinta a la que pensabais? Yo creo que actuaría como la mayoría de mis personajes: con una angustia implacable recorriéndome, una serie de llantos desesperados y un dolor indescriptible en la boca del estómago.
            En todas las novelas que he escrito, incluso en la que dejé inacabada, parte de la trama nos plantea las cuestiones que os he dejado escritas. Cada una de mis protagonistas, todas son mujeres de diversas edades, llegan a una encrucijada en la que deben asumir el montón de mentiras que han construido los muros de su pasado.  Esos muros se van desintegrando a medida que descubren la verdadera base de su devenir y deben volver a construir la realidad a partir de sus próximas acciones.
            Vamos por partes. Laura Lluna, la protagonista de La Luna de Onixon, se despierta una mañana en su casa de Barcelona y siente la llamada de algo que no sabe explicar. Su marido la ha abandonado hace pocos meses y ella está destrozada, por lo que decide dejar toda su vida atrás y adentrarse en una aventura que la llevará a descubrir los grandes secretos que envuelven su nacimiento y su verdadera condición. No os voy a explicar qué es lo que descubre, puesto que os explicaría todo el libro, pero sí os diré que en el caso de Laura las revelaciones se van sucediendo a medida que avanza la historia y que ella aprende a aceptarlas poco a poco, con entereza.
            Sandra Pons, la protagonista de Géminis, tiene un accidente de moto que desata una persecución por toda Barcelona en busca de lo que se esconde en su rodilla. A través de un video antiguo averigua cuáles son sus raíces y se desmorona. Es una chica superdotada de 24 años a quien la vida le da un golpe certero al poner cada cosa en su lugar. ¿Qué haríais si de repente descubrierais que las personas a las que llamáis padres no lo son en realidad? ¿Y que ellos escondieron algo en vuestra rodilla al nacer por lo que hay personas dispuestas a matar?
            El varapalo de Marta Noguera ya os lo expliquen ayer, así que no me voy a repetir. En el caso de Marta las reacciones vienen acompañadas por una serie de percepciones paranormales que la van bombardeando a medida que avanza la historia. Y, para intentar encontrar a su hija, ha de enfrentarse a varios sucesos increíbles que van descubriendo su carácter fuerte y luchador.
            Ángela Harris, la protagonista de El Secreto de los Cristales, es una mujer un tanto traumatizada por su pasado que de repente debe asumir todo aquello que ha aparcado voluntaria y obsesivamente durante toda su vida. La muerte de su madre y su padre adoptivo a manos de un asesino desconocido la obliga a aceptar su naturaleza y destino. Pasa por muchas situaciones límite en las que se va deshaciendo lentamente de los traumas infantiles para permitir que resurja una personalidad fuerte y capaz de vencer a las adversidades.
            Lily Macright, la prota de la novela inacabada Indicios, ha de enfrentarse a la muerte de un hombre a manos de su marido. Es una ama de casa acomodada de Londres que al principio no puede ni pensar en lo que ha descubierto por casualidad sin echarse a temblar. Pero en pocos días verá cómo toda su vida se tambalea y es capaz de enfrentarse a varias realidades que rehacen rápidamente las paredes de su pasado, descubriendo quién es en realidad, de dónde viene y qué debe hacer para salvar al mundo.
            Y llegamos a mi querida Pam Casas, una detective del cuerpo de Mossos d’Esquadra nacida en el seno de una familia de la alta sociedad barcelonesa. De niña descubre que tiene la capacidad de trasladarse con la mente a escenas de crímenes y que puede reproducir los últimos momentos de vida de la víctima. Al hacerse mayor de edad decide utilizar su don para atrapar a los desalmados que quitan la vida sin piedad y eso la lleva a romper con sus padres y su hermana, quienes conforman una familia con buena imagen de puertas para afuera, pero con una triste realidad en el interior de su casa. Al principio de la novela descubre que la abuela a la que creía muerta acaba de morir asesinada.
            Si os decidís a comentar, me encantaría, me gustaría saber cómo os comportaríais ante las situaciones descritas, qué reacción tendríais, cómo lo encararías.
            ¡Pasad un buen sábado!   

