Las sombras II

9:19 Pat Casalà 4 Comments

            ¡Buenos días!! No me puedo ir a esquiar, mi hija sigue con fiebre… ¡Esperemos que mañana esté mejor y me pueda ir a las montañas!!! Así que por ahora nos quedamos aquí a pasar el día. Voy a ver cómo utilizo mi tiempo libre…. Me parece que me apetece mucho pasear, ver tiendas, gente, ambiente navideño,… ¡Ya os contaré! Vamos a seguir con el relato, ¡que ayer recibí muchas quejas por dejarlo a medias!

          …Elena sintió una descarga eléctrica en su mano izquierda. Era como si acabara de acercarla a un enchufe y toda la electricidad que moraba en la instalación se hubiera condensado en sus dedos agarrotados. Por el rabillo del ojo vio cómo la sombra mantenía sus brazos alzados frente al pecho, con aquellas palmas blanquecinas abiertas hacia abajo, lanzando su fuerza mortífera.
            La respiración de Elena se convirtió en unos jadeos roncos que se desprendían de su boca junto a las bocanadas de vaho. Su corazón se había revelado como un órgano exaltado que parecía querer danzar ante su mirada enturbiada por las lágrimas que la humedecían. El dolor de la mano izquierda era intenso, tan intenso que se le escapó un grañido de dolor mientras sus pensamientos buscaban frenéticamente una respuesta a aquel ataque.
            Desde niña había sabido que ese día llegaría, que ese instante que estaba viviendo formaba parte de su destino. Todas las señales de la profecía la habían señalado como la única capaz de albergar la pulsera en su muñeca derecha, como la elegida para acabar la lucha encarnizada que las sombras y las luces mantenían desde hacía más de diez mil años, cuando la harmonía en la Tierra se había roto por la confrontación entre dos hermanos.
            Pero Elena no sabía cómo iba a librar al mundo de esa batalla, nunca lo había sabido. No dejaba de ser una muchacha de veintitrés años con muchos sueños e ilusiones que pululaba por la vida buscando una respuesta a los miles de interrogantes que se le presentaban diariamente, a las preguntas que despertaba esa condición de elegida que la había mantenido alejada del exterior, siempre encerrada entre personas afables que intentaban prepararla para el instante que estaba viviendo. Pero ella seguía siendo una chica asustada, herida por la horrible muerte de su madre y angustiada por la falta de decisión que había demostrado.
            -¡No te muevas! -La sombra fregaba el suelo con unas zapatillas negras de suela de goma que se acercaban peligrosamente a una Elena paralizada-. ¿Cómo es posible que toda tu gente confíe en alguien tan insignificante como tú?
            Estaba a un centímetro de distancia, Elena podía oler su inconfundible aroma a incienso mezclado con aceites naturales, un olor que penetraba por sus fosas nasales para despertar un recuerdo que la abocaba a las lágrimas de dolor que habían despertado el día en el que Mario se había revelado como una sombra y le había confesado su amor en un recodo del jardín. Se habían amado en silencio, al amparo de las estrellas, sellando su encuentro con un adiós que significaba un para siempre, con la certeza de que a partir de ese día iban a luchar el uno contra el otro, de que llegaría el día en el que uno de los dos bandos ganaría la batalla y nunca podrían vivir su amor.
            De repente sintió una oleada de rabia invadiendo cada uno de los poros de su piel. Se miró la mano izquierda con una furiosa aceleración de sus sentidos y la obligó a moverse a pesar de los latigazos que lanzaba a través de sus terminaciones nerviosas. La sombra se había acercado tanto a ella que no tardaría ni dos segundos en arrancarle la pulsera, pero Elena no iba a permitirlo. Se irguió en toda su estatura y obligó a su mano izquierda a tocar el metal dorado para deslizarlo lentamente hacia la muñeca.
            La sombra se quedó quieta, con los ojos completamente cerrados y la respiración ralentizada al máximo. Dobló sus brazos frente al pecho y colocó las manos formando un cuenco en el que se concentraba una bola de luz energética.
            Elena supo que debía reaccionar, que si aquella bola la alcanzaba todo estaría perdido. Cerró los ojos y le suplicó a la pulsera que ocupara su lugar.
            Cuando la sombra empezó a bajar las manos para lanzar su ataque sobre Elena, la pulsera pareció obedecer a su dueña y se deslizó suavemente hasta la muñeca para ensamblarse con ella. El metal se adhirió a la piel convirtiéndose en una unidad, cada una de las figuras que colgaban de ella se tatuó en el brazo y Elena sintió cómo todo su cuerpo se llenaba de una energía cálida y revitalizante.
            -¡No! -gritó la sombra al comprobar cómo su bola se fundía entre sus manos-. Tu bando ha de ser erradicado, sólo así la oscuridad podrá apagar la luz hasta el fin de los tiempos.
            Pero era demasiado tarde, Elena había accedido al poder ancestral que se mencionaba en la profecía. A través del contacto con la pulsera cada uno de los átomos de su cuerpo se había transformado en un conato de luz que irradiaba a través de su piel morena y brillante. Parecía como si se hubiera convertido en una bola de luz incandescente que se iba propagando por todos los rincones de la estancia, alcanzando a la sombra, despojándola de sus ropas, llenándola de color, convirtiéndola en un ser de luz que abandonaba la oscuridad.
            El pensamiento de Elena estaba dividido. Recordaba demasiado bien las enseñanzas de sus maestras, las ideas que le inculcaron desde pequeña, el odio ancestral que existía entre los dos bandos. Pero también la bombardeaban los recuerdos de aquella noche con Mario, de los años en los que habían visto a hurtadillas en el jardín, de la alegría de estar juntos.
            Y su corazón emitió un veredicto, una decisión, una que nadie podría haber esperado de aquella niña asustadiza y cálida que no mostraba la frialdad propia de los participantes de la lucha. La luminiscencia de Elena se expandió, llenando cada rincón de la Tierra, uniendo a dos bandos rivales, inundando sus corazones de luz y de esperanza, consiguiendo que las últimas palabras de la profecía cambiaran y que el odio desapareciera.
             
            ¡Feliz día!!!

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4 comentarios:

  1. Guau!! Un final inesperado, me ha encantado!! Sabes que de este relato puede salir una historia larga y compleja, ¿verdad? Pues si te decides a escribirla, yo estaré aquí para leerla.
    Gracias, Pat, por tu sonrisa, por tu optimismo constante y contagioso, y por este relato.
    8)

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  2. Hola Bea!!!! La verdad es que podría salir una buena novela, pero tengo una en marcha, además de los Cofres del Saber.... Así que ahí queda, quizás algún día recupere el relato y le de forma.... Pasa un gran día!!! Besos!!! Y gracias por estar siempre por aquí!!!!

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  3. Espero que tu niña este mejor, me a encantado la historia Pat!!!
    Y el final.... aun mas!!!!!
    Que pases un buen día amiga!!!!

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  4. Gracias Silvia!!! ¡Mi niña está mejor! Ya no tiene fiebre y la tos ha bajado,...¡Así que en una hora me voy!!!! ¡Y me pasaré toda la tarde delante de la chimenea!
    ¡Pasa un gran día Silvia!!!!

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