Lluvia de ideas

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Ayer fue un día prodigioso a la hora de avanzar en la escritura. Conseguí arreglar el desastroso capítulo que escribí el miércoles de CEST y darle una vuelta a NPVST. Estoy llegando a un final precioso, con un epílogo donde tienen cabida los párrafos escritos para la primera versión de CDTEAT.

Lo sé, siglas, novelas, ideas y un sinfín de historias que apenas me dejan dormir porque se empeñan en acompañarme durante horas, sin evaporarse ni fundirse en la nada.
Estas últimas noches me despierto demasiadas veces con ideas en la cabeza. Intento no darles vueltas para no desvelarme, pero se empeñan en permanecer asidas a mi subconsciente para recordarme dónde se encuentran los personajes y darme pistas para avanzar en el laberinto de las tramas para darles consistencia e intensidad.


Hay días en los que desearía abandonar mi trabajo remunerado para aprovechar hasta la última hora en escribir, leer, corregir escritos antiguos y luchar por arañar un poco de cuota de mercado. Pero al levantarme de la cama me doy cuenta de que entonces quizás mi energía sería limitada porque mis expectativas en el mundo literario serían más amplias y me ahogarían con toda seguridad.


Mi cabeza es complicada, está estructurada de una manera extraña, como si pudiera compartimentarse en mil tareas a la vez sin perder el hilo de ninguna. Es un ente individual, con vida propia, capaz de inventar historias sin demasiada dificultad, de llevarme a un punto donde mis sentidos se intensifican con excitación, como si una cálida exhalación se apoderara de mi cuerpo y lo hiciera vibrar, expandirse, volar a un mundo donde las emociones forman el laberinto de las tramas.
Adoro esta capacidad, es una parte imprescindible de mí y me emociona compartirla con algunas personas. Poco a poco consigo abrir mi mente a otras personas y mostrarme tal como soy, sin subterfugios para protegerme de las diferencias palpables con la mayoría.


He tardado años en entender la magia de ser así, en aceptar esas divergencias con mi entorno y en sonreír cada vez que me quedo en casa con la única emoción de escribir sin parar, creando, sintiendo y viajando con la mente a otros lugares.   
Ahora no lo perdería por nada del mundo. Es mi pasaporte a sentir, a soñar y a compartir cada pedazo de mi alma con los personajes, sin perder ni una migaja de felicidad ni de ilusión.

¡Feliz día! J

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