Sigo muy dispersa

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Sigo total y absolutamente dispersa en la escritura, sin demasiados deseos de avanzar en nada. Es como si mi cabeza se negara a pensar en las historias, incluso me cuesta releer. Para no estresarme me dedico a ver series en inglés, a volver a bailar, a trabajar a tres mil por hora y a sonreír.
Muchas veces las conversaciones con mis lectoras beta me ayunan a encontrar fallos importantes en el contenido de las novelas. Ellas son más objetivas a la hora de valorar la manera en la que se desarrolla la trama y señalan puntos flojos. La semana pasada envié los últimos dos manuscritos para su valoración y espero con ansia sus comentarios, la opinión de la avanzadilla no coincide demasiado con mi punto de vista y, a pesar de pulir algunos escollos gracias a sus evaluaciones, ahora necesito más puntos de vista para acabar de ver si mi radar de historias está averiado.
Quizás me dejo llevar por la fuerza de mis sentimientos y no veo más allá de mis narices, todo es posible. Nunca había sentido la fuerza arrolladora de la trama crecer en mi interior mientras creaba como con CDTEAT. Durante el mes y medio que duró la escritura me sentí literalmente abducida, me pasaba las horas del día y la noche pensando en la trama, con una necesidad imperiosa de darle consistencia escrita. Era como si escribir fuera la única manera de avanzar, de descubrir cada instante, de vibrar con los protagonistas.
Ahora me cuesta encararme con algunas críticas, aunque suelo hacerles frente con la intención de mejorar. A veces, cuando escribes con una emoción intensa, es difícil escuchar opiniones contrarias a mi idealismo, pero la única actitud coherente para aprender es ponderar cada crítica constructiva para caminar hacia un perfeccionamiento de la técnica.
Estas vacaciones me leí la última novela de la serie Forastera de Diana Gabladon: Escrito con la sangre de mi corazón. Tardé menos de una semana en devorar las mil páginas en la versión digital. El libro era caro para ser un ebook y me quedé muy sorprendida por las faltas tipográficas en la maquetación y algunos fallos en la corrección o la traducción de la novela.
Necesité releer cuatro veces un diálogo para entender que se habían equivocado en el nombre de la persona que hablaba y por eso era incoherente, la puntuación al final de las comillas o los paréntesis era diferente en diversas partes del libro, sin definirse y encontré algunas faltas ortográficas y algunas coletillas en la traducción que no acabaron de convencerme.
Me parece increíble que Planeta cobre doce euros por un libro maquetado así, pero es lo que hay. En cuanto a la historia, me gustó un poco menos que las anteriores, pero es adictiva. Diana Gabaldón tiene la virtud de enseñarnos la historia a través de sus letras y me fascina su narrativa fluida y maravillosa.
¡Feliz día! J


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