¡La Luna de Ónixon ya está en Amazon!

14:41 Pat Casalà 10 Comments


¡Buenas tardes! ¡Y feliz viernes! Parece que hoy el sol quiere iluminar mis alegrías y que ha llegado el momento de emocionarme con todo lo que supone la publicación en Amazon, el compañerismo de los escritores de la Generación Kindle y que empieza el fin de semana. ¡Qué bien!
Ayer le di a guardar y publicar en medio de un ataque de nervios… ¡Ufff! Todavía tengo las dudas pululando inquietas a mi alrededor, es el miedo que todos los autores tenemos a la hora de dar a conocer nuestras obras, un cosquilleo molesto en el estómago que nos entorpece un poco la respiración.
¿Gustará? ¿Se venderá? ¿Hablarán de él? ¿Estará a la altura? ¿No tendría que volver a revisarlo?... ¡Hay tantas preguntas que dispara mi mente cuando veo la novela preparada para vender! Parece increíble que tras tantos años de trabajo intenso en unos segundos sea capaz de dudar de todo. ¡Incluso me da por llorar! Supongo que cuando vea las primeras opiniones empezaré a calmarme, o no…
Siempre os hablo de que mi vida cotidiana se llena de señales que me indican la dirección a seguir. ¡No, no soy una fanática empedernida de ellas! Pero sí que a veces me sorprende descubrirlas… Con La Luna de Ónixon he recibido unas cuantas, ¿os las cuento?
Mi querida M. acaba de recordarme que El Secreto de las Cuartetas – Descifrando las Profecías de Nostradamus también inició su venta en Amazon un viernes. ¿Qué tienen los viernes? ¡Es que os prometo que es una simple coincidencia! ¡No lo pensé! Pero bueno, a partir de ahora queda instaurado el viernes como día oficial de publicación.
¡Otra señal ha sido impresionante! ¿Os acordáis de mi manía con los números capicúa? Pues bien, ayer cuando escribí los royalties y el precio del libro lo puse a 0,98 y hoy, una vez estaba disponible para la venta, ha aparecido a 1,01. ¡Increíble! Aunque esta mañana, cuando me he dado cuenta, lo he bajado para que aparezca pronto por debajo de un euro, exactamente a 0,93,… Pero para mí ese precio inicial es sinónimo de buena suerte.
Y llegamos al punto más interesante de todos, o como mínimo lo es para mí. Ayer por la tarde, tras darle a guardar y publicar estaba nerviosísima, así que decidí irme al cine para no pensar, y como en Barcelona los cines Filmax del centro comercial Gran Via 2 ponen las entradas a 4 euros los jueves (más baratas que el día del espectador en cualquier otra sala), pues nos montamos en el coche mi marido, mi hijo y yo y nos fuimos allí, sin tener idea de qué película veríamos.
La cola era larguísima, así que tuvimos tiempo de sobra para elegir la película. Yo quería ver alguna comedia romántica, pero los dos hombres de mi casa decidieron que les apetecía perderse en los mundos de Prometheus… ¡Y como mi hija está en La Cerdaña en casa de una amiga, me quedé sin apoyo!
Entré en el cine un poco mosca, a mí no me gustan nada las pelis de miedo, ¡si no vi Aliens! Así que pocas ganas tenía de tragarme la precuela… Pero entonces empezó la historia y me dije: “¡no puede ser!”. Durante los primeros minutos de la película me quedé alucinada, como si todo fuera una extraña jugada del destino. ¡Y es que en Prometheus hay una base idéntica que en La Luna de Ónixon!... ¡Y no os voy a decir cuál porque desvelaría el secreto!
He de decir que la película me gustó más de lo que esperaba, no tiene demasiadas escenas de miedo y está muy bien hecha, pero el argumento me decepcionó, porque deja demasiadas preguntas sin respuesta y hay comportamientos de algunos personajes que me resultaron extraños e inexplicables, así que falta trama y un final decente…
Pues… ¡Vamos a ver si las señales son escuchadas! De memento estoy entusiasmada, ¡Eva, una amiga, ya lo ha comprado!
¡Feliz fin de semana! ¡BESOSSSSS! 

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¿Le doy a Guardar y publicar?

15:51 Pat Casalà 15 Comments


¡Buenas tardes!!! Uffff, ¡qué día más feo hace hoy! Aunque bien mirado es una magnífica forma de trabajar más a gusto, así no pienso en lo que me pierdo…
¿Cómo va todo? Espero que la vuelta al trabajo de los que regresaron conmigo sea liviana y que las vacaciones de los que empiezan ahora, o de los que todavía les quedan días, sean espectaculares.
 La vida transcurre rápida, como si casi nos faltara tiempo para alcanzar los segundos que se nos escurren entre las actividades diarias y necesitáramos detenernos en instantes puntuales para recobrar el aliento. ¡Cómo dice Pilar, sólo de leerme le entra el estrés!
Es que mi día a día se llena siempre de mil cosas y me encanta hacerlas todas. ¿Qué sería de mí sin las ilusiones, las esperanzas y los sueños? Por eso busco las horas para corregir las novelas, para promocionar la que tengo en Amazon, para crear nuevos blogs, nuevos contenidos, nuevas ideas… ¡Y eso me hace inmensamente feliz!
Ayer me pasé unas cuantas horas preparando el archivo de La Luna de Ónixon para subirlo a Amazon. Hoy voy a dedicarle parte de la tarde, a ver si entre esta noche y mañana logro tenerlo todo a punto para darle al guardar y publicar sin que me de un ataque de nervios…
Es que estos momentos, los previos a la publicación, dudo de todo: del texto, de la idea, de la corrección, de la portada, de la historia, del precio,… Aixxxxxx, ¿y si no os gusta? ¿Y si os decepciona? ¿Y si no está a la altura?
Algunos de vosotros me habéis escrito con las impresiones del nuevo blog, de la sinopsis, de la portada, incluso de los dos primeros capítulos que colgué en la pestaña “Así Empieza”…¡Y de momento parece que os gusta el resultado! Así que le voy a decir a mi inseguridad que se vaya de vacaciones… ¡A ver si lo consigo!
Con El Secreto de las Cuartetas he agradecido de corazón los mails personales donde se me informaba de las impresiones particulares de la novela, de cualquier tema que los lectores encontraban flojo o de los puntos fuertes. Gracias a esos comentarios privados retoqué el archivo varias veces y la sinopsis y el título (le asigné un subtítulo)… Y así conseguí mejorar la novela. ¡Así que gracias por vuestra ayuda! Las críticas constructivas, bien formuladas, siempre son recibidas con afán de mejorar.
Lo único que en este momento tengo claro es que esta novela va a venderse a un precio inferior que El Secreto de las Cuartetas – Descifrando las Profecías de Nostradamus. Es más corta, con menos personajes, de una temática absolutamente diferente y con un tono más pausado. Hay aventuras, situaciones inexplicables, una maravillosa historia de amor y mucha imaginación… Pero quizás no tiene tanta documentación… ¡Así que creo que la subiré a 0,98 euros! ¿Qué os parece?
Como en todas mis novelas impregné las páginas de sentimientos, de ilusión, de ideas… ¡Me encantaría que siguierais el blog! ¡Que leyerais los agradecimientos! ¡Que os emocionarais con el periplo de Laura! ¡Que sintierais la desolación de Tomás! ¡Que los acompañarais a ambos en su extraño viaje!
Y, para qué negarlo, deseo con todas mis fuerzas que os encante, que lo disfrutéis, que la lectura sea amena y os transporte a mis mundos paralelos, aquellos donde Ónixon estaba presente cuando era una chiquilla, cuando me sentaba en mi roca, la que le cedí a Marta Noguera, y escribía sin descanso, cuando me escondía de la realidad y me refugiaba en este lugar azul, lleno de vida, lleno de aventuras…
¿Le doy a guardar y publicar cuando termine de maquetar? 

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¡El efecto IVA, un nuevo blog y un concurso!

