¡Un día redondo!

8:28 Pat Casalà 2 Comments


           ¡Buenos días!!! ¡Estamos a mitad del acueducto! La verdad es que están siendo unos días geniales e intensos, llenos de ilusiones y horas dedicadas a lo que me gusta y me llena, disfrutando como nunca de la escritura, el sol y los paseos.
            Ayer fue una jornada redonda. Lo de despertarme tarde es algo que no entra en mi rutina, así que lo hice temprano. Mientras mi familia dormía me dediqué a leer y comentar los blogs de mis compañeros, ¡hay tantos artículos y relatos interesantes! Y luego os dejé una parte de Los Cofres del Saber, ese relato que voy hilvanando online, sin borradores previos ni esquemas ni nada, sólo yo con mi imaginación y la hoja de Word abierta, permitiendo que la mente viaje a otro mundo por unos minutos y nos traiga las palabras que se enredan en él.
            El sol lució impoluto en el cielo, mostrando en todo momento su dominio y su fuerza. Nos fuimos al club para que los niños jugaran con su padre un partido de padel y yo me estiré con el ordenador en una de las hamacas que se sitúan en el solarium, en una terraza sobre la piscina que está en mantenimiento. En verano esa parte del club está a rebosar de gente en bañador que se baña y disfruta de las horas diurnas. Pero en otoño y en invierno es un oasis de paz, un lugar yermo de personas que inspira sensaciones de lo más calmadas y felices.
            ¿Nunca os habéis parado a escuchar el silencio de los días soleados? Es distinto al de los días de lluvia o al de los días nublados. Es un silencio apaciguador, tranquilo, sereno. Es como si su sonido invisible te ayudara a transportarte a un lugar exento de nervios, angustias y frustraciones, un lugar donde todo es posible, donde tu imaginación puede conseguir todo aquello que quiera.
            Es curioso cómo las Musas deciden mecerme cuando estoy al aire libre, escuchando ese silencio de día soleado, mirando a mi alrededor con la luz que confiere ese astro que domina nuestras vidas, palpando la serenidad del ambiente, saboreando las palabras que acuden con diligencia a mis dedos, oliendo la fragancia embriagadora de la brisa que trae susurros de mis mundos paralelos y esencias de sus personajes.
            Escribí, escribí y escribí. ¡Cómo me gusta ese verbo! Me pasé casi dos horas dedicada a mi última novela, sin pensar en publicaciones ni metas ni agobios, sólo creando, escribiendo y sintiendo, vibrando con la narración y el proceso creativo, alcanzando esa quimera llamada felicidad.
            Logré acabar dos capítulos enteros e iniciar el tercero. Realmente si mis días fueran así volvería a terminar la novela en tres meses… ¡Pero qué necesidad hay en acabarla tan rápido! El lunes volveré a trabajar con las pilas recargadas y una intensa ilusión de tener un trabajo al que acudir, ¡así que esta novela tardará más en escribirse!
            Por la tarde, después de comer en casa, mi marido y yo nos fuimos de compras. ¡Es otra de las cosas geniales que tienen los días previos a la Navidad! ¡Ir de compras me encanta! Pasear por la calle mirando escaparates, entrar en todas y cada una de las tiendas, rebuscar entre el género algo que llame mi atención,… ¡Y si encima tengo que comprar, pues mejor!  
              Nos pasamos tres horas andando y acumulando regalos para nuestros sobrinos e hijos, cargados con bolsas, charlando animadamente, disfrutando de una tarde más propia de septiembre que de diciembre… ¡También fue una tarde genial! ¡Y encontré muchos regalos de aquellos que te gusta regalar! Creo que los regalos deben ser siempre pensados con cariño, buscados con ilusión y ofrecidos con dulzura.
            ¡Y hoy me voy con una de mis amigas a comprar más!!!!! Al mediodía escribiré y por la tarde bailaré. ¿Se puede pedir más?
            ¡Os deseo a todos un día genial! 

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