Calella

9:05 Pat Casalà 0 Comments

            El tiempo no acompaña, pero ya estoy instalada, esperando a que el sol me conceda una tregua para disfrutar del aire libre, del mar, del viento acariciando mi cara cuando la lancha surca las olas con su porte erguido y elegante, de los peces nadando entre la magnificencia de los fondos que me encanta observar armada con unas gafas, buceando en una cala, refrescándome.
            ¡Este pueblo contiene tantos recuerdos! Es como si cada casa, cada recodo, cada granito de arena y cada porción de mar contuviera la conciencia elemental de mi camino hacia el ahora, como si a través de sus ojos estáticos me hubieran seguido en cada cambio, en cada sentimiento, en cada instante. Y ahora puedo leer en sus fachadas imponentes los anhelos perdidos, los amores encontrados, los días felices y otros más endebles, todos los veranos infinitos que pasé junto a amigos olvidados y otros que todavía me acompañan, algunos días fríos de invierno acompañada de mis libretas, aquellas que no sobrevivieron a la quema y que emborronaba con mis sueños infantiles, con mis mundos imaginarios y mis ideas locas, aquellas que pasito a pasito me han llevado hasta aquí, hasta este blog, hasta esta emoción intensa de plasmar mundos paralelos y darles vida en el papel.
            Ayer el sol lució entre las nubes a una hora tardía, casi cuando ya no calienta y la brisa marina levanta el vello. Bajamos a la playa para darnos un baño frío en el mar y permitir que el agua salada nos regalara una brizna de verano asida a nuestra piel. Elegimos un recodo del Port-Bo, justo delante de Les Voltes, escuchando las sardanas que se bailaban en la plaza, entre las menorquinas que desafían el paso del tiempo asentadas en la arena.
            El mar estaba en calma, era una extensión infinita de agua sin casi movimiento que rompía silenciosa en la orilla.
Me senté en la toalla y observé con alegría el pueblo que tantos recuerdos me evoca. Tenía la casa donde inicié la historia de Marta Noguera a pocos metros, frete a mi roca, aquella que durante años fue mi cómplice en la aventura de escribir, donde cada vez que podía me sentaba y creaba.
Casi podía sentir la fuerza de aquellos años de niñez y juventud en los que la energía fluía por mis dedos y llenaba los cuadernos con ideas e ilusiones. ¡Encierra tantas emociones este pueblo! ¡Tantas! Es como si al volver me azotara un vendaval de recuerdos dormidos y de repente pudiera revivir todos y cada uno de mis días pasados. Y cobran vida, acaricio los momentos pasados con una claridad que casi traspasa la barrera del tiempo, como si al levantar el brazo y extenderlo hacia adelante doblegara la línea temporal, convirtiéndome de nuevo en una niña, en una adolescente, en una chica, en una mujer,….
Por primera vez en los últimos años me acompaña un sentimiento infinito de alegría e ilusión. Haber abandonado esa obsesión de asegurar el futuro, de centrar todos mis esfuerzos en publicar y no ser capaz de ver la realidad maravillosa que se extendía tras el manto espeso de niebla que yo misma construí con gotas evaporadas de mi propia desesperación me ha llenado de una nueva vitalidad que ha destilado hasta la última partícula de ansiedad.
Y ahora, tras el escrito ñoño y cursi que os acabo de dejar con la intención implícita de haceros partícipes de las emociones que recorren mi piel, me voy a mirar de nuevo las nubes que cubren el cielo. Porque el sol sigue empeñado en esconderse tras ellas. ¡A ver si sale!
¡Un Beso! 

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Verano, ahí voy

8:22 Pat Casalà 4 Comments

              Preparada para la marcha, con las bicis sobre el coche, las maletas esperando en la entrada a que las cargue en el maletero, la casa recogida y mi marido ya embarcado en el mar para llevar la barca junto a mi padre… ¡Sólo me falta el sooooooool!!!! Puaf, que agosto nos espera, dos semanitas de playa con jersey y manta…. ¡A ver si las nubes desaparecen de una vez y puedo disfrutar de los días de descanso! Grrrrrr.
            Cada día me levanto con preguntas martilleándome el cráneo: ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Es posible que los nubarrones oscuros de hayan disuelto así sin más? ¿Estoy renunciando conscientemente a mi sueño sin desmoronarme? Pues creo que sí, que la experiencia de tener lectores por primera vez en mi vida me ha servido para sentirme realizada como escritora y, como tengo un trabajo remunerado, no necesito más (¡aunque si alguna vez alguien quiere publicar uno de los manuscritos estaré encantada!)
            La experiencia de tener agente no me ha resultado una vía directa hacia nada, lejos quedan aquellas ilusiones vanas y absurdas donde me veía llegando rápidamente a la cúspide de la lista de libros más vendidos, con colas larguísimas ante un mostrador, donde mi mano derecha aferraba el bolígrafo que se deslizaba por los miles de libros que me traían para firmar. ¡Lo mejor era imaginarme el reencuentro con amigos olvidados! ¡O con los virtuales, a los que conozco en el ciberespacio y no en persona! ¡O sentir el calor de los míos arropándome!
            La gente siempre ha sido lo más importante para mí, sentirme cerca de ellos, tener su cariño, sentir su presencia. ¡Por eso los comentarios aumentan mi ilusión! Es como si entre todos compartiéramos algo y os tuviera a mi lado siempre.
            Cuando me imaginaba las colas para firmar, siempre veía unos rostros del pasado que añoro en el presente, personas importantes en mi devenir, en mis recuerdos, en mi corazón. Siempre hay amigos que dejan huella y parece como si los años no pudieran borrar la estela de cariño que sigue pegada en tu corazón, como si fuera un camino de baldosas amarillas directa al sentimiento de amistad que una vez te unió.
            ¡Me encanta que mi yo verdadero haya vuelto a mí! Es increíblemente increíble volver a sentir la fuerza del optimismo, la energía positiva que emana de mi interior cuando pienso en reencuentros, encuentros y personas cercanas, la emoción de poder mirar hacia delante con un camino trazado que ya no me provoca frustraciones ni anhelos descarriados. ¡He aprendido a vivir sin esperar! ¡Sin estar pegada al mail constantemente! ¡Sin sentir el paso de las horas avanzando en mi interior! ¡Sin permitir que el tic-tac del reloj fuera consumiendo mi optimismo para convertirlo en un amasijo de angustia, ansiedad y desespero!
             Así que hoy os doy unas gracias tan grandes que hasta las iluminaría sobre un edificio alto con luces de neón. ¡Sois todos maravillosos! Y es un honor compartir con vosotros trocitos de mí. Pensad que sin vuestras entradas en el blog, sin vuestros comentarios, sin vuestro apoyo silencioso o ruidoso, no existirían las entradas ni nuestro relato ni nada de nada. ¡Así que un BESO para todos! ¡Y seguid ahí, por favor!
            ¡Me VOYYYYYYYY!