15:51 Pat Casalà 5 Comments


¡Buenas tardes! Hoy he tenido un despertar difícil y tardío… ¡Es que ayer me costó un montón coger el sueño! Y despertarse a las 6:06 cuando una se ha dormido a las 2:00 es algo duro… ¡Pero bueno! ¡Mañana será mejor! ¡Seguro!
Ayer fue un día de aquellos en los que la palabra estrés vuelve a planear curiosa por mi mente… ¡Y es que tuve un montón de trabajo del difícil, de aquél que está disperso entre varias empresas y cuesta realizarlo! ¡Y encima tuvimos el efecto IVA en el Carrefour! ¡Y acabé haciendo la rehabilitación en el gimnasio a las 21:30 horas!
La jornada laboral transcurrió entre papeles, puestas al día y quehaceres normales de mi trabajo. Fue intensa, pero yo lo prefiero, no me gusta estar en el despacho con poco trabajo y muchas horas ociosas ante mí. ¡Yo prefiero llenar las horas con mucha actividad! ¡Así pasan rápido y cunden! Me siento satisfecha cuando termino un trabajo o pongo las cosas al día.
Cuando llegué a casa a las 15:30 estaba cansada y con pocas ganas de hacer nada, pero me tocó ponerme las pilas, preparar la comida y evitar que el sofoco del día me agarrotase los nervios. ¡Y es que la humedad era increíble!
Luego me pasé una hora en el ordenador, preparando el blog de La Luna de Ónixon (enlace). ¿Queréis echarle un vistazo y decirme qué os parece? De momento sólo es un blog en construcción, así que faltan muchas cosas por llenar… A ver si hoy me pongo con la maquetación y preparo el archivo del libro para subirlo a Amazon. Pensad que esta es una novela distinta a El Secreto de los Cristales, con pocos personajes y una trama de ciencia-ficción que combina una apasionante historia de amor con un mundo azul… Aixxxxx, no os pienso explicar nada más… ¡Toca leerlo!!
Y entonces vino la hecatombe, el efecto IVA, la marabunta… ¡Todo eso y muchísimo más en el Carrefour! Carros llenos a rebosar, como los míos (llevaba dos), colas larguísimas, un apagón que nos dejó veinte minutos a oscuras por los pasillos y yo que estaba en un supermercado distinto al mío y muy espesa… Ufffff, tardamos más de dos horas en comprar y la tensión se podía cortar con un cuchillo. Creo que la subida del IVA del sábado nos hace subir la fiebre consumista, aquella que dice: cómpralo ahora que en tres días todo será más caro. ¡A mí me pasó! Ya tengo todo el material escolar, las fiambreras para la comida de los niños y la mía, las mochilas… ¡Y ayer me apunté a todas las ofertas de 3X1 de productos no perecederos que consumimos en casa! ¡Y es que el sábado van a costar mucho más!
Llegué a casa cargada, mi marido y mi hijo me ayudaron a colocar toda la compra en su lugar y cuando todo estaba ordenado cogí la moto y me fui al gimnasio. La verdad es que a esas horas estoy reventada y no tenía ningunas ganas de ir, pero sí quiero rehabilitar del todo mi rodilla para recuperar la movilidad total me tocan como mínimo 35 minutos de ejercicio al día, así que me armé de paciencia para ir a la bici estática con mi Kindle en mano y pedalear durante 25 minutos a un ritmo cada vez más rápido… Terminé el ejercicio con una sesión de diez minutos de elíptica y a la ducha.
Ayer no tuve tiempo de contestar a los comentarios ni a los mensajes de Twitter ni del mail, pero me hizo mucha ilusión el concurso de Booktrilers de Josep, así que os pongo el enlace para que os apuntéis (enlace). He de admitir que a mí eso del Windows Media Player me suena a chino y que lo más difícil para mí a la hora de trabajar con imágenes y música ajena es la posibilidad de tener algún problema con los derechos de imagen o de autoría, ¿alguien me aclara este tema?
¡Buenas tardes! ¡Feliz día! ¡Y hasta mañana! MUAKSSSS

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Un poquito de todo...

15:51 Pat Casalà 11 Comments


¡Buenas tardes! Hoy se ha despertado nublado en Barcelona, con un cielo gris y opaco que me despierta la melancolía. Desde el nuevo despacho donde trabajo, nos cambiamos de ubicación en julio, estoy al lado de una ventana por donde los días soleados se cuela la luz. ¡Me encanta ver el cielo azul!
Volver a la rutina cuesta al principio, pero hoy, cuando ha sonado el despertador a las 6:06, ya no me ha costado tanto levantarme… ¡Parece que mi cuerpo empieza a adaptarse al horario! Y me encantó eso de trabajar de 7 a 15, comí en casa y aproveché muchísimo la tarde para hacer gimnasia, corregir La Luna de Ónixon, pasear…
Hoy me he pasado la mañana trabajando, ordenando los papeles de las cinco empresas que llevo, preparando diversos informes solicitados, contestando mails… A media mañana he vuelto a mirarme otra vez la portada que hice de La Luna de Ónixon para descansar cinco minutos… ¡Aixxxx! ¡No me convence! Así que le he pedido a mi hijo que improvisara, que me hiciera una mejor. ¿Qué os parece el resultado? ¡Me parece chulísima!!!
A mí que esto del Photoshop me suena a chino… ¡Y mi hijo es un portento utilizándolo!! En Amazon lo voy a poner como ilustrador de las portadas, a ver si le salen trabajitos para otros kindles… ¡Es todo un genio! Aunque no iría mal que esa creatividad la dedicara para mejorar en las lenguas…
Estoy decidida a subir La Luna de Ónixon, mi primera novela, a Amazon, una absolutamente distinta a todas las demás, que ahonda en una temática abstracta, una que englobamos dentro del mundo de la ciencia ficción… ¡Y es que está inspirada en mis juegos infantiles! Ayer trabajé en un blog dedicado a la novela, pero es demasiado pronto para enseñároslo, ¡todavía me queda mucho trabajo que hacer en él!
La verdad es que estas semanas de desconexión me han sentado de maravilla. ¡Ahora estoy más calmada! ¡Y veo más posibilidades maravillosas a todo cuanto me rodea! Además, ayer vendí la escandalosa cifra de 5 novelas. ¡No me lo creo! Uauuuu
Me encantaría que volvierais a escribir comentarios, a dar vuestra opinión, a explicarme qué habéis vivido este verano. ¡Yo os cuento mis vivencias! ¡Comparto con vosotros mis desvelos, mis ideas, mis vacaciones!
¿Sabéis? Cuando miro los posts del principio, aquellos que reflejaban un bajón absoluto en mi moral, sonrío, porque a medida que los días suman en su haber acumulo más energía positiva, me deshago un poquitín más de la negativa y veo la vida con mayor entusiasmo… ¡Y mucho se lo debo a este blog! ¡A los que me leéis con asiduidad o de tanto en tanto! ¡A los que entráis aquí y me dais fuelle para seguir escribiéndolo! ¡Así que gracias!
Pues… ¡mañana vuelvo! ¡Feliz día!





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¡Otra vez vuelta a la normalidad!

15:51 Pat Casalà 2 Comments



¡Buenas tardes! ¡Qué raro es esto de escribir al mediodía! Hoy he tenido una mañana intensa, llena de trabajo y de emociones. ¡Y es que hoy he vendido cuatro descargas de mi novela! ¡Y es genial! Llevaba tantos días de secano que creí que nunca más iba a volver a ver tres cifras en mi clasificación de Amazon…
¡Qué duro el madrugón de hoy!  Volver a escuchar el despertador a las 6:06 otra vez después de tanto tiempo me ha dado un susto de muerte. ¡Un poco más y lo empotro contra la pared! Encima ayer tardé unas cuantas horas en dormirme… ¡Tantos cambios me descolocan!
Hasta las seis de la tarde pasé un día idílico con la familia y unos amigos. Para despedir las vacaciones quedamos en el parque de Osseja para comer un picnic todos juntos en una de las inmensas mesas de madera que se distribuyen bajo los pinos, cada familia trajo su comida y la compartimos como buenos amigos. ¡Hice una súper tortilla de patatas y carne rebozada! ¡Con una gran ensalada de tomates buenísimos, unas patatas chips y dados de melón de postres! ¡Incluso llevé chocolate para los más glotones!
¡Fue una comida súper agradable! Una de las mejores cosas que ofrece La Cerdaña francesa es la cantidad de lugares acondicionados para comer al aire libre, sin ensuciar la casa, en compañía, en un ambiente inmejorable. ¡Me encantan esas salidas! Aunque ayer las temperaturas bajaron tanto que en la sombra pasé un poquito de frío.
Llegamos a casa pasadas las cinco, preparamos la maleta de mi niña y se la dimos al padre de su amiga, junto con su bicicleta. ¡Se ha quedado con su querida Adela a pasar una semana más en las montañas! ¡Qué envidia me da!
Descansamos hasta las seis, con Irene facturada y Àlex en el exterior, jugando con sus amigos. Sin pensar en que hoy tocaba volver a la rutina, me estiré en mi comodísima hamaca, en mi jardincito, con mi portátil en el regazo, corrigiendo los últimos capítulos de La Luna de Ónixon. El sol de tarde me acompañó durante mi última hora de verano…
¡Y a las seis tocó recoger, hacer maletas y cerrar la casa! La hora siguiente me pasó como una exhalación, con la mente ocupada en no olvidarme nada. Cuando llamé a Àlex para que hiciera su maleta me dijo: “¿por qué nos vamos hoy?” Jajajajaja, me tocó aclararle que se acababan las vacaciones…
Con el coche lleno hasta los topes y la agradable compañía de uno de mis vecinos, quien también volvía a Barcelona a trabajar, emprendimos la marcha. Y como estaba bien acompañada y la conversación era amena, la hora y tres cuartos de carretera hasta mi casa me pasó rápida y veloz.
Luego me tocó deshacer maletas, colocar todo en su sitio, preparar la cena, respirar hondo y meterme en la cama… ¡Y estuve con los ojos abiertos hasta las dos tocadas! Y es que tenía tantas cosas en la cabeza….
Así que hoy he reanudado mi costumbre de saludar a todos los amigos de Twitter, he desayunado tranquila en casa, he cogido mi moto y he aparecido a las 7 en el trabajo para despejar los primeros papeles que se acumulan en mi escritorio. Por suerte agosto es un mes tranquilo y no hay mucho ajetreo a la vuelta, así que la jornada ha transcurrido sin sobresaltos ni estrés ni nerviosismo…
¡Me alegra estar de vuelta! ¡Besos para todos! ¡Y hasta mañana!