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De sentimientos y reacciones

9:59 Pat Casalà 0 Comments


            El día despunta en las montañas con el sol ascendiendo tras los montes lenta, pero inexorablemente, augurando otro día de calor sofocante, como los que deberían haber aparecido a principios de agosto, pero que han decidido concentrarse a finales. ¡Es un tanto inaudito! En la segunda quincena de agosto normalmente el tiempo es más fresco y las tormentas de verano suelen aparecer a las tres de la tarde, pero este año todo es distinto…
            Hoy me gustaría hablar de sentimientos, reacciones, alegrías, decepciones,… El hecho de plantear la reacción de Svel y descubrir que cada uno de vosotros actuaríais de maneras tan diversas me abre una serie muy interesante de temas en los que ahondar.
            Al describir a un personaje tiendo a conferirle una pasionalidad intrínseca a su forma de ser. Las escenas que se describen en mis libros son fuertes, impactantes, de aquellas que removerían los cimientos a cada uno de nosotros y la forma que tienen mis personajes de encarar esos desafíos siempre suele ser ardiente, con explosiones de angustia, llantos o desesperación.
            Esta forma que tengo de personalizar mis propias reacciones en las vidas de las personas que moran en mis libros es una de las características que estoy intentado cambiar, ofreciendo matices distintos en cada una de las reacciones para ofrecer una variedad de personajes más rica y adecuada a la realidad.
            ¡Me encantó el comentario de M. acerca de cómo ella hubiera reaccionado ante la voz de Úrsula! Para escribir bien hay que aprender a escuchar y a buscar otras maneras de encarar la corrección. Si me han avisado de que faltan esos matices, esa rebaja en la intensidad de la reacción de algunos de los personajes, es súper interesante conocer vuestras formas de reaccionar, vuestros instintos, la manera de encarar y sentir un posible descalabro en vuestras vidas.
            Os abro la zona de aquí abajo para que me ayudéis a encontrar opciones, para que cada uno de vosotros me indiquéis qué sentiríais en las situaciones propuestas y cómo lo encararíais. ¡Aunque os cuesta un montón comentar! Excepto M., José Antonio y Bego esporádicamente.
            Estoy segura de que en una situación como la de Svel yo arrancaría a llorar desconsolada, con un ataque de ansiedad y angustia acosándome. Los días posteriores, mientras las imágenes borrosas de lo sucedido en el incendio me fueran bombardeando sin piedad me iría rindiendo a una especie de análisis frenético de lo que estoy recordando, sin parar de darle vueltas una y otra vez a lo que me está pasando, analizando cada dato de manera un tanto obsesiva, experimentando un nudo en el estómago.
            Cuando me suceden cosas siempre reacciono igual, con un fuerte impacto emocional y no puedo abandonar el hábito de indagar concienzudamente las razones que me han llevado a una situación donde me siento mal, donde el dolor de estar ante un contratiempo o algo inexplicable me recorre las entrañas.
            En mis novelas las situaciones descritas son mucho más intensas. El Secreto de las Cuartetas empieza con una Marta Noguera testigo del brutal asesinato de sus padres a manos de su marido, quien también se lleva a su hija de cinco años. ¿Cómo os sentiríais en ese instante? ¿No se tambalearían los cimientos de vuestra existencia? ¿No llorarías, patalearíais y os sentiríais total y absolutamente secos por dentro, traicionados, sin aliento?
            En La Baraja hay mucos momentos donde los personajes se enfrentan a momentos desquiciantes a instantes en los que sus vidas sufren un revés que irremediablemente los empuja al final de un ciclo de su vida para iniciar otro. ¡Espero saber encontrar la manera de describir bien las reacciones de cada uno y de que no parezcan todas cortadas por el mismo patrón!
            ¡Feliz viernes!

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Definiendo la reacción de Andrea