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La lucha de Ignacio (La trama 11)

8:18 Pat Casalà 3 Comments

            Tic-tac, tic-tac, tic-tac…. Las manecillas del reloj marcan los minutos que me separan de las vacaciones, casi puedo sentir cómo el verano se va apoderando de mí y deja atrás las responsabilidades laborales por unas semanas, acercándome al descanso, a muchas horas de relax, a un sinfín de cosas que deseo hacer,…. Aunque me queda un largo y agotador día de trabajo por delante, así que voy a acabar de escribir el post, lo voy a colgar, me voy a duchar y… ¡a trabajar!
            Mañana me voy prontito, no sé si podré colgar la entrada tan temprano o a media tarde, pero tal como prometí hace tres meses voy a escribir cada día, así que a una hora u otra colgaré algo, corto o largo, interesante o trivial, intenso o suave, pero algo, lo prometo. ¡Ah! Y no será sobre la trama, los fines de semana no sigo adelante con nuestro relato.
            He estado pensando en un título. Temgo varias propuestas: Los Cuatro Cofres Malditos, La Verdad Oculta, El Origen Escondido, La Búsqueda del Génesis. ¿Os gusta alguno? ¿Cuál? ¿Tenéis más surgencias????
            En cuanto al comentario de José Antonio de ayer, todo lo que sugiere al principio me parece perfecto, de hecho mis pasos se encaminan hacia allí, pero lo de Úrsula… en fin, que ayer cené con M. y con Senda y ambas votaron por dejar a Úrsula tal cual está. Así que, si no te sabe mal, J.A., la vamos a dejar así, ¿OK? Aunque aprecio muchísimo tus consejos y comentarios.
            Y lo de crear pestañas… ¡Pues lo dejamos para después del verano! ¡Que nadie me ha sugerido cómo hacerlo y S. se ha ofrecido cuando vuelva de vacaciones! Así que seguiremos con un poco de desorden en las entradas y en la trama. ¡Aunque a mí me gusta tenerlo todo ordenado y trabajar de manera metódica! ¡UFFFF! Por eso me van los números, los balances, la contabilidad,… ¡Así que es una experiencia nueva! ¡Y no debo preocuparme por haber creado una historia de manera un tanto caótica!
            Vamos a acabar la trama de Ignacio, ¿os parece?
            ….Ignacio se queda paralizado en medio de la habitación del hotel, es como si su mente funcionara a toda potencia y su cuerpo se hubiera quedado en un estado catatónico, inmóvil, rígido, estático. Siente las mismas emociones que Sara, la acompaña por la cueva roñosa y llena de roedores que caminan cerca de sus manoletinas y le despiertan escalofríos de asco y de tensión.
            Cuando llegan al taxi la mente de Ignacio se ha perlado con un sudor frío y resbaladizo que revela el gran esfuerzo que le supone ayudar a Sara a bloquear la amenaza de los ojos que intentan encontrarla en la oscuridad. En un rincón de su mente los ve, los percibe, los siente. Son dos esferas negras y brillantes que desafían la niebla que las rodea y se van introduciendo en su cerebro, regalándole recuerdos, instantes, imágenes de un suceso doloroso, tan doloroso que la conexión entre Ignacio y Sara se va desvaneciendo, debilitando, apagando.
            La realidad de la que ha escapado el mago durante los últimos tres años se cierne sobre él como una manada de lobos hambrientos que están dispuestos a devorar hasta la última gota de serenidad que puebla en su interior. Un conjunto de imágenes fragmentarias e inconexas le despiertan un cosquilleo interno. El fuego, las llamas, los gritos, sus manos, sus lloros, la desesperación… A medida que se suceden los efluvios de un pasado olvidado el cuerpo de Ignacio se va moviendo, retorciendo al son de los espasmos de angustia y desesperación que le provocan. Y la imagen de Sara se va fundiendo en la negrura del dolor, de la culpa, de la verdad.
            El tormento que la ha vapuleado durante sus años de fuga lo vuelve a golpear con fiereza, es como si su mente se hubiera sumido en un laberinto de angustias del que es imposible salir. En un rincón apartado sigue viendo a Sara dentro del taxi, hablando con el conductor. Escucha la conversación en susurros que van subiendo de intensidad a medida que la amenaza se va haciendo real. Ignacio percibe la mirada de aquellos ojos negros dentro del cerebro del taxista y sabe que ha le está leyendo los pensamientos, que está descifrando el destino de Sara, que la chica está en peligro.
            Lucha acérrimamente entre sus dos visiones: la desesperación y Sara, su pasado y su presente, la culpa y la necesidad de ayudar a su amiga. Cuando Sara se baja del taxi Ignacio sale del hotel con pasos largos y rápidos. Siente la amenaza sobre Sara. Las imágenes del pasado lo bombardean sin piedad, se cuelan por los recovecos de su razón, le ametrallan la determinación de auxiliar a Sara.
            El hotel está a tres calles del lugar donde ha quedado con su amiga del alma. En su interior siente los embistes de los ojos negros como si varios puñales afilados le estuvieran agujereando el cráneo. Le cuesta andar, correr, avanzar. Pero la determinación lo empuja hacia delante, recorriendo las calles a gran velocidad, acercándose a Sara.
            Ve el puño moverse a cámara lenta. Siente el dolor en la mandíbula de Sara, la sangre brotar de las encías golpeadas y del labio hinchado. El cuerpo de su amiga sale disparado hacia un lado por culpa de la inercia y él escucha el susurro del viento acompañando la caída. Gira en la última bocacalle a gran velocidad, con un dolor agudo en la cabeza que intenta obligarlo a detenerse. Pero su fuerza interior lo ayuda a seguir corriendo hacia Sara y un encapuchado que la amenaza con toda su postura y su cuerpo, alguien que a medida que Ignacio se acerca desaparece en la negrura de la noche….

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La ayuda de Ignacio (La trama 10)

8:18 Pat Casalà 2 Comments

            ¡Ya sólo me quedan dos días! Y luego… ¡Vacaciones!!!!! Espero que el tiempo cambie y me deje disfrutar del sol, el mar, la playa, la barca… ¡Y luego de la montaña! ¡Qué en verano es súper bonita y tranquila! Aunque si esto sigue así ya me veo estirada en la arena con un chubasquero y toda mojada, esperando a que el sol quiera deshacerse de la pereza que lo caracteriza últimamente para lucir impune en el cielo azul y despejado.
            Últimamente descienden los comentarios. ¿Acaso os habéis dejado atrapar por la desidia? ¡Vamos! ¡Que entre todos creamos un relato de lo más interesante! ¡Y a mí me hace una ilusión tremenda abrir el correo y encontrar un mail que anuncia un comentario! La verdad es que conocer vuestra opinión me ayuda mucho a reconducir la trama hacia unos derroteros u otros y, sobre todo, me da las pistas necesarias para saber qué está mal y en dónde fallo.
            Me encantaría abrir un par de pestañas en el blog para ordenar de una manera coherente las entradas del relato, de manera que si alguien quiere empezar de cero pueda encontrar la información necesaria entre el laberinto de entradas que hemos ido creando. Pero mis nociones de informática son un tanto limitadas. ¿Alguien puede echarme una mano? ¡S. si lees esto, acércate y ayúdame!!!! ¡Please!!!
            Vamos con el relato. Tal como están las cosas, y si esto fuera realmente una novela, habríamos escrito varios capítulos tras el prólogo. En el capítulo uno Sara despierta en su casa y empieza a recordar la muerte de su padre y todo lo concerniente con su boda con Úrsula, sus últimos días agonizando, la carta desaparecida, la incapacidad,… ¡Y al final acabaría con Sara sentada en el salón, reconociendo a Ignacio en la tele! El segundo capítulo giraría entorno a Ignacio, cuando empieza a sentir la llamada de Sara y recuerda pasajes sueltos de su amistad mientras intenta bloquear las imágenes; al final acepta tener una cita con ella a la 1.30 en el bar de siempre. El tercer capítulo debería hablar de Andrea y Eduardo, explicar la historia del incendio que la chica no recuerda y del rescate del barcelonés, quien estaba en tierras transilvanas para visitar el castillo del conde Drácula,…. ¡Este capítulo acaba con Andrea escuchando la voz de Úrsula en un programa rosa de la tele y sintiendo que esa voz le trae recuerdos de algo! El cuarto capítulo es la huída de Sara de la casa y termina con el puñetazo. Así que ahora nos tocaría encarar el quinto:
            …Ignacio está en la habitación de su hotel, sentado en un extremo de la cama, en la penumbra, solo con sus pensamientos, vestido para salir. ¿Debe acudir a la cita? ¿O quedarse para siempre oculto, tal como ha pasado los últimos tres años? Desde que un suceso traumático cambió por completo su visión de la vida ha estado escondiéndose de él mismo y de la realidad, huyendo del pasado. Así que si finalmente decide levantarse y acudir a la cita con Sara no le quedará otro remedio que enfrentarse a los recuerdos, a su realidad, aquella que no quiere asumir ni aceptar ni encarar.
            Los tres años alejado de Sara le habían servido para deshacerse de esa extraña conexión que los unía, una conexión que representa una amenaza para ambos, una amenaza que reapareció tres días atrás, cuando ella lo había visto en la tele, en la actuación que había intentado por todos los medios rechazar, pero que el destino le había impuesto como parte de su devenir.
            Se estira un segundo en la cama con los ojos cerrados, en un intento desesperado de cortar los lazos reabiertos, aquellos que le muestran un peligro que acecha a Sara. La siente aterrada, bajando unas escaleras, con unos ojos pegados a su espalda, acechándola en la oscuridad.
            Exhala un fuerte y poderoso suspiro cuando Sara se queda paralizada antes de acabar de descubrir la mirada clavada en ella. La acompaña en su camino silencioso hacia la biblioteca, con los ojos siguiéndola. Puede sentir su miedo, su angustia, su terror. Escucha el martilleo acelerado de su corazón y sus jadeos roncos en la oscuridad. La ve temblando, indecisa, con un nudo que le oprime el estómago.
            En ese instante, justo en el momento en el que Sara parece estar llegando al límite de sus fuerzas, Ignacio se levanta de golpe, cierra los ojos y permite que el puente que se cierne entre ambos se construya para que su fuerza pase a través de los muros que lo sostienen. Sara siente como todo su cuerpo se revitaliza y logra reponerse, luchando contra la mirada con la ayuda silenciosa de su amigo, bloqueando la amenaza los minutos necesarios para abrir el pasadizo entrar en él y volver a sellarlo…          
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En el taxi (la trama 9)