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Good bye vacaciones....

11:11 Pat Casalà 6 Comments


¡Buenos días! ¡Qué bajada de temperaturas más espectacular! De 28ºC registrados la tarde del viernes pasamos a 18ºC ayer a la misma hora y la verdad es que hacía frío. Lo normal es lo de ahora: estar sentada en el silloncito del salón, tapada con una manta, con la ventana cerrada y las cortinas corridas para ver el verde del jardín. ¡La semana pasada necesitaba abrir todas las ventanas para que hubiera un poquito de corriente y refrescara el ambiente!
Llegó la hora de despedir las vacaciones y dar la bienvenida a la rutina y al trabajo que seguro me espera con muchos papeles y muchos líos que solucionar. ¡Cuántos recuerdos maravillosos me van a acompañar este invierno!  Me encanta pasar las tres semanas de vacaciones sin horarios, sin preocupaciones, sin agobios… ¡Así recargo las pilas y vuelvo con más fuerza a mi vida cotidiana!
Voy a echar de menos la tranquilidad de la montaña… Pero volver al trabajo también tiene sus alicientes, así que esta tarde, cuando haga la maleta y recoja la casa, voy a mantener una sonrisa perenne en los labios, porque se ha celebrar con ilusión tener trabajo, salud y sueños. ¡Además que el verano ha sido magnífico!
Mañana empiezo a trabajar en horario de verano: de 7 a 15, así que no puedo asegurar con certeza la hora en la que podré escribir el post. ¡Seguro que no será por la mañana! Es que esa hora de menos se nota… ¡Pero buscaré un momento durante el día para colgarlo!
Parce mentira cómo mi cabeza no para de dar vueltas a nuevos argumentos, a nuevas novelas, a nuevos personajes. Esta noche he soñado con una rocambolesca historia con persecuciones de motos, fórmulas secretas, alumnas de un colegio que son ayudadas por personajes disfrazados, huidas de un autocar secuestrado,… ¡Ufffff!
Casi preferiría que mi mente dejara de inventar, crear, fabular… Durante más de diez años he permitido que toda mi imaginación cruce el puente de mi mundo paralelo para dar forma a miles de tramas en el papel. Tras un verano tranquilo, sin agobios ni estrés, he decidido aparcar por un tiempo la escritura. De hecho ya lo decidí antes de vacaciones, cuando empecé a corregir y pulir novelas antiguas para colgarlas en Amazon.
Lo que he meditado con tranquilidad estas tres semanas es la realidad a la que me enfrento. El Secreto de las Cuartetas – Descifrando las Profecías de Nostradamus se ha vendido bien durante unos meses, pero este agosto ha bajado mucho en el ranking de Amazon. Estoy orgullosa de los comentarios positivos, de las reseñas, de las personas que lo han leído,… Pero no he conseguido llegar al Top 100 ni destacar demasiado, así que seguiré luchando por atraer a lectores, pero con conocimiento de esas limitaciones. ¡Espero que las opiniones en Amazon sigan creciendo! ¡Y que sean positivas! ¡Y que la venta se reanime!
Escribir requiere mucho esfuerzo por mi parte. Soy una persona que cuando inicia un proyecto lo da todo y no puedo dejar las cosas a medias, así que escribo una novela en pocos meses y mi cabeza se sumerge durante casi todas las horas del día en las tramas, las subtramas y las personalidades de los personajes.
Una de las emociones que afloran mi inspiración es la certeza absoluta de que algún día me convertiré en una escritora con mayúsculas. Pero ahora esta certeza ha desaparecido, se ha fundido entre años de esperas, reuniones, pulidos y expectativas. Y por primera vez en mi vida no me afecta esa falta de esperanzas que experimento, la vivo con serenidad. Quizás algún día vuelva a sentir esa fuerza y haga crecer la lista de novelas en mi ordenador. Ahora quiero pulir las que almacena, darlas a conocer, dejar de esperar algo que no va a llegar, como mínimo de momento, y no perder la sonrosa ni la tranquilidad que siento.
Necesito volcarme en el trabajo remunerado, vaciar mi corazón de esa esperanza que empuja desde pequeña, y disfrutar de lo maravilloso que hay en mi vida, que es mucho, sin pasarme los días mirando el mail, las listas, las redes sociales…
¡Estas semanas me han desintoxicado! Y soy feliz mirando la Web sólo 20 minutos al día. Así que voy a seguir mi instinto, a escribir un post diario si puedo, a vivir intensamente con mi familia, a corregir las novelas antiguas y a dejar que el tiempo decida por mí. ¿Os parece una buena idea?
¡Feliz día! 

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¡El Costa Favolosa!

11:11 Pat Casalà 4 Comments


¡Buenos días! ¡Y feliz sábado a todos!!! ¿Cómo va vuestro verano? ¿Ya habéis terminado las vacaciones? ¿O todavía tenéis que empezarlas? Normalmente el mes de agosto es malo para todo, incluso para las visitas al blog, aunque estoy contenta con los resultados, últimamente vuelvo a tener una media de 101 visitas diarias. ¡Y los días que cerré por vacaciones hubo un flujo de visitantes cercano a los 40 al día! ¡Así que gracias y bienvenidos de nuevo!
Ayer terminé de contaros el maravilloso crucero de este verano. ¿Qué os ha parecido? ¿Y las fotos? Ya sabéis que no me gusta demasiado el tema de colgar fotografías en el blog, pero esta vez lo merecía… La verdad es que no es tarea fácil decidirse por unas imágenes concretas, ¡mi marido tiró unas 1.500! ¡Y también tengo las de mis sobrinos! Tengo pensado hacer un Hoffman… ¡Me voy a volver loca a la hora de elegir las fotos que poblarán sus páginas! ¡Todas son geniales!
En conjunto he de decir que el crucero fue una experiencia más positiva de lo que esperaba. Los puntos negativos son las aglomeraciones en instantes puntuales, la medida de las piscinas, no son demasiado grandes, y el mal servicio de Internet a precios escandalosamente abusivos, aunque gracias a esa realidad conseguí el propósito de estar desconectada una larga semana…
El Costa Favolosa es un barco enorme, dotado de las mejores instalaciones que se puedan encontrar. Los camarotes exteriores son grandes y espaciosos, con una ducha que funciona a las mil maravillas, una cama inmensa, un saloncito para leer y el balcón con dos sillas comodísimas y una mesilla en el centro.
Las cabinas interiores son pequeñas y mal ventiladas, pero también tienen camas cómodas y un baño perfectamente equipado. En el resto del barco encontramos un gimnasio espectacular, con vistas al mar mientras subes a las máquinas, un Spa fabuloso, con baños termales, una zona para el té y la relajación, una peluquería y varias habitaciones dedicadas a los masajes que valían una gran cantidad de euros…
Salones con música en directo por las tardes hay muchísimos, incluso hay uno que tiene una pista de baile en medio donde muchas tardes las parejas que dominaban los bailes de salón danzaban al son de la música mientras nosotros nos tomábamos un cóctel sin alcohol o un café. Me encantó una pareja de señores mayores que bailaban genial, él mantenía una pistura rígida, pero con gracia, movía lo justo las caderas, los brazos, los pies… ¡Y ella le seguía con la misma elegancia! También bajamos varios días a la tercera planta, donde en el piano-bar ofrecían música clásica en directo. ¡Una maravilla!
Los restaurantes eran bonitos, grandes y espaciosos, con mesas bien preparadas y una carta cambiante cada noche. Me pareció excesivo que pudieras pedir hasta seis platos más el postre para cenar, nosotros sólo pedíamos dos, pero así tenías más donde elegir.
El buffet de comidas donde se servía el desayuno, la comida, la merienda, la cena para los que no quisieran ir al restaurante y pizza las 24 horas del día, era un lugar alto, con unas vistas espectaculares al mar y a la costa cuando la bordeábamos, perfectamente climatizado y bien sonorizado. Cuando no encontrábamos una marabunta de personas a la misma hora, disfrutábamos del lugar.
Quizás la mejor experiencia culinaria para mí fue la chocolatería y las frutas bañadas en un chocolate negro que caía en una cascada tras la barra. ¡Ya sabéis que el chocolate es mi debilidad! Así que la idea de tomar fruta bañada en él… ¡Mmmmm! ¡Se me hace la boca agua al recordarlo!
Al aire libre había una cantidad increíble de actividades, tanto para niños, como para adolescentes y adultos. En la piscina del puente nueve había dos horas de baile dirigido al día y una de gimnasia, ¡qué pena no poder participar en ellas! Para los niños y adolescentes preparaban campeonatos de ping-pong, de futbolín, de básquet o tenis en el polideportivo de la cubierta 11, juegos de pistas, gincanas, cenas conjuntas en el buffet y un sinfín de actividades lúdicas.
En la cubierta 5 había una sala de máquinas para niños y adolescentes, con una Play Station y varios juegos distintos que durante un par de horas diarias era gratis para los chicos que tuvieran el “Todo Incluido”. A pocos metros había un casino con máquinas tragaperras y mesas de cartas… ¡Y había gente jugando!
También había una discoteca bien ambientada, con una gran barra, una magnífica pista de baile y música con un DJ muy marchoso. Por las noches primero iban los niños pequeños y a partir de las 23:00 era de dominio exclusivo de los adolescentes. Lo mejor es que en la tarjeta Costa, con la que pagas todo, los menores de 18 años tenían la prohibición de pedir alcohol y yo respiraba tranquila cuando mi hijo se pasaba ahí las noches. 
¡Me olvidaba de mencionar el súper tobogán de agua! ¡Mis hijos se lo pasaron en grande tirándose por él! Y en todas las cubiertas elevadas se distribuían hamacas, duchas de agua fría y algunos jacuzzi. Las piscinas eran de agua salada, con cascadas y duchas de agua caliente o fría.
¡Chicos! Aquí termina mi explicación del crucero, mañana volveré a pisar tierra firme y a prepararme para regresar a la civilización y a la rutina. ¡Espero que me acompañéis en el desembarco mental!
¡Feliz día!

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El desembarco final

11:11 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos días! ¡Y FF a todos mis amigos twitteros! El lunes prometo ponerme las pilas y reiniciar mis buenos días diarios, aunque no sé a qué hora voy a colgar la entrada en el blog, en el despacho hacemos horario intensivo en agosto (de 7 a 15) y no creo que sea capaz de todo. ¡Prometo buscarle un hueco durante la tarde o el mediodía!
Los días en la montaña son proclives para transmitir paz, sosiego, claridad de mente… Cada mañana me conecto veinte minutos en un banco cerca del río de Estavar, frente a la carretera. El suave discurrir del agua en el cauce, los trinos de los pájaros, el olor a naturaleza… Todos los terapéuticos sentimientos que inspiran estos parajes me ayudan a ver las cosas desde otra perspectiva y a encontrar sentido a las decisiones tomadas.
 Hoy parece que las nubes se adueñarán del cielo, tapando al sol y permitiendo que las temperaturas bajen algunos grados. Es lo que toca a finales de agosto…
La última noche de crucero no estuvimos despiertos hasta tarde, nos pidieron que dejáramos el equipaje fuera de la cabina antes de la 01:00, así que nos pusimos el pijama pronto, acabamos de cerrar la maleta y nos aseguramos que los niños guardaran una muda para el día siguiente. ¡Según nos contó Natalia, la relaciones públicas española, más de uno ha bajado del barco en pijama!
Despertamos con el sonido del iPhone de mi marido, que nos hacía de despertador. La maleta ya no estaba en el pasillo y contábamos con un tiempo limitado para ducharnos, vestirnos y dejar el camarote antes de las 08:00, tal como nos pidieron el día anterior.
En el pasillo, ya vestidos y con el equipaje de mano, nos reunimos con la familia, llamamos a las puertas de los niños y les dimos prisa para subir todos juntos a desayunar.
Fue una mañana agitada en cuanto a actividades necesarias para abandonar el barco a tiempo, pero un poco triste al reconocer que el maravilloso viaje tocaba a su fin. ¡Nunca pensé que un crucero fuera tan ameno! ¡Y mucho menos que lo disfrutaría tanto!
Nuestro desembarco estaba previsto a las 10:15, así que nos dirigimos pronto a la cubierta 5, al Bar Palatino, donde cada mañana nos reuníamos con los organizadores de las excursiones, y esperamos pacientemente a que nos avisaran. Estábamos cansados, expectantes y algo nerviosos. Mi hijo se despidió de todos los amigos que hizo durante la travesía, se apuntó sus nombres y los perfiles de Facebook para no perder el contacto a pesar de que eran de diversos puntos de la geografía española. ¡Increíble las nuevas tecnologías! Cuando yo era pequeña estos amigos se perdían sin remedio…
Finalmente desembarcamos sin problemas. En la terminal de llegadas del Costa Favolosa encontramos nuestro equipaje, distribuimos las maletas y nos dirigimos a la salida. ¡A mi marido lo paró un agente de aduanas! Y mis hijos y yo lo acompañamos dentro de una habitación donde nos pidió los pasaportes y nos interrogó acerca de nuestras compras. ¡Que angustia! Quizás es su trabajo, pero nos intimidó con su tono irónico y frío. ¡Y eso que no teníamos nada ilegal!
Como nos quedaban casi cinco horas para que saliera el autocar que nos llevaría al aeropuerto Marco Polo, tomamos un vaporetto para visitar de nuevo Venecia. La Plaza San Marcos estaba atestada de turistas, las callejuelas eran una marea de gente que caminaba por la ciudad de los 1.000 puentes, los escaparates exhibían miles de objetos de cristal de Murano, el calor sofocante nos acosaba y las emociones de encontrarnos allí nos llenaban de alegría.
Callejeamos directos al puente de Rialto, buscando una ruta con pocos canales que travesar para evitar subir y bajar la silla de ruedas en las escaleras que encontrábamos en todos los puentes. Me encantó ver las tiendas buenas, sus escaparates de invierno, la esencia de las marcas italianas en medio de una ciudad que destila emoción en cada recodo.
A pesar de la muchedumbre que abarrotaba el Puente de Rialto, logramos encaramarnos a los dos lados y contemplar la magnificencia de la ciudad de los canales… ¡Qué bonito es en directo! ¡Qué ilusión ver las góndolas navegando!
Volvimos hacia la Plaza San Marcos en busca de algún lugar donde comer cuando nos paramos frente a un establecimiento del que nos llamó la atención el nombre: ¡Bar Xixi! Ya podéis imaginaros los comentarios de los niños, ¿no? Pues resulta que en este bar tenían unos bocadillos italianos buenísimos y una mesa donde cabíamos los trece….
¡Feliz día!  
  