10:48 Pat Casalà 4 Comments


Un día más vuelvo a estar sentada en mi sillón a una hora temprana, mientras la casa duerme y toda mi familia descansa en sus mullidas camas. ¡Me quedan poquitos días de esta rutina! Luego volveré al trabajo y los días se sucederán inmersos en la rutina cotidiana, metida entre balances, contabilidad, recursos humanos, números,…
            A pesar de que me quedaría aquí eternamente, repartiendo mi tiempo entre la escritura, la lectura y mi familia, estoy agradecida de poder volver a Barcelona y que me esté esperando un trabajo remunerado. Mis sueños de vivir de la escritura de momento son sólo eso, sueños, y en estos meses en el blog he conseguido un imposible: vivir sin la ansiedad de visualizar un futuro claro. Así que ahora me despierto por las mañanas y no planifico (bueno, sí el día a día y algunas cosas, pero no a largo plazo como antes), sencillamente vivo y siento lo que sucede a medida que se va produciendo. ¡Y realmente es una liberación!
            Con mi carácter metódico y planificador este giro inesperado en el devenir de los días es un cambio increíble. Casi no puedo creerme que todavía siga aquí, pegado a mí, y que no esté ya sintiendo el acoso de los sueños instándome a realizarlos, a llegar a la meta trazada, a ver que sucederá. ¡Ahora ni yo misma lo sé! De momento voy corrigiendo, voy escribiendo aquí cada día y me alegro un montón cuando sube el número de visitas, recibo comentarios o alguien me escribe, me llama o me da su opinión acerca de los posts o de la historia que vamos tejiendo en este rinconcito del ciberespacio.
            Ayer os describí lo que veo desde mi sillón, aunque hoy el sol está un tanto viciado por una capa de nubes poco densa que emblanquece el azul del cielo y apaga un poco la intensidad de los rayos de luz vertical que impactan en el seto y en césped. De todas maneras se adivina otro día de calor intenso. ¡Ayer a las nueve de la noche estábamos a 30 grados! Esta temperatura es inaudita en la Cerdanya, normalmente por la tarde-noche, cuando el sol se esconde, el termómetro desciende hasta crear un ambiente fresco y agradable.
            Le he estado dando vueltas a los comentarios de M. acerca de Andrea. Ayer contesté mi punto de vista, aunque quizás debería cambiar un par de cosas para que la reacción de la chica quede integrada en la situación y sea creíble. Mi primera reflexión es para el nombre. ¿Está bien que una chica de Transilvania se llame Andrea? No sé, me da que no cuadra mucho. ¡Aportad ideas, por favor!
            En cuanto a su carácter, M. tiene razón, no puede ser una persona tranquila que de repente reaccione de una manera tan exagerada, así que vamos a definir su personalidad para que la escena cuadre, ¿OK?  
            Bien “Andrea” (lo pongo entre comillas hasta que decidamos cómo se llama) se despertó en la UCI de un hospital a la mañana siguiente del incendio que había arrasado su casa con toda su familia dentro sin saber dónde estaba ni qué había pasado. Tenía quemaduras importantes en la espalda y en los muslos, unas quemaduras que le iban a dejar una huella impresa en la piel el resto de su vida. Había aspirado una ingente cantidad de humo y sus pulmones estaban resentidos. Le dolía la cabeza, el tórax y debajo de las vendas con ungüento que cubrían las quemaduras.  
            Eduardo se presentó en la UCI a primera hora de la mañana, justo cuando una desorientada “Andrea” acababa de abrir los ojos a la consciencia. Se sentía mareada, confusa, sin capacidad para recordar los sucesos de la noche anterior. Sus recuerdos acababan en la cena familiar que había compartido con sus padres y sus cuatro hermanos. Luego todo se fundía en una oscuridad absoluta.
            A través del relato de Eduardo la chica fue recomponiendo las piezas de lo acontecido, pero siempre le quedó una laguna imposible de rellenar, un sinfín de preguntas acerca de porqué ella estaba en el salón y no en el piso de arriba, cómo se pudieron dejar el gas abierto y qué era aquella angustia que acompañaba de manera implacable la negrura que cubría las horas posteriores al incendio.
            Cuando salió del hospital se fue a vivir a un orfanato hasta su mayoría de edad, en ese momento tenía 16, así que sólo fueron dos años. Eduardo le escribía cartas constantemente y la iba a visitar cada vez que podía. Entre ellos se forjó un vínculo profundo que culminó en un matrimonio feliz cuando “Andrea” cumplió los dieciocho y aceptó irse a Barcelona con él a cursar sus estudios.
            Era una chica lista, con facilidad para los idiomas y una capacidad de concentración que le facilitó aprenderse de memoria todos los manuscritos de anatomía requeridos para su carrera. La vida le había dado una segunda oportunidad, así que la aprovechó para dedicarla a ayudar a personas sin recursos.
            Ella y Eduardo eran felices trabajando en una ONG y viajando a los países más pobres del planeta para poner sus conocimientos médicos al servicio de los necesitados, pero “Andrea” nunca logró deshacerse de las pesadillas que la asaltaban por la noche ni de algunas imágenes fragmentarias del fuego quemándole la piel ni de la sensación que faltaba algo por descubrir, que había una pieza que no encajaba, una pieza que su mente había bloqueado deliberadamente.
            Se convirtió en una chica reservada que arrastraba un trauma desde que despertó en aquel hospital. Cuando miraba las cicatrices en la espalda y en los muslos un sudor frío y resbaladizo se ocupaba de acompañar la angustia que se propagaba por su interior, como si todos sus sistemas intentaran recordar, encontrar las respuestas, explicar sus lagunas.
            Por eso cuando escuchó esa voz en la habitación del hotel se quedó en un estado catatónico, sin reacción, con la angustia escalando posiciones en su interior a medida que las imágenes fragmentarias de aquel día se iban filtrando por las grietas de la desmemoria.
            ¿Mejor así????? 

