Más reencuentros

7:07 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! La semana me acerca inevitablemente al sábado… No tengo demasiadas ganas de que mi marido se vaya rumbo a China ni de quedarme sin él dos semanas, pero es lo que hay…
Este viernes tengo la segunda cena de reencuentros y me hace muchísima ilusión conocer las vidas de mis antiguos compañeros de escuela. Algunos de ellos vinieron a mi boda y fueron parte de mi elenco de amigos durante un tiempo. Casarme pronto y tener el primer hijo a los veinticinco años me apartó definitivamente de su camino.
A medida que los días transcurren y me llevan directamente hacia el viernes, siento emociones contradictorias. La Pat que ellos conocían no existe, se ha desvanecido en un sinfín de nuevas y emocionantes experiencias. He cambiado tanto…
Cuando echo la vista atrás y me recuerdo en ese instante convulso de la adolescencia, descubro matices intrínsecos a otra persona, una que necesitaba madurar, cambiar, reconducir sus sentimientos y su manera de ver el mundo.
Idealista, orgullosa, acompañada de mundos paralelos que muchas veces interferían en mi día a día… Esa era yo, un prototipo de la futura escritora, una chica con una imaginación desbordante, con tantas ideas en la cabeza que le constaba encontrar una vía para deshacerse de ellas.
Entonces me gustaba pasar las horas rodeada de gente y compartir mis historias de viva voz. Ahora adoro la soledad frente al teclado, las horas serenas acompañada de personajes imaginarios que consiguen traspasar la frontera de la irrealidad para plasmarse en un papel. Son mis momentos creativos, mi evasión, mi remanso de paz.
Mi conexión con los protagonistas suele ser intensa, igual que cuando leo. Los siento cerca, como si existieran y pudieran comunicarse conmigo a través de la palabra escrita. A veces incluso anhelo conocerles de verdad, como si fueran de carne y hueso.
Tengo muy clara la frontera entre la realidad y la ficción, pero me encanta soñar con los ojos abiertos, alcanzar quimeras con la imaginación, navegar entre historias imaginarias para sentirme durante un rato como la heroína de un cuento de hadas.
El viernes iré a la cena con una de mis sonrisas, ávida de escuchar historias, momentos, devenires… Será una experiencia maravillosa, no me cabe duda. Cuando nos separamos éramos jóvenes, ahora nos hemos convertido en adultos responsables…

¡Feliz día! J

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