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Duvrobnik

10:01 Pat Casalà 4 Comments


¡Buenos días! ¡Ayer pasamos un día genial! ¡Cuántos recuerdos de un verano inolvidable! La montaña ofrece una cantidad inmensa de posibilidades de pasarlo bien y el calor abrasador que asola nuestro país este agosto favorece las actividades al aire libre.
Ayer quedamos con los vecinos y nos fuimos a tomar un picnic al río de La Tor de Querol: carne rebozada, tortilla de patatas, pan con tomate, ensalada de arroz y fruta variada cortadita en trozos pequeños… ¡Todo un banquete! Los niños se pasaron cinco horas metidos en las heladas aguas del río, jugando y pasándoselo en grande. ¡Eran siete! A ver qué nos depara el día de hoy…
Dejamos el crucero en el día de navegación. La última escala fue Dubrovnik, una ciudad increíblemente bonita con una costa maravillosa. Parecía la Costa Brava en sus inicios, cuando no estaba urbanizada. 
Nos despertamos a las nueve para ir a desayunar todos juntos mientras el barco entraba en la bahía de la ciudad croata. Al regresar al camarote salimos al balcón para observar las maniobras del Costa Favolosa para fondear cerca del puerto. 
La bajada a tierra en Dubrovnik se hace con unas lanchas amarillas que lleva el barco como botes salvavidas. Son unas barcas con capacidad de 100 personas, con motor y perfectamente equipadas. 
Para conseguir un lugar en una de las lanchas nos indicaron que bajáramos a la cubierta 5 a partir de las 11:00, donde nos darían un número. Media hora después empezaron a llamar por megafonía a los números que obtuvimos tras una cola. No tardaron en anunciar el 38, así que a las 12:00 ya estábamos en la barca dispuestos a visitar la ciudad croata.
No sabía que Dubrovnik era una ciudad medieval amurallada. ¡Me encantó! Las calles adoquinadas con piedras blanquecinas, la fuente que encuentras al final de la caminata por una ancha avenida llena de tiendecitas y heladerías, la entrada real al pueblo amurallado por un arco antiguo, las callejuelas interiores, las flores en las casas,… Se respiraba un aire cálido y cargado de reminiscencias de un pasado lejano.
Mi marido y mi hijo subieron a las murallas que rodean la ciudad para caminar en ellas durante una larga hora. Mi rodilla fue un impedimento a la hora de subir y bajar tantos escalones, así que callejeé con mis sobrinos y mi hija, esperando a que los dos hombres de la casa me contaran sus experiencias y me mostraran las magníficas fotos de su ascensión.
Es una pena que los bombardeos de la reciente guerra que enfrentó a Servia y Croacia destruyera de una manera tan dolorosa este pueblo histórico. En muchos casos las bombas destruyeron casas entras y borraron de la faz de la Tierra muchos hogares. Desde lo alto de la muralla se aprecian fachadas reconstruidas que carecen de edificio, como si no fueran más que muros fantasmas que esconden las miserias de la guerra.
Nos reunimos una hora después bajo el arco de la entrada a la ciudad amurallada desde el puerto. Caminamos todos juntos hasta la iglesia del pueblo, donde nos sentamos en las escaleras a comer unos bocatas preparados en el desayuno.
Y luego paseamos unos minutos más para comprar algunos recuerdos y regalos. Le compré unos pendientes muy bonitos a mi madre y una camiseta a mi hija y a una amiga.
Antes de volver a las barcas amarillas mi cuñado, mi marido, uno de mis sobrinos y mi hijo Àlex se adentraron en las aguas del Mediterráneo desde un espolón para darse un refrescante baño de mar. Los tres salieron del agua como nuevos, emocionados por ese remojón tardío.
Embarcamos de nuevo en el Costa Favolosa a las 16:30, teníamos entradas para el cine 4D para esa misma tarde a las 17:00, así que nos duchamos rápidamente y bajamos para disfrutar de una experiencia única. Tras veinte minutos de espera frente a la cabina de proyección, empezamos a impacientarnos. ¡Nadie nos avisó de que el proyector se estropeó durante la mañana y que anularon la sesión de la tarde!
Como el cine estaba al lado de la chocolatería nos sentamos todos juntos a merendar. ¡Mmmmmm! ¡Qué bueno! Y pasamos el resto de la tarde preparando las maletas… ¡Era nuestro último día!
¡Feliz jueves!!!! MUAK    





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¡Día de navegación!

11:11 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos días! Ayer fue un día tranquilo en las montañas, sin incidentes destacables. Fuimos a pasar la mañana a la piscina de Err, un espacio lúdico-acuático con un tobogán y varias piscinas climatizadas donde los niños se lo pasan en grande con sus amigos. A estas alturas del verano, y con el insólito calor que asola estos parajes, el recinto está tan atestado de gente que conseguir una hamaca es todo un arte, el de la paciencia.
Hoy nos toca ir al río a hacer un picnic familiar. ¡Seguro que será un gran día! Ya tengo ganas de pasear bajo los árboles, bañarme en el agua helada y comer una de las mesas de madera que llenan el espacio.
¡Vamos a seguir con el crucero! ¿Os parece?
Después de embarcar en Estambul estábamos muy cansados por la larga excusión bajo un sol abrasador y la carrera del último momento para llegar a tiempo al barco, así que nos fuimos al camarote a descansar durante una hora. 
Desde el balcón de mi camarote vi la puesta del sol desde el mar. Es algo mágico, un instante que vale la pena vivir una vez en la vida. Apoyada en la barandilla, con mi marido al lado, respirando el salitre que la brisa nos acercaba, descubrí cómo la esfera dorada que nos ofrece luz y calor descendía hasta perderse tras el horizonte.
Luego nos arreglamos y bajamos al teatro donde nos ofrecieron otro magnífico espectáculo. ¡Convirtieron el suelo en una pista de patinaje sobre hielo! ¡Increíble!
La cena transcurrió amena, con conversaciones alegres y, ¡cómo no!, actuación de los camareros. ¡Ahora me cuesta pasar una noche sin diversión! Jajajajaja.
Como al día siguiente no teníamos que desembarcar en ningún puerto, era una jornada entera de navegación, paseamos por el barco a la luz de las estrellas, nos tomamos unas frutas bañadas con chocolate en la chocolatería, ¡un manjar de los Dioses! ¡Buenísimo! Y escuchamos un poco de música en vivo, viendo bailar a algunas parejas.
Por primera vez desde que pisamos el barco no quedamos para desayunar en familia. Mi marido y yo nos despertamos tarde y subimos a la cubierta 9 para tomar algo en el buffet. Como no encontramos demasiada gente, comimos con tranquilidad, viendo el avance del barco en alta mar a través de las vidrieras del restaurante.
Fue un día tranquilo y perfecto. Tras comprobar que los niños estaban bien buscamos unas tumbonas en la piscina de popa, una en la que los niños tienen prohibida la entrada. Fuimos allí con mi suegra y nos bañamos con tranquilidad.
El resto de la mañana la pasé leyendo en mi Kindle, estirada en la hamaca, bañándome a ratos. Comimos todos juntos a las dos y media en el buffet, sin tantas aglomeraciones, y pasamos la tarde paseando por las cubiertas, parándonos en los diversos bares donde se escuchaba música en directo.
A la hora de merendar buscamos a los niños para ver qué hacían, ¡llevaban todo el día de juerga! Nos llevamos a los pequeños al buffet para que comieran algo y quedamos en el teatro para ver el espectáculo pertinente.
Tras la cena fuimos a ver las esculturas de hielo que los camareros prepararon para decorar el famoso buffet de las 00:00 que nunca legamos a probar. Esa noche había baile latino y yo, deseosa de bailar, intenté un chachachá, pero mi rodilla se resiste a funcionar con normalidad…
¡Feliz día!





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En el río...

