Suspiros y sonrisas
¡Buenos días! Parece que el sol ha decidido
quedarse en Barcelona. Ayer hizo un día precioso, aunque el viento fue un poco
molesto. Comí con mi marido un menú cerca de la oficina al sol y desde la
ventana me iluminaron sus rayos hasta bien entrada la tarde.
Por la noche tenía la fiesta sorpresa de cincuenta
cumpleaños de mi cuñado. Fue perfecta, con momentos geniales y acompañada de
gente maravillosa. Ojalá sigan en mi vida por mucho tiempo.
Llevo unos días dándole vueltas a algunas cosas
importantes, como la fabulosa rutina que he construido a base de emociones y
tesón, con una cantidad inmensa de personas que me acompañan hacia el lugar
donde moran mis sueños y la capacidad de crear mundos paralelos en las horas
libres.
Hace unos años tenía un concepto erróneo de la
amistad y de la felicidad. Ahora soy consciente de la realidad que me rodea, de
la fuerza del cariño de mis amigas de verdad, de la felicidad que contiene una
sonrisa, una conversación por chat, una caricia.
El camino sinuoso hasta mi ahora se ha llenado de
experiencias, instantes y errores. Durante mucho tiempo viví encerrada en mi
propia creatividad, sin abrirme de verdad, con sentimientos escondidos que no
llegaba a compartir, con mil historias que me ahogaban.
Echo la vista atrás y sonrío, con un suspiro,
mordiéndome el labio, con la sensación de que al fin he abandonado el miedo a
mostrar mi verdadero interior, esa faceta donde tengo mis manías y mis sueños,
donde los personajes de las novelas me acompañan con sus emociones y son parte
imprescindible de mi vida, donde escribir un beso puede llevarme a suspiros
intensos.
El camino me ha llevado a la romántica con una
sucesión inagotable de emociones. Es como un círculo que se cierra, como si mi
mente hubiera decido pasar por varios géneros para desarrollar la creatividad
para regresar a aquellas lecturas juveniles, estirada en mi cama, sin dejar en
ningún momento el libro que sostenía, con el cuerpo lleno de cosquillas que se
concentraban en el vientre.
Ya de niña despuntaba en ese sentido. Llenaba las
hojas de los libros con pétalos de flores para que se disecaran, soñaba con
bodas de ensueño y lloraba como una magdalena con las escenas románticas de los
libros y de las películas. Me recuerdo esperando el final con las lágrimas
llenando mis mejillas, con deseos de ver cómo los protagonistas se casaban. Mis
suspiros eran iguales a los de ahora.
Ayer me sorprendí mordiéndome el labio con una
sonrisa, suspirando al pensar en cómo ha cambiado mi percepción de la vida y lo
feliz que soy.
¡Qué bonito es llegar a un lugar donde la ilusión
me acompaña!
¡Feliz día! J
0 comentarios: