Desconexión vacacional

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Me separan poquitas horas de las vacaciones. Tengo la maleta llena de ilusiones, el corazón cargado de esperanzas y unas ganas locas de sonreír a todas horas.
Ayer nos invitaron a mi marido y a mí al estreno cinematográfico de Mi gran boda griega 2. Antes de entrar en el cine nos encontramos a un señor muy bien vestido que se acercó a nosotros y nos pidió que le compráramos comida para sus hijos. Se me encogió el corazón. Era un hombre educado, aseado y con una expresión angustiada. Entramos en el Burger King de enfrente del cine y le pedimos dos hamburguesas completas para que se las llevara a su casa.


No tengo ni idea de si era verdad que tiene dos hijos ni si realmente está en el paro y no consigue llegar a final de mes, pero cuando alguien me para por la calle y en vez de pedirme dinero me ruega un bocadillo no tengo capacidad para negarme, porque comer es algo básico y no sería humano darle la espalda a los necesitados de esta manera.
Bajé las escaleras para acceder a las salas del cine con tristeza. Me encantaría tener una barita mágica para ayudar a todas las personas a las que la crisis les ha arrebatado su sustento, es tan injusta esta situación.




La película me gustó, consiguió arrancarme algunas carcajadas, aunque he de reconocer que la primera parte fue mejor, quizás porque era la novedad. Al final hay un baile de promoción y dos jóvenes bailan All of me. A veces hay señales que solo unas pocas personas pueden entender. Si algún día llego a publicar CDTEAT entenderéis qué significa esa canción, porque en ese momento averigüé una escena esencial en UDMST.
Esta semana se ha llenado de revelaciones, instantes álgidos y un sinfín de nuevos y excitantes acontecimientos que me llenan de energía positiva. Me voy de vacaciones con la intención de terminar uno de mis proyectos más ambiciosos mientras delineo el otro, con la emoción de tener muchísimas cosas para contar a la vuelta.


Nunca se debe perder la esperanza ni dejar de luchar por levantarse un día y acariciar con las manos la felicidad. Me voy a pasar los diez días de vacaciones acompañada por dos parejas maravillosas, con la intención de darles una historia memorable y la felicidad de ser parte de un sinfín de sensaciones.
Leer, escribir, corregir, escuchar música, compañía familiar y esquiar. ¿Qué más se puede pedir? Sin Internet, sin distracciones, sin otra cosa que felicidad, frente a la chimenea por las tardes, con la mente enredada en tramas donde el amor triunfa.
Os deseo unos felices días, volveré el veintinueve de marzo, a ver si entonces tengo el baúl lleno de recuerdos preciosos.

¡Feliz día! J

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