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¡Una descripción!

10:18 Pat Casalà 6 Comments


            ¡Qué calor! Por estar en las montañas el calor es sofocante. ¡Durante la noche la casa llega a 26 grados centígrados! Normalmente a eso de las siete de la tarde aquí las temperaturas caen, entonces se necesita un pantalón largo y un jersey fino para caminar por el exterior. Evidentemente la posibilidad de cenar al aire libre es remota. Sin embargo ayer alcanzamos los 35 grados durante el día y por la tarde bajó a 26, lo que significa que hacía un calor impresionante para estos parajes.
            Hoy el sol vuelve a reinar en el cielo. ¡Es tan bonito! A través de los ventanales de carpintería de madera marronosa que se asientan frente al sillón  donde estoy sentada, tras una mesa de entro de marrón casi negro y un sillón tapizado en una tela negra donde se dibujan varias hojas en color blanco, veo mi pequeño jardín. El seto está creciendo y en poco tiempo será tan espeso que no dejará ver el exterior. Los rayos de sol inciden directamente sobre sus ramas verdosas, confiriéndole un color más nítido y brillante, como si su carácter cambiara a medida que el día avanza y ahora estuvieran joviales, alegres, felices. El único sonido que rompe el silencio sacro de esta casa son las teclas del ordenador y el piar de un pájaro mañanero. Es un pío-pío regular, con una cadencia melódica, parecido al cri-cri de una cigarra, pero con voz de pájaro.
            El césped aparece iluminado a manchas. La sombra de los setos se abalanza sobre él creando una parte oscura y pequeños espacios de verde intenso, contrastando la parte oscura con la clara, como si quisiera formar dibujos. Y la piedra de la región que alicata una parte del jardín recibe de lleno los rayos solares, se calienta tanto que cuando salimos a tomar el sol o a descansar un rato al aire libre los pies descalzos se abrasan en las suelas. La zona destinada a la mesa no se ve desde aquí, está en el otro recodo, es una mesa redonda de madera con un enorme parasol blanco aposentado en el centro para protegernos de la mordedura implacable del sol a la hora de comer.
            Mi vista se ha enredado unos segundos en la piedra que conforma las paredes de la casa de delante, una piedra que acaba en el tejado inclinado de pizarra tan característico de esta zona montañosa. Y un poco más allá está la salida de la chimenea de uno de los franceses que vive siempre en el pueblo. Es una salida de piedra blanca muy alta que sobresale de su tejado y afianza su soberanía sobre el lugar con un tubo cilíndrico que sale de la capucha y que lleva dos piezas rectangulares de color negro adheridas tanto delante como detrás. ¡No tengo ni idea de qué puede ser!
            Hasta aquí mi descripción de hoy. He intentado un ejercicio descriptivo para contar con vuestras opiniones. ¿Está bien? ¿Podéis formaros una idea de lo que veo a través de los ventanales a partir de mis palabras? ¡Me irían bien opiniones! Es que como siempre me dicen que lo que me fallan son las descripciones….
            Bueno, hasta aquí la entrada de hoy. Mañana más.
            ¡Un beso y feliz miércoles! 

