Fin de semana de cine

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Poco a poco las cosas vuelven a su sitio y voy concretando muchos de mis siguientes pasos. Es bonito saber qué quiero teniendo en cuenta también la parte negativa de cada decisión.
Una de las actividades más comunes con mi marido el fin de semana es ir al cine. Vamos casi cada fin de semana a ver una película de estreno y después, cuando intentamos ver algún título en la tele resulta que las buenas las hemos visto todas…
Me encanta la pantalla grande, las mil sensaciones de esos aparatos de sonido que consiguen hacerme vibrar como si estuviera dentro del film, la escasa luz, las palomitas, las emociones que se apoderan con rapidez de mi cuerpo al sentir los sucesos de la pantalla como propios.


Soy muy sensible, tanto que las lágrimas aparecen fácilmente en mis ojos y la idea de que nadie interrumpa los momentos más emotivos me parece un lujo. En casa pueden abrirme la luz, hablarte, pasar por delante de la tele o incluso apagarla en el momento álgido. Y eso para mí es un bajón importante. Es como cuando estás leyendo un libro y al llegar al momento más intenso alguien te habla, ¿verdad que molesta? Pues para mí con las series o las películas es lo mismo.
Desde que vamos tan seguido al cine me he dado cuenta de que no siempre es tan perfecto como debería. Las butacas son cómodas, vamos a unas multisalas bastante modernas. Solemos colocarnos en la mitad o incluso un poco más adelante, nos gusta ver la película de cerca. Compramos casi siempre las entradas Online para evitar colas, con códigos descuento. Y llegamos justitos para ver los anuncios empezados.


Pero últimamente no logro disfrutar del todo por culpa de las personas sentadas atrás. ¿No se dan cuenta que frente a la butaca que patean con asiduidad hay una persona? ¡Es tan molesto! De repente noto un golpe en la espalda, varios movimientos, incluso patadas en toda regla. Y eso también rompe la armonía de la pantalla, me distrae y me fastidia.
¿Tan difícil es pensar en la persona de delante? A mí me encanta colocar los pies en el respaldo de la butaca de enfrente, es súper cómodo, pero no lo hago cuando hay alguien sentado, apenas la rozo para evitarle los latosos golpetazos. Y me gustaría que las personas de atrás respetaran también mi espacio.


Este sábado fuimos a ver una película que me gustó mucho, aunque me pasé un buen rato con los ojos cerrados y apoyada en el hombro de mi marido. (Ya os he dicho que soy muy sensible…). Se llama American Assassin y la recomiendo muchísimo si os gusta el cine de acción.
Mientras la veía me sucedió algo curioso. El protagonista me sonaba muchísimo, pero no lo ubicaba. Y al llegar a casa lo busqué en Google para descubrir que era la versión adulta de mi Stiles de Teen Wolf. ¡Os juro que me quedé de una pieza! En la película estaba tan distinto para mejor que todavía no me lo creo…

¡Feliz día! J

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