7:46 Pat Casalà 2 Comments

            ¡Buenos días! Mientras el reloj me acerca al día en el que empezaré las vacaciones y los días se suceden con la ilusión de poder pasar unas semanas con los míos, sin otra obligación que tomar el sol, caminar por la arena y luego disfrutar de las montañas, casi me cuesta más escribir un poquito aquí cada día. Aunque como mi cabeza decide seguir despertándome de madrugada tengo tanto tiempo para pensar en la entrada que al final no me queda otro remedio que escribirla.
            ¿Qué os parece el relato que hemos escrito hasta ahora? A mí me da la sensación de que con tanto giro está un poco desordenado, pero de eso se trata, ¿no? Es una experiencia distinta a otras, y me gusta. Casi es un reto para mí englobar los comentarios que me hacéis en la trama y darles consistencia, así tengo un punto al que ir. ¡Así que seguid comentando!
            José Antonio apuntó a la necesidad de que encontrara títulos para las entradas y que prescindiera de los números romanos. Le he dado vueltas y he decidido que haré las dos cosas, titularé las entradas, pero no renunciaré a poner el número de seguimiento de la trama. Hay gente que lee el blog una o dos veces por semana y necesita una pauta para saber el orden a seguir, así que esta vez sólo haré caso a medias, lo siento.
            …Dejamos a Sara en un taxi con destino al barrio gótico de Barcelona. La sensación de estar luchando contra la mirada que la acosa en la oscuridad le ha dejado un regusto nervioso en su interior, siente como si todos los sistemas de su cuerpo estuvieran alerta, en guardia, atentos a cualquier indicio de que el hombre misterioso que estaba con Úrsula logra llegar a ella.
            Son las doce y media de la noche de un martes de principios de diciembre. Las calles están desiertas de coches. Un frío glacial se ha apoderado de la ciudad condal, el viento azota a los pocos transeúntes que se atreven a desafiar la gélida atmósfera para caminar con los abrigos arrebujados por el exterior. En las caras enrojecidas de una pareja que espera en un semáforo Sara lee las huellas de una pelea. Siente la rabia de la chica y la ira en él. Es como si pudiera leer en ellos. Cuando el taxi se pone en marcha de nuevo se pierde esa conexión, pero entonces, en medio de un monólogo del taxista, penetra lentamente en sus pensamientos, va leyéndole la mente, descubriendo sus recuerdos y destapando sus más íntimos secretos.
            Cierra los ojos con fuerza e intenta por todos los medios a su alcance deshacerse de esa extraña sensación de que está dentro de la mente del taxista. Su cuerpo sigue alerta, en guardia y no es capaz de dominarlo. A medida que lee en el hombre, Sara siente la presencia del hombre de las escaleras en el interior de aquella mente. Unos labios se perfilan de repente, con una sonrisa irónica, y le susurran unas palabras; “te encontré”
            Cuando llega a su destino, a dos bocacalles del bar donde ha quedado con Ignacio, paga la carrera y se baja del taxi de un salto, con la necesidad de escapar, de olvidar lo que le acaba de suceder, de librarse de los pensamientos del conductor.
            Una ráfaga de aire gélido le abofetea la cara. Se enguanta las manos y se envuelve con la parka de nylon negra, larga hasta los tobillos,que llevaba ocho meses acumulando polvo en el armario perchero. La calle está desierta. Sus pasos resuenan cada vez que las manoletinas de piel negra impactan contra el suelo adoquinado de la parte antigua de la ciudad.
            La respiración se le acelera de repente, cuando otras pisadas empiezan a oírse a su espalda. Son largas, poderosas, rápidas. En ellas siente la amenaza del hombre de la escalera, llevan su firma, sus ojos clavados en la espesura de la noche, fijos en ella, convocándola en la distancia. Sara aprieta el paso, traga saliva e intenta por todos los medios a su alcance deshacerse de los roncos jadeos que se le escapan por la garganta. Los pasos se acercan cada vez más, la acosan, la persiguen.
            Ella empieza a escuchar unas palabras claras que se le introducen dentro del cerebro como si fueran dagas mortíferas lanzadas en la oscuridad: “por mucho que corras te alcanzaré”. Empieza a correr y, de repente, siente el brazo de su perseguidor en la espalda, agarrándola por el hombro y tirando de ella.
            Se da la vuelta, pero el frío golpe de un puño contra la mejilla le impide ver al autor del puñetazo. Cierra los ojos por la inercia del propio golpe. Y lo vive a cámara lenta, primero su cabeza se ladea con el impacto, luego toda la piel se retuerce hacia un lado y bambolea, entonces un reguero de sangre de desprende de su nariz y las lágrimas le humedecen el rostro…. 
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Transilvania, Vlad, Úrsula, Andrea y Eduardo........

