Amigas
¡Buenos días! En pocas horas cojo un vuelo a Santander para
asistir al Nora mañana y pasar dos días más con amigas.
Todavía ahora me cuesta pronunciarlo con todas las letras y
sentirlo de verdad. Amigas. A veces es difícil enfrentarse al pasado, descubrir
una estela de momentos ansiosos, decir en voz alta lo que sucedió y encontrar
el punto justo de la culpabilidad en ambos sentidos. Pero por suerte he
recorrido un larguísimo camino, he desnudado mi alma muchas veces en las
novelas y he afrontado de la mejor forma posible los reveses del pasado.
La amistad era un término oscuro para mí hasta hace unos
años y en los últimos ocho meses le he dado una nueva y apasionante dimensión.
Porque sí, al fin puedo afirmar sin miedo a equivocarme que tengo amigas, de
las de verdad, de las que me quieren por lo que soy, no por lo que debería ser,
de las que me aceptan con mis defectos y mis virtudes y con las que me siento
yo misma.
Ser diferente no es fácil cuando eres una niña. Diferente no
es rara ni nada parecido. Es simplemente que sientes y piensas de una forma
distinta a la mayoría de los otros niños. Pero a esa edad eso se convierte en
un estigma que acaba cristalizando en cuchillos afilados contra tu corazón.
¿Cuántas veces hemos escuchado la palabra bullying y nos
hace estremecer? ¿De quién es la culpa? ¿Se lo merece la víctima?
Durante muchos años esas preguntas me ahogaban con la
necesidad de darle una dimensión real a las respuestas, de entenderlas y de
entenderme a mí misma, de comprender esas heridas que quedaron asidas al alma y
me hacen vulnerable a veces, esas que durante demasiado tiempo me impedían
respirar cada vez que me daba en una relación de amistad. Porque creo que la
secuela más dura de ser diferente de niña y de pasar por situaciones dolorosas
es la baja autoestima que te queda después, esa que se ensaña contigo cuando te
enfrentas a nuevos retos, sobre todo en el pantanoso mundo de la amistad.
Escribir fue mi terapia. Exorcizar mis demonios a través de
volcar todos y cada uno de mis sentimientos en las historias me ha ayudado
muchísimo, compartir con las que ahora puedo considerar amigas verdaderas mis
escritos me ha dado alas para resurgir de esas cenizas que en el pasado se
ensañaron con mi corazón.
Desde que en septiembre me fui a Hamburgo a ver a Mabel he
ido dándome cuenta de cómo he cambiado estos últimos años, de cómo crear lazos verdaderos
me ha ayudado a madurar en muchos aspectos, a reconciliarme conmigo misma, a no
esconder esas diferencias con los demás y a quererme como soy.
Quizás algún día sea capaz de darle consistencia a esas experiencias
en un libro, hasta la fecha no he podido porque me ayuda más escribir sobre
cómo concibo yo la amistad, cómo la construyo cada día con mis verdaderas
amigas y cómo el dar y recibir no se convierte en algo unidireccional y dañino.
Muchas veces doy las gracias a esas amigas que me quieren de
verdad. Les doy las gracias por darme una oportunidad de ser yo misma, de
aceptarme aunque sea obsesionada con The Royals, frustrada a veces porque no se
vende, con esa manía con los capicúa, llena de sentimientos que explotan con
facilidad llenando mi cuerpo de emociones diversas, adicta a ponerles trocitos
de las novelas por el chat sin darles pistas de a cuál de ellas pertenece, apasionada
por ver una y otra vez la misma serie, los resúmenes de YouTube y los episodios
hasta aprenderme los diálogos de memoria, adepta a los libros, tanto que a
veces pierdo la noción del tiempo y me acabo uno en apenas un día, una tarde o
incluso una noche.
Nunca dejaré de
agradecerles sus lecturas, su cercanía y su forma de integrarme en su mundo sin
pedir nada a cambio, de hacerme sentir tan yo que no me cuesta decirles la
verdad sobre mi interior. Pero también soy feliz conmigo misma porque a veces
darse de verdad, quitarse complejos, deshacerse de las cadenas que te reprimen
convirtiéndote en una versión reducida de tu realidad es el primer paso para
abrir tu corazón y salir del círculo vicioso que te hace apartarte de los
demás.
Ahora veo claro que esa evolución de Lúa en Un último día conmigo de la que habla la
administradora del blog Books of the
night (enlace) contiene mucho de mi propia historia, muchísimo más de lo
que pensaba cuando la escribí. Y también Aurora con sus miedos. Y muchísimo
Marta Noguera. Porque para escribir hay que abrirse en canal, acceder a tu alma
y desnudarla aunque sea a trocitos.
¡Feliz día! J
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