¡Ay, qué dolor!

10:01 Pat Casalà 0 Comments

¡Buenos días! El sábado se presenta tranquilo, sin demasiados sobresaltos ni una necesidad de vivir aventuras. Necesito recuperarme, ayer me pasé muchas horas estirada en mi rincón del sofá, con los ojos cerrados, intentando vencer a la migraña que me asaltó en el trabajo.
Hacía años que no me dolía tanto la cabeza… Fue como si unas agujas incómodas quisieran perforarme el cráneo una y otra vez. Me tomé dos ibuprofenos sin conseguir resultados. Al final acabé estirada, quieta y en silencio, a solas con mis pensamientos.
A las seis de la tarde debía llevar a mi hija a clase de paddle. Por suerte los analgésicos y el reposo consiguieron rebajar algo el dolor y conseguí montarme en el coche para llegar a tiempo al club.
No tenía ganas de abrir el ordenador ni de dedicarle rato a las novelas ni a nada que necesitara una pantalla con luz, así que me llevé mi Kindle y me propuse leer un poco. Últimamente me cuesta muchísimo encontrar libros que me apasionen, así que retomé una lectura antigua que había dejado a medias.
Al salir de clase mi hija me pidió que fuéramos a cenar fuera las dos solas. Con mi marido en China y mi hijo celebrando el Halloween con sus amigos, le parecía interesante tener una noche de chicas. Todavía no me encontraba del todo bien, arrastraba un poco de dolor y solo tenía ganas de meterme en la cama, pero decidí sonreírle y aceptar su oferta.
Acabamos en el Foster’s Hollywood a las ocho en punto de la noche, sentadas a una mesa para dos en un local completamente ambientado con el día de las brujas. Telarañas en los techos, poca luz, calabazas de mentira en forma de farolillo, telas negras en las paredes... ¡Y los camareros disfrazados de Drácula, brujas…!
Cenamos entre una conversación amena, sin demasiada prisa por acabar. Por suerte no había demasiada gente a esa hora ni ruido que me desestabilizara. Conseguí mantenerme en un estado bastante aceptable mientras me partía un par de platos con mi hija.
A las nueve y media estaba metida en la cama, dispuesta a cerrar los ojos y permitir que el sueño mitigara del todo la migraña. Quizás fue culpa del tiempo húmedo e inestable que azotaba Barcelona o de la falta de sueño en estas últimas semanas…
Hoy me levanto mejor, pero todavía tengo un resquicio de dolor, como si la cabeza no quisiera deshacerse del todo de las agujas insistentes… Espero que con un ibuprofeno se despejen del todo.
Tengo una idea para un principio de novela, quizás es el momento de escribirla, puede que mi destino sea ese, escribir una historia cada tres o cuatro meses, pasarla a mis beta, corregir la anterior y tirar hacia delante con otro manuscrito. No está mal esta manera de funcionar, es lo que me hace feliz. Aunque no voy a dejar de llamar a puertas con las novelas terminadas, nunca se sabe dónde hay una puerta abierta.
¡Feliz día! J


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