10:01 Pat Casalà 6 Comments


¡Buenos días! Hoy voy a hacer un alto en el relato del crucero para darle un par de vueltas a mis últimos días en La Cerdaña. ¡Y es que esta estancia en las montañas se tiñe constantemente de sucesos inauditos!
Mi marido se fue a Barcelona el pasado domingo para iniciar su rutina laboral tras una pausa de tres semanas. Este año hemos coincidido sólo 16 días y nos hemos repartido las dos semanas restantes para que los niños aprovecharan más las vacaciones. ¡Así que estos cinco días me toca a mí quedarme en Estavar con ellos!
La perspectiva de pasar cinco días en soledad, junto a mis hijos y mi ordenador, era alentadora. ¡En esta casa es donde más escribo! La paz que exhalan las montañas alienta mi inspiración y me permite desarrollar al máximo mi creatividad. Sin embargo este año parece que la escritura queda relegada a un segundo término y que toda la ilusión de antaño por aporrear las teclas del portátil se ha diluido en otros quehaceres. Aunque corrijo novelas antiguas en los ratos libres…
Además, no estoy sola, mis padres han venido a pasar unos días, así que no me importa aparcar la escritura un año, o dos o para siempre… ¡El tiempo dirá! Estoy feliz con las ventas obtenidas de El Secreto de las Cuartetas – Descifrando las Profecías de Nostradamus, aunque no son la bomba ni baten ningún récord. Para mí publicarla en Amazon ha significado un salto cualitativo hacia delante, uno que me ha permitido saber que hay gente dispuesta a leerme…
Bueno, aparquemos mis absurdas elucubraciones y vayamos al grano, ¿os parece? Quería explicaros una anécdota que nos sucedió ayer por la mañana a mis hijos, a mis padres y a mí, en la ribera de un río de La Tor de Querol, donde solemos ir a bañarnos y a disfrutar de la serenidad que respira el paraje.
El murmullo anunciador de la corriente que mueve el cauce del río es un bálsamo. El agua cristalina permite ver los guijarros que alfombran la cuenca. Las montañas rodean ese lugar con su porte altivo, mostrando varias tonalidades de verde y marrón diseminadas por toda su extensión.
Llegamos pronto, aparcamos antes de la zona donde una señal de tráfico anuncia claramente que está prohibido avanzar más y caminamos hasta una explanada de césped donde solemos extender las toallas bajo la sombra de un pino.
En el lugar encontramos un matrimonio instalado a unos metros de nosotros, dos muchachas caminando en bikini por el río y un par de perros que jugueteaban en el agua. La presencia de los canes no nos molesta, otras veces hemos asistido a sus baños y a sus juegos con los dueños y nos ha arrancado una sonrisa, así que nos sentamos tranquilos, con una baraja de cartas y la ilusión como compañera.
Pero esta vez los perros nos dieron la mañana. ¡Y es que se pasearon impunes varias veces por nuestras toallas con las patas mojadas y llenas de barro! ¡Y patearon mi ropa y mis gafas y la camiseta de mi hijo Àlex! ¡Incluso se sacudieron el agua del baño sobre nosotros mientras jugueteaban sin que sus dueñas les dijeran nada! ¡Ellas se estiraron a tomar el sol a unos metros de distancia y ni miraban qué hacían sus perros!
A mí nunca me han incomodado los animales, aunque he de admitir que la segunda vez que los perros patearon toda la toalla empecé a indignarme. Y la tercera vez, cuando encima dejaron toda mi ropa llena de pisadas de barro ya no aguanté más. ¡Es que no les decían nada! Encima mi hija se metió en al agua acompañada de mi madre y uno de los canes se sacudió toda el agua sobre ellas…
Total, que acabé pidiéndole a sus dueñas que los vigilaran, explicándoles que se paseaban tranquilos por las toallas y la ropa y que también chafaron mis gafas. Ellas, en vez de llamarlos y disculparse empezaron a despotricar contra la gete de Barcelona, a llamarnos de todo, a decirnos que el río era muy largo y que si sus perros nos molestaban que nos fuéramos, que era normal que los perros pisaran nuestras toallas si las poníamos cerca del río y que éramos unos maleducados.
Creo que todo el mundo tiene derecho a tener perros y a dejarlos correr en libertad, ¡ellos lo agradecen! Pero se debe respetar al prójimo… ¡Y vigilarlos! ¡Y sobre todo, educarlos! ¡La de veces que me he bañado en esas aguas con perros y no he tenido ningún problema!
En fin… ¡A ver qué pasa hoy en el río! ¡Feliz día!

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Escala en Estambul

13:31 Pat Casalà 0 Comments


¡Buenos días! El calor asfixiante parece dispuesto a quedarse en las montañas. ¡Cenamos al aire libre cada día! Es inaudito, algo que en los cinco años de pasar los últimos quince días de agosto aquí nunca pudimos hacer… Así que nos iremos a bañar al río como ayer y disfrutaremos del agua, el sol, la paz y la tranquilidad…
Dejamos nuestro crucero en las figuritas que los cocineros preparaban cada noche con comida para adornar los buffets de comida. ¡No la probamos! A esa hora la comida ya nos salía por las orejas…
Al día siguiente nos despertamos temprano para desayunar tranquilos antes de desembarcar en Estambul, donde un guía privado para los trece, contratado desde Barcelona a una agencia turca, nos esperaba con un minibus.
No era mi primera visita a esta ciudad increíble, cuando mi marido cumplió 40 años le regalé un viaje sorpresa de cuatro días en Estambul, y cuando digo sorpresa quiere decir que se levantó un viernes para ir a trabajar y se encontró las maletas preparadas y un billete de avión esperándolo en la mesilla de noche…
El minibus nos llevó por la carretera que discurre por la costa, donde las rocas acumulan lugareños bañándose en el mar. Llegamos a la plaza que antiguamente albergaba el Hipódromo, adornado con varias columnas y circundado por las gradas que se desmontaron en una época posterior.
Uno de los monolitos que se conserva mejor es un obelisco egipcio, construido en la época de Tutmosis III y traído a Constantinopla (antiguo nombre de Estambul) en la época romana. Éste obelisco sale en El Secreto de los Cristales, donde se explica su periplo. ¿Sabéis la ilusión que me hizo verlo en directo? Parece mentira que se conserve en perfecto estado después de tantos milenios…
Tras la visita reglamentaria al Hipódromo nos dirigimos a la Mezquita Azul, donde los zapatos se guardan en una bolsa de plástico para entrar descalzos y se pide amablemente a hombres y mujeres que se tapen los hombros y las piernas. El  interior de la mezquita es una maravilla, al igual que su arquitectura de bóvedas, adornada con minaretes, que te transporta a la época dorada de los musulmanes…
Caminamos por el parque frontal que conecta la Mezquita Azul con Santa Sofía, una antigua iglesia católica que los musulmanes utilizaron de base para crear una mezquita. En la actualidad este magnífico templo se ha convertido en un museo donde se intenta rescatar algo de los mosaicos originales que recubrían las paredes con escenas bíblicas. Cuando Santa Sofía se convirtió en una mezquita los musulmanes borraron cualquier atisbo de catolicismo enyesando las paredes y ocultando así la obra maestra que realizaron los católicos.
Tras la visita a este maravilloso monumento nos dirigimos en grupo hacia el palacio de Topkapi, una muestra esplendorosa de la riqueza de los sultanes. Caminando por la avenida que nos conducía a la entrada del palacio nos detuvimos un instante en una de las iglesias más antiguas de Estambul, Santa Irene, donde fotografiamos a mi hija, tocaya de la iglesia. En Santa Irene tuvo lugar el concilio en el que Constantino decidió adoptar la religión católica para los romanos.
Caminamos por el palacio, admirando los jardines, la arquitectura, la colección de joyas increíbles de la familia real, las ropas inmensas que llevaban los sultanes, las armas, los objetos de culto religioso,… El traqueteo de la silla de ruedas fue intenso, Topkapi no está preparado para minusválidos y casi todo son escaleras donde debían levantar la silla de ruedas entre seis personas para elevarla junto a mi suegra y subir y bajar por todos los obstáculos. ¡Uffff!
En el restaurante del palacio nos paramos a comer un par de especialidades turcas. Entre ellas el típico Kebab de cordero… ¡Y vuelta a caminar por los jardines, las salas, los balcones! Aunque no contamos con tiempo de entrar en el Harén, una maravilla que vale la pena visitar.
 Nos quedaban apenas cuarenta minutos para perdernos en las callejuelas del Gran Bazar antes de embarcar. Fue una carrera contrarreloj para comprar cuatro recuerdos, algunos regalos y regatear con los vendedores sin perder de vista a los ocho niños que nos acompañaban. ¡Si no llegas a tiempo el barco se va sin ti!
Una vez pasado el plazo nos reunimos y caminamos por las callejuelas hasta internarnos en el bazar de las especies. Al salir cerca de la costa del Bósforo nos esperaba el minibus para llevarnos de vuelta al Costa Favolosa…
¡Hasta mañana! ¡Feliz día!

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Lo que pasa en un cine...

