En la encrucijada

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! Calor, calor y más calor… Esta ola asfixiante que se empeña en llenar nuestros cuerpos de sudor a todas horas es un suplicio. Este verano parece que estemos en un desierto y no en la magnífica ciudad de Barcelona, acariciados por la brisa marina y mecidos por las noches suaves.
El reloj avanza raudo hacia las tres, por fin podré colgar por dos días y medio los hábitos de trabajo para abrazar la serenidad propia del fin de semana, con tiempo para terminar la tercera vuelta de Dúo y empezar la última de PELN. El plazo para presentar las obras al concurso toca a su fin y empieza a ser prioritario tomar decisiones.
A veces me daría un bofetón para hacerme entrar en razón. Espero demasiado de los demás, valoro en demasía su cercanía y no quiero ver la parte negativa de confiar en quien ya me ha fallado varias veces. He cambiado en muchos aspectos, mi personalidad se ha adaptado a las nuevas circunstancias sin sentir el peso de la frustración,  pero el idealismo persiste.
Suelo calibrar la amistad de manera idílica, creer a ciegas en los demás y pensar que actuarán como yo lo haría, pero la vida siempre acaba mostrando otras maneras de comportarse, muchas veces sin atender a los sentimientos o esperanzas fundadas en mí.
La parte positiva es que esa realidad no me afecta a mi forma de tratarlos ni suele enturbiar la necesidad de mostrar siempre una cara amable con los demás. Sin embargo a veces debería cambiar la percepción de algunos individuos que se empeñan en decepcionarme continuamente.
En dos semanas cerraré el blog y me iré de vacaciones, con la única obligación de ser feliz a todas horas. Cuando lo haga las novelas estarán en sus respectivos concursos y la suerte echada. Solo el destino tiene la palabra para decantarse por una decisión u otra.
Quizás debería rebajar mi credibilidad en algunas personas, virar noventa grados el timón, inspirar una bocanada de aire y lanzarme a la aventura de navegar hacia un nuevo horizonte por descubrir. A veces esos saltos al vacío me agarrotan el estómago, paralizándome.
Sin embargo hay que saltar, no quedarse siempre atrás, contando las horas para decantar la balanza hacia un lado u otro, sin decidirse a emprender uno de los senderos de la encrucijada. El día veinticuatro llega mi hija de Estados Unidos y quedarán apenas seis días para que venza el plazo de los dos concursos. Aquel día tomaré mi decisión, espero que se acertada.

¡Feliz día! J

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