Primeros instantes en Madrid

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Ayer fue un día emotivo y hoy lo será mucho más. Regreso al trabajo tras un fin de semana maratoniano, con momentos maravillosos, encuentros con gente a la que deseaba conocer, paseos bajo la lluvia y el viento con mi marido y la gran aventura de ver el Rey León.
 Mi niño ya tiene dieciocho años. Ains, se me hace un nudo en la garganta al decirlo, como si no fuera posible. Recuerdo el día que me puse de parto, las contracciones y las ilusiones. Era un viernes trece de febrero… Le dije al doctor: «aguántalo, no puede nacer este día, es mejor el sábado catorce». Y Àlex lo hizo solito, esperó a las dos de la madrugada para ser mi regalito de San Valentín.


Ayer cumplió dieciocho años. Cuando cierro los ojos vuelvo a estar ahí, en la clínica, con apenas veinticinco años y un montón de deseos de felicidad. Hoy vendrá la familia al completo a casa a celebrar el día, ayer fuimos a comer juntos a un japonés que le encanta y esta tarde se teñirá de emociones.
El fin de semana en Madrid fue perfecto para desconectar. Mi marido y yo nos montamos en el AVE el jueves por la tarde con la maleta llena de sueños. El tiempo nos aguantó para ir a cenar a un restaurante buenísimo de la calle Hortaleza que nos recomendó la recepcionista del hotel. Se llamaba Saporem y me encantó, tanto por ambientación como por la comida.

Saporem
Fuimos dando un largo paseo y vimos la Puerta de Alcalá iluminada por la noche. Al día siguiente nos despertamos con un día lluvioso y ventoso. Pocas cosas podíamos hacer en el exterior, así que nos armamos con paraguas para caminar hasta el Museo Thyssen. La suerte quiso que un señor nos regalara una entrada gratis en la puerta.
Pasamos la mañana en las salas. Había pinturas impresionantes que nos tuvieron un rato embelesados. Nos encontramos un grupo de estudiantes catalanes y escuchamos un poquito la explicación del profesor para enterarnos de algunas curiosidades.
Al salir del museo el viento y la lluvia arreciaban. Caminamos por la calle con el paraguas dándose la vuelta, mojándonos con las arremetidas del aire. Para pasar el rato nos metimos en varias tiendas, hasta la hora de comer. Fuimos a un sitio que habíamos visto la noche anterior y que nos gustó mucho.


Como el tiempo no había mejorado al terminar nos fuimos al hotel a descansar hasta la hora de ver el espectáculo. El Rey León vale muchísimo la pena, es una obra colorida, con puesta en escena impresionante, un gran elenco de actores y que compensa el esfuerzo económico de comprar la entrada y viajar hasta Madrid.
Mañana sigo con el relato…
Me gustaría invitaros a leer mi primera reseña de Dúo, realizada por Mago, la administradora de Los Libros de los Sueños. Cuando la leí el viernes se me saltaban las lágrimas de alegría. (Enlace).

¡Feliz día! J

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