11:11 Pat Casalà 2 Comments


¡Buenos días! Ayer fue el día más caluroso en La Cerdaña desde que tengo la casa. ¡Llegamos a 37 grados por la tarde! ¡Y cenamos en la terraza a las 22:30! ¡Fue increíble! Hoy se ha despertado nublado y más fresco, así que nuestra excursión programada para bañarnos en el río y hacer un picnic en compañía de unos amigos se va un poquito al traste… ¡Ya veremos si nos bañamos o es la lluvia la que nos moja!
Ayer fue un día de descanso en toda regla, uno de aquellos en los que las horas ante al ordenador o el Kindle pasan sin darme cuenta. Mientras mis padres, mis hijos y mi marido se fueron al río a refrescarse, yo me quedé cocinando y tomando el sol en el jardincito de casa… ¡Hacía tanto calor que me duchaba constantemente con la manguera! ¡Y disfruté muchísimo de una novela y de la corrección de La Luna de Ónxon! Por la tarde nos fuimos al cine a ver “El Legado de Bourne”.
¿Sabéis qué nos pasó en el cine? ¡Fue inaudito!  De aquellas anécdotas que no necesitan sacarles punta para parecer increíbles. Compramos unas bolsas de palomitas de las que vendían en la entrada, no son como en Barcelona, porque te las dan en una bolsa como si fueran patatas fritas. Mi hijo y mi marido empezaron a comer palomitas cuando la película apareció en la pantalla y de repente veo que el señor de delante de mi hijo Àlex se gira y lo riñe.
—Mira qué pasa —le susurré a mi marido que estaba a su lado.
—¡Que me molesta muchísimo el niño! —gritó el señor con ira—. ¡No para de comer palomitas y ese crac-crac no me deja oír! ¡Que deje ya la bolsa de las narices!
Era un señor mayor que habló con mucha rabia y mala uva.
—Si tanto le molesta váyase a otra fila —le contestó mi marido—. ¡Hay muchas libres!
El señor se giró de repente en un gesto brusco, agarró la bolsa de palomitas de mi marido e intentó llevársela con tanta violencia que mi hijo le agarró el brazo para evitar que se saliera con la suya. Durante cerca de dos minutos luchó con rabia y algún que otro improperio para arrebatarle la bolsa, sin atender a razones.
—¿Está loco? —se defendió mi marido, luchando contra la agresión—. ¡Haga el favor de soltar la bolsa!
Tanto la mujer de este señor como yo intentamos detenerlo con palabras.
—En el cine se comen palomitas —le dije con un tono relajado—. Todo el mundo lo hace.
Al final el señor dejó la bolsa de palomitas y se giró hacia la pantalla, pero ya no disfrutamos de la película porque el incidente nos dejó un regusto amargo y de tensión en los tres. Al salir del cine Àlex no dejó de preguntar acerca de lo sucedido, sin entender muy bien aquella violencia innecesaria. Y la verdad es que el señor tuvo suerte de no encontrarse con un grupo de adolescentes en plena subida hormonal o de alguien con más malas pulgas que mi marido, porque era para contestarle de otra manera…

Me queda poquísimo espacio para hablar del crucero… Cuando volvimos de la excursión en Éfeso era muy tarde, así que no nos quedó otro remedio que unirnos a la horda de turistas que se abalanzaban en los buffets de comida y creaban una cola larguísima… ¡Comí mal y con angustia! Y es que ver tanta gente, con tanta comida y el comedor tan atiborrado me cerró el estómago.
La tarde la empleamos en descansar. Yo en la piscina, los niños dando tumbos por el barco o en el gimnasio, mi marido en el camarote,… ¡Y nos reunimos a la hora del teatro! Como cada tarde asistimos a un espectáculo increíblemente bien preparado y que nos encantó. ¡Y a cenar! ¡A ver el show de los camareros! ¡Y a la cubierta 9 donde anunciaron una noche latina!




Nos quedamos poco en la piscina de proa, viendo cómo baliaban los niños del club infantil y cómo unos cuantos pasajeros desfilaban contoneando las caderas al son de la animadora… Lo que nos encantó fue ver cómo preparaban el buffet de comida que ofrecieron a partir de las 00:00, cuando nosotros ya estábamos en la cama. Os dejo fotos de las maravillosas figuras realizadas con comida que adornaban la mesa. ¡Sólo por verlas en directo valía la pena contemplar el buffet! ¡Eran impresionantes!
¡Mañana más! ¡Feliz día!




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¡La maravillosa ciudad de Éfeso!!!!

11:11 Pat Casalà 8 Comments


Buenos días! El calendario avanza inexorablemente hacia el fin de las vacaciones… ¡Mi marido empieza a trabajar este próximo lunes! Por suerte a mí todavía me falta una semana… Este año sólo hemos coincidido quince días y nos hemos repartido las otras dos semanas: él se quedó en la montaña con los niños la última de julio y yo me quedo en Estavar con mis hijos los próximos cinco días laborables. ¡Todo lo bueno se acaba! Pero la vida trata de buscar la ilusión en cada etapa. Así que voy a quemar mis últimos cartuchos de asueto con alegría y cuando me toque reincorporarme al trabajo lo haré con una ancha sonrisa.
En mis horas de quietud en la montaña he empezado a releer La Luna de Ónixon, mi primera novela, aquella donde di forma a mis juegos infantiles, moldeándolos al argumento que poco a poco se hilaba en mi mente. De la novela original queda la esencia, en las múltiples lecturas correctivas que hice en el pasado surgió una obra con el mismo fondo, pero con un nuevo enfoque y más anécdotas. En general me está gustando cómo queda, aunque necesito invertir una parte de mi tiempo para pulir algunos detalles, ¡sobre todo los diálogos!
  Mientras una compañera de la Generacón Kindle tiene El Secreto de los Cristales para darme su sincera opinión… ¡Ya os contaré!
Siguiendo con mi maravilloso crucero hoy me toca explicaros la tercera escala del barco en Esmirnia (o Izmir), Turquía, un puerto que se encuentra a una hora en autocar de la mítica ciudad de Éfeso. Por descontado nos apuntamos todos a esta maravillosa excursión que nos desvelaría una parte imponente de nuestro pasado.
La mención del nombre de la ciudad romana de la que se conservan muchas ruinas en pie me llevó inexorablemente a El Secreto de las Cuartetas – Descifrando las Profecías de Nostradamus. En una de las cuartetas del célebre profeta estudié la ciudad de Éfeso, donde el derruido templo de Artemisa cobraba una importancia vital en el estudio del significado del verso, igual que Alejandro Magno.
Cuando me documento para escribir una novela viajo con la mente a lugares lejanazos, miro muchísimas fotos en el ordenador para aclimatarme y leo referencias históricas a esos instantes de del pasado de la humanidad que puedan crear una imagen nítida en mi mente, una donde todos los sucesos acaecidos en un lugar converjan con las aventuras de mis personajes. ¡Y ver en directo las ruinas de una ciudad que estudié con tanto detalle me llenó de emoción!
La visita a la ciudad de Éfeso comenzó tras una parada en un enclave en la cima de la montaña donde se encuentra la casa que piensan fue el hogar de la virgen María durante tres años tras la crucifixión de Cristo. Mis cuñados, mis sobrinos y mi suegra disfrutaron mucho de esta visita que a mí me pareció bonita, pero sin pruebas del todo fiables para afirmar rotundamente que realmente fuera la morada de la Virgen.
Llegamos a Éfeso acalorados, contentos y maravillados de que en medio de una montaña que en el pasado desembocaba en el mar se hallara uno de los mayores yacimientos arqueológicos de la actualidad. ¡Es impresionante lo mucho que se encuentra en pie! En Olimpia necesitabas imaginación para descubrir la arquitectura derruida por el terremoto, en Éfeso puedes respirar la esencia de lo que fue sin necesidad de pintar a brochazos las piedras que faltan, ¡se conserva tanto!
Bajamos por una larguísima avenida pavimentada en su mármol original donde en el pasado las casas de los ricos se amontonaban a ambos lados, visitamos los baños públicos donde encontramos en pie las letrinas, son unos agujeros puestos en fila donde los romanos se sentaban para vaciar el vientre, un anfiteatro de colosales dimensiones que todavía se mantiene en perfecto estado de conservación, el burdel de la ciudad, algunos templos,… ¡Mil maravillas que nuestra guía nos enumeraba!
La excursión a pie por las ruinas de la ciudad tenía una extensión de dos kilómetros de bajada donde se extendían un sinfín de edificios, columnas, recuerdos, instantes mágicos y saltos al pasado donde una cantidad indefinida de personas moraban bajo los potentes rayos del astro rey. ¡Qué increíble sensación de viajar en el tiempo te produce caminar entre tanta cultura!
He de admitir que mi caminata por el mármol fue un poco difícil, mi rodilla todavía no es la que era y necesité aguantarme en sobrinos, piedras e hijos para caminar con tino de no resbalar. ¡Y ni os explico la odisea de la silla de ruedas de mi suegra! Traqueteaba sobre las piedras con dificultad, empujada por tres o cuatro personas que se ayudaban a subir peldaños y a desencallarla en momentos puntuales…
¡Mañana sigo! ¡Feliz día!        




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Las ruinas de Olimpia....