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La voz (la trama 16)

9:06 Pat Casalà 4 Comments

            ¡Estoy enganchadísima a mi libro de lectura! No os podéis imaginar el trabajo que me cuesta pausar las horas para leer y no engullirlo todo de golpe, como suelo hacer. Cero que este ejercicio me puede beneficiar a la hora de no estresar las novelas, ya que si logro contener esa ansia de saber qué va a pasar y la centro en analizar los tiempos, el ritmo y la escritura, seguro que yo misma me relajaré a la hora de contar historias. Aunque tengo unas ganas locas de continuar leyendo….
            En un mundo perfecto, uno de aquellos que mi mente teje para mí, me encantaría repartir el tiempo entre la escritura y la lectura, vivir de mis libros, pasarme el día creando y absorbiendo otras creaciones, moldeando personajes y circunstancias. Pero la realidad es muy distinta de los sueños y, la verdad, también es una agradable realidad. A ver si la crisis no lo estropea todo,….
            Desde luego mi capacidad literaria aumenta cuando las obligaciones cotidianas no ahogan el tiempo que me queda para escribir. He corregido más de la mitad de La Baraja con mucha dedicación, me he leído cuatro veces cada capítulo antes de darlo por terminado y me sorprendo constantemente pensando en fallos o carencias en los anteriores, por eso vuelvo a ellos. He pensado mucho en los cofres y he adelantado la historia en mi cabeza. He leído casi dos libros. E incluso os dejé un post con varios interrogantes acerca de nuestros orígenes, de nuestro futuro, de la vida en el espacio… ¡Genial!
            Hoy toca continuar con la trama.
            … Cuando Eduardo entró en la habitación del hotel se encontró con Andrea tiritando de frío ante la televisión, con el pelo chorreando sobre su piel desnuda, creando regueros de agua que se fundían en el suelo, en un charco alrededor de sus pies descalzos. Su mujer parecía catatónica, con la mirada fija en la pantalla, los ojos extremadamente abiertos, casi sin parpadeos, la boca abierta de par en par, con la palma de la mano izquierda posada en ella, como si quisiera taparla. El dedo índice de la mano derecha apuñalaba el aire en dirección a la televisión, como si en su posición pétrea quisiera señalar algo que la había dejado conmocionada, con el vello en punta, el cuerpo presa de tembleques y la respiración un tanto entrecortada.
            El médico corrió al baño a buscar una toalla con la que envolver a Andrea. La arrulló como a un bebé mientras no cejaba en el empeño de bombardearla a preguntas para entender qué le sucedía. Su mujer era una persona tranquila, con carácter sosegado, nunca se alteraba por nada y solía ser un tanto reservada para sus cosas.
La llevó a la cama con dificultad, los pies de Andrea parecían adheridos al suelo con pegamento y sus piernas dos bloques de acero que costaba un mundo mover del sitio. A pesar de la alarma en la voz de Eduardo y de sus preguntas urgentes, la chica estaba muy lejos de ahí, perdida en recuerdos olvidados, en un torbellino de imágenes que se mezclaban con aquella voz de mujer que había escuchado en la tele, con la cadencia melódica que la llevaba a otros tiempos, a un momento de angustia feroz y  mucho dolor. A escuchar gritos, histeria, lloros descontrolados.
-¡Andrea! -Le gritó por cuarta vez Eduardo una vez consiguió sentarla a los pies de la cama, abrazándola por los hombros-. ¿Qué te pasa?
Ella reaccionó. Parpadeó cuatro veces y unas lágrimas cristalinas se encargaron de resbalar impunes por sus mejillas pálidas y perderse en la comisura de sus labios llenando la boca seca con un sabor salado.
-El fuego…mis padres…la casa -tableteó sin lograr centrar sus palabras ni sus pensamientos-. ¡Esa voz! ¡Hay algo en esa voz!
Eduardo la atrajo hacia sí, la envolvió con sus brazos y le frotó la espalda para ayudarla a entrar en calor, sin entender qué le estaba diciendo. Había conocido a Andrea un día muy lejano, una noche en Transilvania, en un Inter-rail con los amigos de la facultad. Aquella noche se había perdido del grupo justo cuando salían de visitar el castillo de Vlad el Empalador, y cuando divisó el fuego a escasa distancia su instinto lo llevó a la casa en llamas donde la rescató.
Andrea estaba en el salón, hecha un ovillo, gritando de miedo y angustia, con las llamas rodeándola, en estado de shock. Eduardo escuchó sus lamentos cuando llegó al lugar y sin pensárselo dos veces había tirado su mochila al suelo, la había abierto y se había rodeado el cuerpo con la toalla que llevaba dentro. Con una súbita determinación había pataleado la puerta hasta que cedió y se había abalanzado entre las llamas para sacar a volandas a la joven que se había quedado paralizada de miedo y terror.
Una vez en el exterior Andrea se había desgañitado hablando de sus padres y hermanos, quienes todavía estaban en la casa, pero justo cuando Eduardo había intentado volver a entrar el piso de arriba se vino abajo y la casa ardió con mayor intensidad. Andrea se había desmayado al descubrir la realidad, que había perdido a su familia y cuando despertó tres días después en el hospital, con Eduardo a su lado, no había sido capaz de recordar nada del incendio….
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Un día en las montañas