8:22 Pat Casalà 3 Comments

            Bien. ¡Me gusta el libro que estoy leyendo! Eso es genial después de tantos que me costaban un esfuerzo. A mí leer tramas y ver series y películas me ayuda un montón a que mi cabeza siga tejiendo tramas interesantes, tanto cuando duerme como cuando está despierta.
            ¡Esta noche he soñado que me publicaban El Secreto de las Cuartetas! No os asustéis, no me ha vuelto aquella obsesión de publicar, más bien estoy convencida de que eso quizás no llegue nunca, pero mi subconsciente ha decidido concederme el placer de vivir una experiencia súper agradable por unas horas, ¡y ha decidido dejarme dormir! No es muy habitual que me despierte tan tarde, así que hoy casi no me queda tiempo para escribir.
            El sueño ha sido tan intenso que cuando me he despertado he necesitado un rato largo para decidir si todo había sido producto del estado onírico o era real como la vida misma. Al levantarme de la cama y prepararme el desayuno no he tardado en ubicarlo todo en su lugar y en olvidar las colas para firmas donde encontraba a amigos reales y virtuales con una enorme ilusión, la visión del libro en la estantería del FNAC,… ¡Pero ha estado genial! Lo que más ilusión me ha hecho ha sido darles rostro a mis amigos de la red.
            Vámonos a la historia. Deberíamos hacer un paréntesis en la trama y replantearnos otra vez la historia de Úrsula y Andrea, así como la de Eduardo. A ver qué os parece así:
            Las hermanas viven junto a su familia en una casa medio en ruinas en Transilvania, cercana al lugar donde vivió Vlad el Empalador, la figura histórica en la que se han basado las historias de Drácula. Ellas son descendientes bastardas de esa figura histórica, un antiguo miembro de una de las familias poseedoras del secreto de los cofres.
            El príncipe valquio descubrió en su niñez el cofre que su padre guardaba en un lugar secreto, siguiéndole en la oscuridad de la noche por el castillo donde vivían. Cuando la casa dormía al día siguiente leyó las palabras escondidas en el interior del cofre, eran unas palabras en un idioma extraño, costaba pronunciarlas y entenderlas, así que el chico buscó la manera de entenderlas.
            Durante una semana acudió al lugar de noche y repitió una y otra vez la obsesiva tarea de leer e intentar entender el contenido de aquella escritura que su padre había guardado con tanto celo. Era como si aquel escrito lo llamara, lo hipnotizara, lo hechizara. Soñaba en él día y noche, con una sensación interna que le despertaba cosquillas en el abdomen y una frenética necesidad de descifrarlo.
            Pasados diez días logró su cometido. De repente las letras salieron de la hoja amarillenta adquiriendo una forma tridimensional, bailando ante sus ojos con un resplandor azulado, como si de la tinta que las constituía salieran pequeñas luciérnagas. Le rodearon la cabeza formando una esfera llena de palabras nuevas, rehechas a partir de las mismas letras que poblaban desordenadas el papel. Entonces la leyó sin necesidad de verlas, era como si se hubieran impregnado en su cabeza, como si se hubieran metido en ella para formar párrafos enteros.
            A partir de ese instante se despertó en Vlad un instinto nuevo. Era como si fuera capaz de escuchar a la naturaleza, como si pudiera ver más allá de las cosas, como si pudiera comunicarse con todo el mundo sin abrir la boca. Había llegado a ver una parte del conocimiento que sus antepasados enterraron en los cofres, pero al poseer sólo una parte su cerebro no era capaz de adaptarse, por eso se crió como un niño cruel y despiadado, con unos poderes que ni dominaba ni entendía y una sed de sangre que se le despertaba al sentir la extraña fuerza que emanaba de su cerebro manipulado.
            La familia de Úrsula y Andrea no había heredado el cofre ni nada parecido, eran simples peones en una historia muy antigua, pero poseían los genes necesarios para despertar al monstruo, por eso el hombre del bar elige a Úrsula para la misión de encontrar otro de los cofres.
            Eduardo encuentra a Andrea entre las llamas porque se pierde cuando va de excursión al lugar donde vivió Vlad el Empalador. Es de noche y las llamas lo atraen, como si en aquella casa estuviera su destino.
            ¿Qué os parece mi historia?
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La trama VIII

7:40 Pat Casalà 3 Comments

            ¡Empieza la última semana antes de vacaciones! Aunque viene cargadirta de trabajo, será la última antes del descanso estival, así que voy a trabajar con más ilusión que nunca.
            Tal como os expliqué ayer he abandonado la lectura del octavo libro del Máster, se me hacía tan pesado que lo iba relegando, así que llegué a la conclusión de que más valía buscar alguno que de verdad me interese para volver a entusiasmarme con la lectura. He empezado el que me compré en el FNAC, la continuación de una serie que voy leyendo a medida que salen los volúmenes. Éste es el tercero, se llama Las Puertas del Infierno y está escrito por Michael Peinkofer. Desde que leí Trece Ronas, su primera novela, he ido siguiendo la trayectoria de este autor. Me gustó mucho La Maldición de Thot y La llama de Alejandría, los precedentes al que hoy he empezado, protagonizados por una intrépida arqueóloga de la época victoriana llamada Sara Kincaid.
            ¡No deja de ser curioso que la protagonista se llame Sara! El último de la saga lo leí hace más de ocho meses, así que no sé hasta que punto me ha influido a la hora de ponerle el nombre a nuestra protagonista. Pero no deja de ser un dato a estudiar más adelante, aunque ambas mujeres no tengan nada que ver.
            …Habíamos dejado a nuestra Sara en los pasadizos secretos que se escondían bajo la chimenea de piedra que decora el salón de la biblioteca de su casa. Son unos pasadizos escarbados en la piedra que se esconde bajo la casa construida Vallvidrera, en un lugar cercano a Barcelona.
            La galería estaba iluminada con un mecanismo eléctrico que colocó el padre de Sara cuando ella era una niña, mientras le mostraba a su hija el gran secreto que albergaba la casa de factura antigua que se alzaba en un recodo del cerro y dominaba una vista espectacular de la ciudad de Barcelona. El cableado era una instalación anticuada, constituida únicamente por un hilo eléctrico que se asentaba en las paredes y dejaba a la vista una bombilla ovalada cada metro. Se respiraba un olor rancio, el suelo estaba lleno de suciedad acumulada a lo largo de los años y los pies de Sara se encontraban constantemente con roedores que caminaban impunemente por el túnel que la muchacha recorría lo más rápido que sus piernas le permitían.
            Estaba asustada, la confrontación con el hombre que estaba con Úrsula le había despertado un hormigueo en la piel que no había desparecido, era como si todo su cuerpo acabara de levantar una coraza para impedir que él la localizara, como si ella estuviera bloqueando inconscientemente una extraña conexión en la distancia que ese hombre intentaba reestablecer.
            Avanzaba con pasos largos y nerviosos, con la respiración acelerada y la mirada puesta en el suelo irregular de roca que la conducía al pie de la ciudad, justo a la estación del metro de Vallvidrera, donde pensaba caminar hasta el Paseo de la Bonanova para encontrar un taxi que la acercara al barrio gótico.
            Era como si un animal rabioso la acechara en la lejanía, como si pudiera sentir sus pasos amortiguados por la distancia, acercándose inquietos, vigilantes. Cuando llegó a la salida accionó de nuevo el interruptor para apagar la luz y condenar los pasadizos a la negrura, tal como le había enseñado su padre cuando era una niña. El mecanismo que Jaime había instalado cerraba también la roca por donde Sara había salido al exterior, encerrando a un posible perseguidor.
            Sara tocó el dinero que se había guardado en el bolsillo antes de salir, era una pequeña fortuna que había rescatado de la caja fuerte del comedor donde sabía que Úrsula guardaba el efectivo. Los años de fingir que tomaba las pastillas le habían valido para conocer muchos de los secretos de su madrastra y la combinación de la caja fuerte era uno de ellos.
            En el taxi siguió sintiendo la amenaza del hombre de los ojos oscuros. Al cerrar los ojos veía dos pupilas marronosas en medio de una niebla espesa. Se movían en todas direcciones, buscándola con un pico de desesperación….
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Reflexión dominguera