10:01 Pat Casalà 6 Comments


¡Buenos días!!¡Y FF a todos los twitteros! Los días de verano avanzan raudos por los caminos plagados de emociones y aventuras. Vivo cada minuto con intensidad, al máximo, con ilusión y sonrisas, saboreando cada instante con alegría. ¡Cómo necesitaba esta desconexión total del mundo real! Hay instantes en la vida en los que debes detenerte y dejarte llevar por las horas exentas de obligaciones…
Llevo cuatro días en las montañas, rodeada de naturaleza, paseando en bici o a pie por senderos maravillosos que respiran paz y sosiego, bañándome en lagos varados entre los árboles o en ríos que serpentean por los riscos. Por suerte el calor abrasador que llega a todas las poblaciones españoles estos días aquí no pega con tanta intensidad.
¡Vuelvo a la crónica del crucero! La segunda escala fue el puerto griego de Katakolon, un enclave turístico en una preciosa bahía en forma de herradura, con playas de arena blanca y tiendecitas llenas de recuerdos que se suceden en una única calle no muy larga.
Las llegadas a puerto son a horas muy tempranas, teníamos que levantarnos a las 6:30 para desayunar lo más rápido posible, contando las interminables colas para acceder a los buffets y las dificultades para encontrar mesa. La excursión contratada tenía previsto llevarnos hasta Olimpia, la ciudad griega de la antigüedad donde se supone que se celebró la primera Olimpiada.
 Subimos a un autocar con un grupo de ingleses y otros turistas de habla española. Las dos guías nos explicaron algunos detalles de Grecia y de mitología en inglés y en español mientras recorríamos la distancia hasta el enclave de interior donde nos recibieron las ruinas de esta mítica ciudad.
¡Increíble la guía que nos tocó! Nos explicaba cada una de las ruinas con una emoción contagiosa, contando las anécdotas más relevantes y mostrándonos un libro donde se veía el actual estado del lugar y el que fue antaño. Se respiraba un aroma cálido que parecía transportarte atrás en el tiempo, al instante en el que los atletas competían desnudos en aquella llanura poblada de edificaciones que un terremoto destruyó.
En algunos momentos cerré los ojos, escuché el canto de las cigarras, saboreé las historias que la voz de la guía desgranaba lentamente y reproduje mentalmente el pasado, edificando cada uno de los rincones, el gran hotel que albergaba a las familias nobles, la emoción de los atletas, el comedor, el gimnasio…
 Cuando entramos en el estadio por un arco que en la antigüedad era precedido por varios homónimos, respiré la esencia de lo que en otro tiempo debía ser la entrada a un lugar silencioso, donde los atletas se preparaban para correr bajo las aspas del sol abrasador, acompañados únicamente por su físico preparado desde la infancia, sin ropas, en busca de honor que la corona del ganador les concedería…
La verdad es que dar estos saltos al pasado delinea un presente diferente, es una manera de entender parte de nuestra cultura, lo que sucedió antes de la revolución informática y eléctrica, muchos milenios atrás…
Nuestra guía nos indicó muchas de las palabras que proceden de raíces griegas y nos contó cómo los romanos copiaron la mitología griega cambiando los nombres a los Dioses.
Volvimos al autocar caminando bajo las aspas de un tórrido sol que despertaba las gotas de sudor en cada uno de los poros de nuestra piel. Al llegar a Katakolon paseamos media hora por la calle repleta de tiendas para comprar algún recuerdo.
Llegamos al Costa Favolosa a mediodía con ganas de pasar por una larga ducha, vestirnos con ropa limpia y acudir al buffet a una hora tardía para no encontrarnos con las hordas de personas hambrientas que colapsaban los buffets y el comedor. Pasamos la tarde en la piscina, yo con mi Kindle, devorando una novela maravillosa de una compañera de promoción: La Tumba Compartida de Antonia Romero.
Y a las 19:30 estábamos en el teatro para asistir al cóctel de gala que ofrecía el capitán del barco. ¡Increíble lo del vestido de gala! Las mujeres iban como si fuera una boda por todo lo alto: con vestido largo, altos tacones, chales, joyas… ¡Y los hombres iban perfectamente trajeados! Suerte que no éramos los únicos a los que la agencia no informó de estas formalidades, porque aunque nos trajimos algún atuendo un poco más elegante, no podíamos imaginarnos que la gente se arreglara tantísimo.
Luego cena de gala en el restaurante, con show nocturno de los camareros incluido en el pack y una comida más sofisticada que los otros días. ¡Incluso nos dieron Espumoso para brindar!
¡Mañana más! ¡Feliz día!     





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Una escala en Bari...

11:11 Pat Casalà 2 Comments


¡Buenos días!! ¡Llevo 13 días de vacaciones y me parece un siglo! Los días de crucero fueron una manera de aparcar realmente el estrés, los agobios de un invierno largo y pesado, las responsabilidades adquiridas, incluso esa intensidad con la que vivía anclada a la promoción del libro.
Embarcarse con los hijos en un crucero equivale a vivir unos días intensos sin preocuparse de los coches, las calles, las noches… Mis hijos están en una edad más autónoma, en la que empiezan a descubrir su propia identidad y en la que desean descubrir su entorno, las posibilidades que ofrece la vida y cuál es su propio carácter. Aunque la adolescencia es una edad muy difícil para los padres…
Durante la primera noche mi hijo no aparecía a la hora de la cena y pasé un mal rato. Lo busqué insistentemente por la piscina, el gimnasio, las habitaciones, la discoteca, la sala de máquinas… Cuando él mismo encontró el restaurante asignado a nuestro grupo y se sentó en la mesa para encargar la cena a Jack, nuestro simpático camarero, respiré tranquila.
A partir de ese momento les pusimos un horario a los chicos. Los ocho se repartían en dos camarotes de cuatro, por lo que era imposible controlar exactamente qué hacían durante las horas que no estábamos con ellos ni la hora en la que regresaban de la discoteca, que estaba destinada a jóvenes entre catorce y dieciocho años…
 Por suerte el hecho de estar en un hotel flotante donde los peligros que acechan en las noches de la ciudad se reducen a la nada, me ofreció la tranquilidad suficiente como para darles una libertad controlada. Durante todo el crucero no me ha preocupado qué hacían todo el rato, el desorden que reinaba en su camarote ni las horas en las que regresaba mi hijo mayor de la discoteca. ¡Eso son vacaciones de verdad!
Pasado el susto cenamos tranquilamente. La carta te permitía comer seis platos más el postre, ¡una cantidad excesiva para mí! Optamos por pedir sólo un entrante y un plato principal o una pasta. Esa noche nos fuimos a dormir enseguida, llevábamos muchísimas horas en pie y el madrugón pesaba demasiado…
A las siete de la mañana del día siguiente quedamos fuera de los camarotes, estaban todos cerquita, en el pasillo de números pares de la octava planta. Desayunamos en el buffet del puente nueve entre riadas de gente que se llenaban los platos hasta los topes. Nos costó muchísimo encontrar mesas, pero al final lo conseguimos.
La primera escala del crucero fue en una pequeña población de la costa de Italia llamada Bari. Es la parada más floja de todo el recorrido, aunque me gustó saborear la esencia de las callejuelas estrechas donde circulaban motos, bicis y los lugareños. Fue como perderme en una película italiana, como si apareciera en la plaza de “La Vida es Bella” y pudiera ver al protagonista con su bicicleta conquistando a su hermosa mujer.
Paseamos distraídos contemplando las tiendas, los tenderetes repletos de pamelas y recuerdos, la iglesia del pueblo, las dos placitas que la llenaban de historia. Compramos una campanita con el nombre de Bari, mi hija y yo decidimos iniciar una colección de recuerdos de cada lugar visitado, y las campanas pequeñitas de cerámica era una opción bonita y no muy cara.
Regresamos al barco a mediodía, con el tiempo justo de ducharnos, cambiarnos de ropa y comer. El buffet del almuerzo era abundante en opciones: plancha, pizza, ensaladas, pasta y algún guisado italiano.
La tarde transcurrió entre la piscina, la música clásica que tocaban en directo en el piano-bar de la tercera planta y la increíble actuación en el teatro. Realmente las funciones eran espectaculares, creo que una de las mejores ofertas de este crucero. Un vestuario lesextraordinario, un escenario con las últimas tecnologías existentes que se transformaba en segundos, unos artistas excepcionales y unas puestas en escena por las que bien pagaríamos una entrada en un teatro de nuestra ciudad.
¡Mañana más! ¡Feliz día!




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