10:45 Pat Casalà 2 Comments


            Empieza la última semana de vacaciones y la voy a aprovechar a tope. Ayer pasamos un día en familia, un día agradable, entretenido y feliz. Como es habitual en agosto, aquí en las montañas, por la tarde cayó una tormenta de verano.
El sol lució por la mañana de manera intensa, regando nuestras pieles con sus rayos, calentando la atmósfera, permitiéndonos un baño en la playita del lago de Matemale. El agua estaba congelada, pero nos metimos en ella y chapoteamos divertidos mientras mi marido encendía la barbacoa. En Matemale hay unas edificaciones circulares de piedra con una abertura y una repisa que permite varias barbacoas a la vez. La hospitalidad entre los que encienden el fuego y esperan a que las brasas cocinen la carne que traen es inmensa. A veces cedes tus brasas a alguien que acaba de llegar justo cuando has terminado de cocinar, otras te las ceden cuando acabas de llegar y no necesitas encender el fuego.
            A las tres de la tarde unas nubes negras y amenazantes empezaron a tapar el sol con su porte arrogante, avisando con truenos lejanos la intención de deshacerse en una lluvia fuerte y compacta en algún momento cercano. La temperatura descendió poco a poco, al compás del viento gélido que precede la tormenta y arrecia contra los árboles impetuosos que rodean las mesas de picnic. El sonido de las hojas empujadas por las ráfagas de aire que traían las nubes nos acompañó mientras recogíamos todos nuestros enseres y los llevábamos al coche.
            Nos fuimos al pueblo de Les Angles, donde las primeras gotas gordas y heladas empezaron a caer de golpe. En pocos segundos una cortina de agua anegaba las calles. Nos refugiamos en una crepería durante un rato, viendo cómo las gotas enormes en las que las nubes se deshacían iban bajando las temperaturas en el exterior.
            El resto de la tarde la pasamos en casa, descansando. Mi marido miraba la tele, los niños jugaban a la X-Box y yo corregía La Baraja. Luego nos fuimos a cenar unas pizzas con unos amigos y nos quedamos a ver un poco del Barça-Madrid (a mí no me gusta el futbol, así que a la media parte me volvía a casa y me metí en la cama).
            Mañana voy a seguir un poquito con la trama. La verdad es que últimamente le doy muchas vueltas y voy encontrando matices interesantes para ir añadiendo a medida que avance el relato. ¡Ojalá esa tendencia que tiene mi mente a darle vueltas a las cosas me diera una tregua! Hay veces en las que desearía olvidarme de todo y ya está, sin analizar hasta el último detalle de todo lo que sucede. Pero no hay ningún interruptor que me ayude en eso, ¡aunque no pierdo la esperanza de que algún día lo inventen!
             Sin embargo, sin esa capacidad nunca podría escribir sin parar ni leer tanto ni rendirme ante una vocación que tantas emociones despierta en mi interior. La verdad es que a veces me gustaría ser como Pamela Casas y tener una baraja de tarot que interpretara el futuro en todo su esplendor, o como Marta Noguera y recibir imágenes proféticas del pasado y del futuro. ¡Sería increíble saber hacia adónde vamos y de dónde venimos! ¡Contestar a todas las preguntas que se despiertan en mi interior cada día! Quizás por so me gusta tanto escribir sobre ese tipo de capacidades paranormales, porque me encantaría que fueran reales.
            Bueno, hasta aquí la entrada de hoy. ¡Espero que todos estéis disfrutando a tope de este día festivo! Aquí el sol reina en un cielo exento de nubes y se augura un día despejado, caluroso y perfecto. Sin embargo la tormenta de la tarde es posible que aparezca, como cada día.
            ¡Pasad un día genial!!!!!

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