9:18 Pat Casalà 0 Comments

            Este mes de julio está siendo bastante atípico: no hace calor, el mal tiempo es bastante usual y parece que las nubes amenazantes se han confabulado para arruinarnos la idea de playa el fin de semana. ¡Con lo que a mi me gusta tumbarme en una hamaca o en la arena! Sólo necesito un libro y sol. ¡Pero parece que no quiere salir!
            Hoy es domingo, mi único día de reflexión, un día en el que Sara, Ignacio, Úrsula, Andrea y Eduardo se quedan quistecitos y no avanzan en el blog, aunque he de decir que en mi cabeza siguen dando guerra. Pero ya os expliqué que los fines de semana las visitas descienden y no quiero acumularos trabajo. ¡Así que vamos a reflexionar! ¡Y si os perdéis el post no pasa nada! ¡Sólo pienso en voz alta!
            Mi reflexión dominguera es sencilla. El otro día José Antonio apuntaba que había superado mi crisis, aquella que un poco más y me hace abandonar el ordenador en una cuneta a la espera de que un coche le pasara por encima. Pues bien, si he de ser sincera todavía a día de hoy me pregunto cómo lo logré.
            Siempre he sido una persona optimista, por eso cada vez que recibía un rechazo por las novelas miraba más allá y veía el sí que algún día llegaría. Pero yo creo que tantos y tantos años de expectativas insatisfechas acabaron por crearme un nudo de ansiedad y deseo que debía desintegrarse antes de enfrentarme a la realidad. Por eso me desmoroné.
            Para mí es súper importante recibir comentarios que me ayuden a mejorar, por eso agradecí tanto que me dierais un toque de atención, haciéndome reflexionar en lo que se había convertido en una obsesión. Volver atrás en el tiempo, recuperar la ilusión del principio y encontrar una nueva vía para expresarme me ha ayudado a volver a ser yo, la Pat optimista, la que siempre cree que todo es posible y que todo el mundo tiene buenas intenciones. Pero sobre todo, el hecho de escribir aquí cada día y de saber que a alguien le gusta lo que hago es la mejor medicina.
            He dejado la lectura del octavo libro. Me siento incapaz de continuar con el Máster, leer por obligación mata el deseo de continuar con la lectura y eso es algo a lo que no estoy dispuesta. Mañana volveré a la biblioteca cargada con la lista, esa que ahora me pasa toneladas en las manos a pesar de estar constituida por dos folios, y buscaré algo ameno de verdad para el verano. ¡A ver si lo encuentro!!!!!
            En cuanto a La Baraja, estoy contenta con el trabajo que voy realizando. He tenido unas semanas un tanto estresantes en el trabajo, y sé que me espera una última cargadita antes de vacaciones, pero he encontrado tiempo para ir a bailar, para estar con mis hijos, para las tareas cotidianas  y para pulir un trocito de mi novela.
             Mi mente se está portando muy bien, es capaz de concentrarse en las dos historias sin problemas. Es como si tuviera un interruptor y pudiera encender la trama que quiero en un momento dado mientras la otra permanece callada. ¡Y me ha dejado dormir de una manera un tanto más relajada! Así que es genial.
            A la hora de retomar La Baraja me he dado cuenta de las carencias a las que apuntaba mi agente, así que he encarado el trabajo con un método claro y conciso: me leo un capítulo con lentitud, corrigiendo los fallos que encuentro a medida que avanzo. Al terminar lo vuelvo a leer siguiendo el mismo criterio y así sigo hasta que al leerlo no cambiaría ni una coma. Es un trabajo más lento del que estoy acostumbrada, pero vale la pena hacerlo. Hay capítulos que necesitan mucha reescritura, sin embargo hay otros que están a la altura. ¡Cuando cuelgue la entrada me voy a empezar el número once!
            ¡Feliz domingo!!!!!

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La trama VII, Úrsula y Andrea nuevamente

9:13 Pat Casalà 4 Comments

            Hoy es sábado y por norma había decidido no continuar con la trama los fines de semana, pues el volumen de visitas desciende y la mayoría de vosotros no puede leer el blog mientras disfruta de su tiempo libre. Pero por votación popular aplastante, con mensajes personales incluidos, voy a acabar con la escena de Sara.
            Primero me gustaría que repasáramos los cambios en Úrsula y en Andrea para poder continuar con la trama. Hemos decidido darles a las hermanas un perfil más internacional, un cambio en su país de origen y en su historia personal. Así que en vez de provenir del sur de España son de Rumania.
            Úrsula se crió en una casa solitaria cercana a un pueblo rural, en el seno de una familia pobre, pero feliz, con unos padres trabajadores y cuatro hermanos. En cuanto descubrió el mundo que se estaba perdiendo fuera de las fronteras de su país, a través de los programas de televisión que se sintonizaban en el único bar del pueblo donde se recibía la señal y tenían ese preciado aparato (chicos, aquí necesitaríamos hacer un poco de investigación acerca de cómo eran los pueblos rurales de Rumanía en la década de los 90), decidió que su vida no iba a transcurrir en medio de la miseria que la rodeaba.
            Corría 1996 cuando Úrsula, nacida Fiona, quemó su casa con todos los habitantes dentro. En ese año se inició un boom de inmigración en España procedente de Rumanía, por eso Úrsula decidió España como su destino. Como no tenía mucho dinero, sólo lo poco que había podido rescatar del pote donde sus padres guardaban los ahorros, viajó de polizón en un tren.
            Al llegar a Madrid empezó a trabajar en un bar de noche, haciendo de todo, guardando dinero para operarse la cara y acabar de borrar las huellas de su otro yo. Durante los primeros dos años vivió indocumentada, sin identidad, vendiendo su cuerpo y su alma para conseguir su sueño. Su físico era un buen reclamo para los clientes y en poco tiempo se forjó una reputación.
            Cuando al fin logró operarse y comprar una documentación nueva, Úrsula había cerrado un pacto con uno de sus clientes habituales para seducir a un hombre llamado Jaime, quien debía revelarle un secreto. El cliente era una persona con contactos, fue él quien la ayudó a conseguir los papeles que acreditaban su nueva identidad y quien la introdujo en la televisión. La eligió por su talento natural, un talento que la llevó a conducir un programa del corazón en pocos años y a casarse con Jaime.
            En cuanto a Andrea, Eduardo la saca de la casa en llamas por pura casualidad. El chico, un estudiante español de medicina, estaba realizando un viaje en solitario, un inter-rail. Aquella noche se había perdido tras pasar el día caminando sin rumbo por las inmediaciones de una de las estaciones de tren. Había sentido como una llamada, como si el destino lo llevara hacia la casa en llamas que divisó de pronto y lo acompañara mientras salvaba a Andrea. La chica tenía entonces diecisiete años. A partir de ese momento se forjó el vínculo entre ambos. Eduardo se la llevó a Barcelona con él y la ayudó a entrar en la universidad para sacarse el título de medicina. Al acabar la carrera ambos se apuntaron a Médicos sin Fronteras y se dedicaron a viajar a los países pobres en misión humanitaria,….
            Y vamos con Sara.
            ….La mirada del hombre la sigue, penetrante, dura, amenazante, como si quisiera constatar que por mucho que corra él la atrapará. En ese instante Sara se revela, todo su cuerpo siente una chispa, como si los órganos internos estuvieran cargados de electricidad y la bombearan a través de sus circuitos. Una fuente de confianza se va apoderando de ella, la va ayudando a apartar la amenaza, a esquivar aquellos ojos oscuros que la observan en la distancia. Y poco a poco va deshaciéndose de él, de su presencia, de su cercanía, de su intención de seguirla.
            Cuando siente que ha desaparecido la amenaza, palpa uno de los anaqueles para apretar el botón que abre la entrada a los pasadizos dentro de la chimenea de piedra que se asienta en una de las paredes. Sara no tarda ni un minuto en introducirse por el boquete y bajar las escaleras. La entrada se cierra al accionar un mecanismo interno que enciende el circuito eléctrico del recinto. Los recuerdos de su padre la bombardean de golpe mientras camina por las galerías de piedra que él le enseñó. Evoca sus consejos, sus explicaciones, sus misterios….
            ¡Feliz sábado!
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La trama VI

