A veces hay que pararse a respirar

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Hoy me despierto con un dolor intenso en mi interior, sin demasiadas ganas de escribir ni de sonreír, pero a medida que avance el día espero deshacerme de esta sensación de tristeza para enfrentarme a las situaciones con la certeza de que vamos a salir de esta.
Llevo dos noches sin dormir y eso no ayuda, sin embargo en mi casa somos personas fuertes, con mil motivos para apoyarnos los unos a los otros y caminar con determinación hacia una solución.


Tampoco he sido capaz de escribir estos dos días ni de encontrar la energía para pensar en positivo. Hoy empieza el camino a la serenidad, la gran batalla por superar cada escollo y la primera parte de una nueva forma de encarar los obstáculos con la ilusión necesaria para dejar atrás los malos momentos.
¿Cuántas veces una decisión de alguien puede terminar en un desastre de consecuencias catastróficas para tu familia? Siempre he creído en el diálogo, en pensar las cosas antes de actuar, en valorar los pros y los contras y en escuchar a mi entorno antes de dar un paso en caliente que luego lamente.


No siempre es posible seguir esa manera de actuar, a veces los sentimientos me nublan el juicio y avanzo sin medir las consecuencias. Por suerte con la edad esos momentos se van mitigando y cada vez soy más consciente de a quién puedo dañar o cómo puede acabar mi acción.
Cuando las consecuencias son desmesuradas para todos los integrantes de una familia y levantas con tu acto un montón de problemas deberías medir, pensar y buscar una alternativa si la hay. Porque a veces los actos no pueden revertirse y el daño que causas con ellos es mayor que el que te han causado a ti.


Para mí lo importante es conocer los motivos, hablar mucho de la situación, entender el porqué las cosas han sucedido y valorar si hubo o no malicia en las acciones.
A veces acusamos a los otros de proceder sin pensar, nos duele cómo se desarrollan las cosas y no somos capaces de detenernos a ver qué sucederá después de reaccionar de una manera determinada, a quien nos llevaremos por el camino, hasta dónde alcanzará ese arrebato.


Cuando alguien se equivoca hay que hacerle entender por qué se ha equivocado, hay que trabajar juntos para encontrar una solución, hay que ayudarle a no cometer los mismos errores y si ese alguien es una persona demasiado joven para darse cuenta de algunos escollos del camino, darle las armas para madurar de manera correcta sin hacerle daño con una decisión precipitada.
Lo más importante es que en mi casa nos tenemos los unos a los otros, nos queremos y vamos a encontrar el modo de sonreír juntos.

¡Feliz día! J   

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