Un día lluvioso y la trama 35

7:47 Pat Casalà 0 Comments


            ¡Buenos días! Aunque hoy no sé si es el saludo pertinente… ¡Con la que está cayendo!!! ¡A las tres ya me ha despertado la tromba de agua incesante que se derramaba sobre las calles! Esperemos que durante el día se vaya despejando y que el caos no llegue al tránsito ni a la ciudad.
            Se acabó un puente de cuatro días en el que he estado trabajando intensamente en la corrección de la novela. ¡Ha sido genial! Como mi marido lleva de viaje desde el sábado he podido dedicarme en cuerpo y alma a mi afición favorita mientras los niños estudiaban y estaban con sus amigos. ¡En un mundo perfecto me pasaría todas las horas del día con el ordenador abierto y escribiendo! Y, aunque esta última corrección está resultando un tanto difícil, me sigue encantando la escritura.
            He dejado Los Cofres del Saber demasiados días en la recámara, así que si os parece vamos a seguir un poquito con Svet y sus desventuras, así mañana podré retomar el hilo de mis reflexiones matutinas, ¿os parece?
            … Svet se secó las lágrimas con un gesto ausente y se fue vistiendo despacio, con movimientos suaves y lentos, como si sus manos se resistieran a permitir que aquel maravilloso y sobrio vestido negro de seda se adaptara a su cuerpo como un guante y lo llenara de elegancia.
            Había pasado más de una hora desde que se había calmado un poco y había sido capaz de contarle a Eduardo los recuerdos que habían acudido a su mente. De alguna manera evocar esas escenas reprimidas durante tantos años la habían ayudado a sentirse liberada, como si el hecho de dejar de retenerlas fuera un descanso para su mente atormentada.
            Eduardo había realizado algunas llamadas telefónicas para intentar encontrar alguna pista acerca de la mujer que había escuchado Svet en la tele y que había reconocido como su hermana Fiona. En diez minutos tenían un retazo de su vida durante los últimos años, pero no hallaron nada referente a su procedencia ni a los años anteriores a su debut en televisión.
            Habían repasado juntos los recuerdos de Svet, encontrando detalles ocultos en su primera evocación. La voz de hombre que ella había escuchado junto a la de su hermana pertenecía a alguien extranjero, hablaba en un idioma que ella no conocía, arrastrando las erres de una manera un tanto especial.
            ¿Acaso Fiona había perpetrado el incendio ayudada por un amante secreto? ¿Había sido capaz de matar a toda su familia? ¿Qué la había impulsado a algo tan atroz? Svet y Eduardo habían repasado esas preguntas de manera un tanto frenética. Ella no acababa de entender cómo alguien podía llegar a tal grado de maldad y era incapaz de aceptar esa posibilidad. Pero en el fondo de su alma sabía que era cierto, que su hermana era una persona malvada, que siempre lo había sabido al encontrarse con aquellos ojos fríos como el acero cada vez que la miraba.
            Tras una conversación larga y tensa, Svet había conseguido controlar el acceso de angustia y horror que la había atrapado y se había estirado en la cama con los ojos cerrados mientras su marido se afeitaba. Esa noche tenían una cena de gala muy importante para recaudar fondos y Eduardo era la estrella invitada.
            Cuando se había sentido con fuerzas se había levantado y se había vuelto a dar una ducha rápida para deshacerse del sudor y la desazón.
            El vestido le sentaba perfecto. Realzaba su cuerpo delgado y musculado a base de horas de trabajo intenso en hospitales sin ningún tipo de comodidad ni ayuda ni  instrumentos modernos. Realzaba su pecho gracias al escote palabra de honor y destacaba la piel curtida, siempre expuesta al sol.
            Se miró al espejo para acabar de borrar las huellas del llanto y empezó a maquillarse despacio. Respiraba con lentitud, inspirando por la nariz y soltando el aire por la boca para intentar controlar la angustia que se había quedado adherida a la boca del estómago.
            Las imágenes del incendio la bombardeaban sin piedad cuando salió con su marido por la puerta del hotel y subió al taxi que les iba a llevar directamente al hotel Juan Carlos I para asistir como invitados de honor a la gala. Había algo borroso en esas imágenes, un detalle que se le escapaba, un dato que se resistía a clarear….
           
            ¡Y hasta aquí el relato de hoy! ¡Pasad un buen día!
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