7:32 Pat Casalà 6 Comments

            Aquí estoy otra vez, sentada frente al ordenador a una hora temprana, y eso que ayer trasnoché un poquito. Mi hija juega en un equipo de futbol femenino y organizamos un partido madres contra niñas. ¡Fue la pirimera vez en mi vida que jugaba! Le di unas cuantas veces a la pelota, me reí bastante y corrí todo lo que pude. ¡Fue divertido! Luego nos fuimos a cenar los padres, las madres y los hijos a un restaurante al aire libre, dentro de un parque, con velitas en el camino de acceso, unas sombrillas blancas, mesas de madera y la vista de Barcelona. El cielo estaba amenazante, pero no se decidió a vaciar las nubes. Y la cena estuvo súper bien.
            Ahora nos toca hablar sobre la trama de la novela y sacar a Sara de las escaleras, ¿no? Como ayer no tuve aportaciones para cambiar la idea central del relato la voy a dejar tal cual de momento, a la espera de comentarios para variar alguna cosa. ¿OK?
            ….Bien, a Sara le quedan dos escalones para llegar al rellano. En el pasillo de arriba los pasos del hombre que estaba en la habitación de Úrsula se detienen de repente y la chica está aterrada. Si la descubren bajando las escaleras todo su mundo sufrirá un giro, Úrsula deducirá que no se toma las pastillas y la drogará por otros métodos, se quedará encerrada de por vida, sin ninguna esperanza de salir y vivir una vida normal. Las lágrimas cuajan en sus ojos y se van deslizando hacia las mejillas. Se ha quedado quieta, paralizada, expectante, a la espera de la constatación de que el hombre la ha descubierto.
            Pasa un segundo, que a ella le parece un siglo. Se tapa la boca para reprimir un jadeo que lanzan las cuerdas vocales para dejar constancia de la ansiedad que las estruja. Pasa otro segundo y otro y otro. Sara sigue quieta, aferrada a la barandilla, con las lágrimas manando sin fin, la cara contraída por el espanto y el cuerpo tembloroso. Pero en el piso de arriba no se escucha ningún sonido, ningún paso, nada que le de una pista de qué está sucediendo.
            Se arma de valor. Suspira sin hacer ruido, entrecierra los ojos y voltea la cabeza hacia arriba, para observar entre las sombras de la oscuridad. Cuando sus pestañas vuelven a abrirse y sus pupilas se acostumbran otra vez a la falta de luz, ve una silueta de hombre apostada ante su habitación, que está justo delante de las escaleras. El hombre está de espaldas, con medio cuerpo dentro del dormitorio. ¡Si corre logrará salir antes de que la vea! Pero ha de darse prisa, si el hombre entra y descubre su trampa con los cojines en la cama, ¿cuánto tardará en avisar a Úrsula?
            Sara se debate entre su necesidad de escapar y su deseo de conocer la identidad del hombre. Hay algo en su posición, en su cuerpo semioculto por la penumbra, en toda la situación que la intriga. Desde que sus ojos se han posado en él siente como si toda su piel empezara a conectarse con él, como si pudiera sentir la determinación ciega que lo empuja a mirar dentro de la habitación, la ambición contenida que emana al mirar hacia la cama ocupada por los cojines que Sara ha dejado fingiendo ser ella, su perversidad, su ira, sus ansias de poder.
            Tras unos segundos de indecisión, enganchada a esas emociones que le despierta mirar hacia la silueta, Sara desvía la mirada y se decide a descender los dos peldaños que le faltan. Lo hace de manera sigilosa, sin rozar casi el suelo, de puntillas, intentando no alertar al hombre que le ha dejado una sensación de maldad asida a su piel.
            Camina por el distribuidor evitando que los resuellos roncos de ansiedad se escapen en forma de sonido. Aprieta los labios con fricción, tensionando toda la cara. El corazón se ha convertido en un tambor en medio de una selva tropical donde los árboles le impiden ver la salida.
            Cuando llega a la puerta de la biblioteca escucha con claridad los pasos del hombre en el piso superior. Se detiene en seco, una visión extraña se apodera de su mente. Ve la figura de la silueta recortada en la penumbra, en el umbral de su habitación, sujetando la puerta entreabierta con la mano. Y reproduce sus movimientos como si estuviera mirándolo. Él se da la vuelta despacio, encarándose a la escalera. Sara descubre sus pupilas negras mirando en la oscuridad, acechando, alcanzándola en la distancia.
            Sin perder un minuto empieza a caminar de nuevo. Tiene un nudo que le oprime la boca del estómago. Siente la mirada fija en ella a pesar de que sabe que él no la puede ver. Pero la amenaza se cierne sobre ella con absoluta claridad….
            Mañana más. ¿Qué tal hasta aquí?
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La trama central y un poquito de Úrsula

7:41 Pat Casalà 4 Comments

            ¡Qué día de locos tuve ayer! ¡Suerte que la clase de baile a las 19.30 me ayudó a desestresarme! ¡Un poco más y me coge un ataque de nervios! Parecía una mujer Almodovar, jajajajaja.
            Recapitulemos, tenemos a Sara en las escaleras y una petición de José Antonio para que os explique un poco mi idea central de la historia. ¡Y también quiero hablaros de Úrsula! Ufffffff, ¡cuántas cosas!
            Empezaremos por la trama central, ¿ok? Pues bien, el padre de Sara era el descendiente de una saga de custodios de un secreto antiquísimo, un cofre que contiene las directrices para desbloquear los poderes dormidos en los hombres. Al inicio de los tiempos, cuando la humanidad iniciaba su andadura en la Tierra, nacieron unos pocos con unas capacidades muy adelantadas a su época. Eran capaces de hablar con la mente, de proyectar imágenes en tres dimensiones, como una holografía, de avanzar el tiempo o de retrasarlo, de dominar los elementos,… ¡Y tenían una conexión innata entre ellos! Era como si su piel y sus pensamientos estuvieran conectados con chips invisibles, como si cualquier movimiento, sentimiento o pensamiento de uno pudiera ser captado, sentido y pensado por los otros.
            Este grupo de personas pertenecían a cuatro familias. Lo mantuvieron en secreto, nadie de su entorno era capaz de asumir semejantes capacidades. Entre ellos intentaron averiguar qué debían hacer, así que viajaron en el tiempo hacia el futuro para descubrir cómo afrontaría la humanidad sus dones. La visión aterradora y desoladora de las futuras generaciones luchando por dominar el poder que a ellos les había sido otorgado les rompió el corazón. La evolución natural del hombre hacía que a cada generación nacieran más niños con sus capacidades, como si el destino de la raza fuera dominar todas las facultades “paranormales” que permanecían dormidas en los ancestros.
            Cuando regresaron a su época decidieron buscar la manera de frenar esa evolución. En su viaje se habían encontrado con guerras, luchas, enfrentamientos sangrientos y egoístas en un mundo cruel y despiadado. Durante cuatro décadas se dedicaron a desarrollar un método para evitar que los dones aparecieran en las generaciones venideras, condenando también a sus hijos, quienes serían los custodios del secreto.
            Escondieron en cuatro cofres el secreto de cómo habían logrado retener los avances genéticos, dividiendo la solución para evitar tentaciones. Si se lograba algún día juntar las cuatro piezas podrían leerse las instrucciones precisas para devolver la senda de la evolución real a la humanidad. Por eso decidieron separarse y convertirse en los custodios de un secreto que había roto los lazos de amistad entre cuatro familias unidas en el pasado. Los custodios debían velar por la seguridad de la raza y encontrar en el futuro los hombres que nacieran con alguno de los dones. Y debían erradicarlos.
          Una de las cuatro ramas es la que actualmente intenta encontrar los tres cofres restantes con intenciones oscuras. Quieren desarrollar ellos solos los poderes con fines lucrativos. Quieren someter a toda la humanidad bajo su yugo y ser adorados, idolatrados y temidos.
            ¿Qué tal?
            En cuanto a Úrsula, no han pasado veinte años, sino quince. Nació como Fiona en mayo de 1981. A los quince años quemó la casa familiar y se fue a Barcelona a cambiarse de vida y de cara. Obsesionada por ser una de esas personas de la tele, se pasó tres años aceptando pequeños papeles de extra en anuncios y películas mientras ejercía de camarera, sin reparar en esfuerzos para conseguir lo que quería. ¡No tenía reparos a la hora de seducir a quien la pudiera ayudar!
            En 1999 vio el anuncio de un nuevo programa en la tele, uno llamado “Encerrados” (no existe, pero es el homónimo de Gran Hermano, ¿vale?). Al haber visionado cuatro veces el anuncio del casting fue consciente de que acaba de encontrar la oportunidad que necesitaba para saltar a la fama. Logró entrar en la casa gracias a sus dotes, tanto reales como físicas.
            El hecho de lograr ganar un concurso con una audiencia impresionante le abre las puertas de la tele y de los programas rosas. Empezó a codearse con famosos, a acudir a fiestas con glamour, a internarse en el mundo que soñaba de pequeña, escondida en el bar del pueblo, mirando la pantalla de televisión. Cuando le ofrecen conducir un programa rosa ve cumplido parte de su sueño….
            ¡Esto es largísimo! ¡Mañana más! 
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La trama V

7:40 Pat Casalà 6 Comments

            Hoy me gustaría dejar constancia de algo que lleva ya varios días rondándome la cabeza, esa que siempre está pensando. Desde que inicié mi andadura por los mundos cibernéticos he conocido a un montón de gente de manera virtual con quien los lazos de la amistad se han ido estrechando a medida que pasaba el tiempo.
            Durante más de un año me aficioné a un juego del Facebook llamado Farmville. Gracias a esta afición conocí a un grupo de granjeros fantásticos con los que hemos acabado celebrando un par de cenas al año. Creamos el grupo a partir de cuatro personas que nos conocíamos y jugábamos para conseguir más vecinos. A partir de ahí cada una de nosotras aportó a los conocidos que jugaban y el grupo empezó a crecer y crecer.
            Las primeras cenas eran en plan: “tú eres…”. Era increíble reconocer a las personas por una foto y por los chats que habías compartido sin conocerlos personalmente. Ahora que ya casi ninguno juega al FV seguimos viéndonos en cenas y es genial haber encontrado un grupo de personas tan divertidas a partir de la red.
            En el blog también he encontrado a amigos irrepetibles. Algunos los he perdido por el camino y otros siguen presentes en todo momento. ¡No sabéis la ilusión que me hace saber que de aquí pueden salir amistades! Mi mundo, el de la escritura, es un tanto solitario y nunca lo había compartido con nadie, así que saber que no estás sola es genial. Y contar con una cantidad fija de lectores diarios es algo que todavía ahora me sorprende. Y encontrarme los comentarios de personas geniales, que tienen ganas de colaborar y aportar su granito de arena, me encanta y me hace súper feliz. ¡Así que gracias por estar ahí!
            Me voy a dejar de cursilerías y voy a seguir con la trama:
            …. Los últimos tres días, mientras intentaba establecer el contacto con Ignacio, Sara ha trazado un plan de huida que parece viable. Sabe que no puede llevarse demasiadas cosas con ella aparte de lo que quepa en un bolso de mano, así que hace una lista mental de los pocos recuerdos que desea conservar: una foto de sus padres, su cajita de joyas, el reloj de su padre, el Mont Blanc que le regaló Jaime por su doceavo cumpleaños y su libreta de poemas.
            Cuado cae la noche cena como siempre y se deja conducir a su habitación a la hora habitual. Las luces de la casa se cierran, sólo queda encendida la de la habitación de Úrsula. Sara espera pacientemente a que el reloj de la mesilla de noche marque las doce en punto. A esa hora su madrastra suele estar durmiendo para preservar el cutis de arrugas. Pero esa noche es especial. En el curato de Úrsula se escuchan los cuchicheos de dos personas.
            Sara camina por el pasillo con un nudo en el estómago, ha dejado los cojines formando un bulto en la cama para fingir que ella sigue allí, pero el miedo a ser descubierta le dispara un cosquilleo incesante en el abdomen, como si varios gusanos deambularan por sus tripas. Camina de puntillas, con las bambas en la mano y la parka puesta, pasando un calor de mil demonios.
            En la habitación de Úrsula hay un hombre. A medida que avanza hacia las escaleras que conectan con el piso de abajo, Sara es más consciente de las palabras susurrantes que salen de la alcoba de su madrastra. Y está completamente segura de que hay un hombre con ella. ¿Quién será?
            Baja las escaleras despacio, agarrándose a la barandilla para pisar la madera con sigilo, casi rozándola. Cuando está a punto de llegar abajo la puerta de Úrsula se abre e ilumina la penumbra del pasillo del piso superior. El corazón de Sara se acelera cuando escucha los ruidos amortiguados de unas suelas de goma avanzar por el pasillo. Traga una ingente cantidad de saliva, se agarra más fuerte a la barandilla y desciende uno, dos, tres escalones… ¡Le quedan tres! ¡Y los pasos están a punto de llegar al descansillo que precede la escalera!
            Los ojos se le humedecen, sabe que no lo logrará. La fricción de dos pasos más en el piso superior casi le arrancan un grito de angustia. Sus respiraciones son entrecortadas y roncas, casi silbantes. Resuella debido a la ansiedad. Baja otro escalón, los pasos se acercan. Consigue descender otro peldaño. Y los pasos se paran de repente. ¿La habrá descubierto?....
  
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La trama IV

7:41 Pat Casalà 6 Comments

            ¡Vaya tormenta ha caído en Barcelona a las seis de la mañana! ¡Increíble! ¡Parecía que el cielo fuera a derrumbarse! A mí, que un simple ruidito me despierta, no os podéis ni imaginar cómo me afectan los truenos y el sonido de la tempestad. Las gotas eran un torrente incesante de ruido, todas muy juntas, muy fuertes, muy seguidas. Impactaban contra el suelo produciendo un estruendo implacable, como prueba irrefutable de que las nubes se deshinchaban al son de los truenos y los relámpagos que la persiana bajada no me dejaba contemplar.  
            ¡Yo quiero que vuelva el verano! El sol, la playa, la piscina….
            Estoy con la octava lectura del Máster propuesto por mi agente. El libro se llama El Asesino Ciego y su autora es Margaret Atwood. Había puesto muchas esperanzas en este libro. Pues su título se acerca a lo que yo leo normalmente, pero aunque no me desagrada del todo, tiene muy poco de novela negra, por eso avanzo tan despacio. Cuando lo acabe haré un Kit-Kat y me leeré el que me compré, ¡ya os contaré!
            Vamos con la trama:
            ….Sara está decidida a escapar de la casa de su padre donde Úrsula la tiene encerrada. Desde que vio de nuevo a Ignacio en la tele no para de pensar en él, como si la cuerda invisible que los unía en el pasado se hubiera vuelto a anudar y volviera a conectarlos en la distancia.
            En la tele constató que los cinco años que han pasado desde que su amigo desapareció le han pasado factura y la imagen que le devolvía se apartaba mucho de su aspecto infantil. Si Sara no lo hubiera conocido tan bien jamás lo hubiera reconocido. El maquillaje ocultaba su rostro fresco de antaño con una palidez casi extrema, con unas bolsas amoratadas bajo los ojos encendidos en el fulgor de la actuación, como si el muchacho risueño y alegre de antaño se hubiera fundido.
         Los recuerdos van tomando forma en la mente de la muchacha, todos los años compartidos, sus escapadas nocturnas, sus juegos, sus confidencias. Sara siempre supo que Ignacio tenía un secreto, algo que en algún momento de su vida lo alcanzaría. Lo sentía la tenerlo cerca, al leer en sus ojos y descubrir un lado oscuro e inerte que latía despacio en un rincón de su alma, esperando, acechando en la sombra, preparado para tomar fuerza en el momento preciso.
        Sara busca información acerca del Magus Ignio a través de la red por las noches, cuando su madrastra duerme y toda la casa piensa que ella está bajo los efectos de los sedantes. Descubre que Ignacio ha actuado por medio mundo, que sus actuaciones son famosas y que estará en Barcelona sólo cinco días. Le quedan tres.
            De pequeños podían hablar de manera telepática, así que ella intenta por todos los medios establecer contacto con él. Cierra los ojos y se concentra en el rostro fantasmagórico del escenario, suplicándole que la salve, que se reúna con ella en el bar donde solían ir a tomar un helado. Tarda tres días en recibir una contestación atormentada y entrecortada, tras múltiples negativas. Ignacio le dice:
            -Esta noche a la una, en el bar de siempre.
          Paralelamente tenemos a Andrea y a Eduardo que han vuelto a Barcelona a pasar una semana. Ella lleva seis años siguiendo de cerca la trayectoria de Úrsula, desde que un día su voz le llamó la atención frente al televisor. Úrsula es una presentadora de éxito de un programa rosa que lleva emitiéndose diez años, tres antes de que se casara con Jaime, el padre de Sara.
          Andrea no sabe qué esconde esa voz, pero cada vez que la oye regresa al momento en el que su casa ardió con toda su familia dentro. Entonces vuelve a estar envuelta en un humo asfixiante que se cuela por su nariz y le abrasa la tráquea. Ve las llamas arrasar el comedor, donde ella está estirada tras lo que queda del sofá ardiente. Siente las manos de Eduardo arrastrarla hasta el exterior mientras ella patalea y se revela, con el recuerdo efímero de los gritos desgarradores de sus familiares que ya han cesado, que se han apagado, que se han extinguido junto a sus vidas,…
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La trama III

7:53 Pat Casalà 4 Comments

            Tras dos días de reflexiones, voy a seguir escribiendo sobre la trama que nos ocupa.
            …. Ignacio está en su camerino, acaba de representar la última función de la temporada en Barcelona y está enrarecido, agobiado, como si algo le rondara por la cabeza y no lograra saber qué es. En sus múltiples giras por el mundo, pisando escenario tras escenario, Ignacio siempre ha sido feliz, es como si ante el público todo él se transformara en otra persona y sus miedos, sus angustias y sus traumas se fundieran con el clamor de las personas que lo corean y lo aplauden.
            Pero sus viajes a Barcelona siempre lo ponen nervioso. Ahí su vida cambió de una manera implacable a los quince años. En esa ciudad perdió a su familia, a su amiga del alma y toda una vida plagada de mentiras y trampas. Barcelona fue el lugar donde su devenir sufrió una catarsis, donde inició su nueva andadura y dejó todo un mundo atrás, donde se transformó en Magus Ignio y abandonó a Ignacio. Barcelona esconde el secreto que lo obligó a cambiar, a buscar una salida, a pasarse la vida escapando.
         Se mira al espejo con las manos llenas de crema desmaquillante para deshacerse de los restos de pintura negra que ensombrecen un poco más sus ojeras para resaltar el aspecto fantasmagórico que presenta en el escenario. Se mira y no puede encarar la imagen que le devuelve el cristal, es como si su pasado quisiera atraparlo de golpe, como si la amistad que había abandonado lo llamara, clamara su presencia, lo instara a buscarla con urgencia.
           Esta visión en el espejo, con su cara de antaño acompañada de Sara, medio borrosa entre unas rayas difuminadas parecidas al codificado de un canal de pago, aparece hace tres días, desde que en medio de su actuación en un programa de variedades el susurro impertinente de la voz de su amiga lo instó a acudir a una cita. Las palabras entrecortadas de Sara le habían  llegado medio apagadas, como el murmullo de un río que discurre a kilómetros de distancia, pero anuncia su presencia con el discurrir de sus aguas por un cauce invisible.
           Cierra los ojos con saña, evitando ver, sentir y, sobre todo, recordar. Pero cada vez que sus ojos disipan el mundo que lo envuelve e intenta hacer desaparecer la escena del espejo, Sara ocupa la negrura de su mente. Está demacrada, con la cara pálida y enferma, los labios pintados con un rojo que casi duele en su rostro lúgubre, ojeroso, triste. Los ojos están apagados, sin luz, como si se hubiera fundido la bombilla que los iluminaba y ahora sólo pudieran mostrar un mundo extinto.
            Durante diez minutos Ignacio intenta con todas sus fuerzas aplacar la imagen, deshacerse de ella, hacerla desaparecer, pero esta vez no puede, los murmullos de Sara empiezan a subir de intensidad, adquiriendo una tonalidad fría y real que envuelve todo el camerino, como si saliera de unos altavoces instalados en la pared. Ignacio se revela, se levanta, patalea, se golpea la cabeza con la mano y le suplica a su amiga que desaparezca. Sin embargo la voz enfila en unos gritos desgarrados, fuertes, rozando la desesperación.
               -Ven a buscarme al bar de siempre, te necesito…. 
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Domingo

10:36 Pat Casalà 0 Comments

            ¡Qué día tan feo! Aquí en las montañas se ha despertado nublado y un tanto amenazante, aunque el tiempo puede cambiar de un momento a otro y abrirse algún claro (¡eso espero!).
        La tranquilidad que se respira en esta casa, mientras toda mi familia reunida de nuevo duerme confortablemente en sus camas del piso superior, es algo que me despierta nostalgia los días ruidosos y estresantes en la ciudad. Aquí no hay coches ni bocinazos ni chillidos… por no haber este fin de semana no hay ni vecinos (a excepción de los de la casa de al lado que son franceses y viven todo el año).
            Quizás lo peor de esta época es la legión de moscas que se empeñan en entrar en casa y revolotear sobre mí todo el rato. Mi marido y mis hijos siempre se arman con un matamoscas por método de aplaste de color verde y se dedican a perseguirlas con fricción. Yo me limito a espantarlas con la mano y a rociar la casa con spray insecticida cada vez que nos vamos. ¡No sabéis cómo les gusta la luz de la pantalla!
            Incluso con moscas, este año voy a echar de menos los quince días que pasaba aquí con mis hijos el mes de julio durante los dos años que me pasé buscando trabajo, aunque haberlo encontrado es fantástico. Esas dos semanas de soledad en la casa las aprovechaba al máximo para escribir. Mientras los niños se pasaban la mañana en el casal de Llívia pasándoselo en grande, yo me sentaba en mi sillón (el mismo que siempre os explico) y tecleaba. Durante cuatro horas seguidas era lo único que hacía. Y estaba sola, porque los franceses todavía no se habían instalado.
            Al mediodía, después de recogerlos y comer en la mesa del pequeño jardín, nos íbamos a la piscina de Err a bañarnos y tomar el sol. Esas dos horas las empleaba en leer estirada en la hamaca, mientras mi cuerpo se bronceaba y los niños se bañaban o se tiraban por el tobogán súper chulo que hay.
            Y por la tarde, vuelta a escribir. Nos íbamos los tres en bici al lecho de un río que hay cerca del Parc de Sant Guillem, en Llívia, y mientras mis hijos se calzaban con unos zapatos de goma y se pasaban las horas cazando ranas en el agua, yo seguía tecleando, creando, dando vida a los personajes y a las historias.
            ¡Cómo lo voy a echar de menos! Aunque las ventajas de haber encontrado trabajo son innumerables y superan con creces la  morriña.           
            Estoy leyendo el octavo libro de la lista…. ¡No sabéis cómo me cuesta! Tal como decía José Antonio, leer por obligación puede resultar tedioso y más cuando entrar en la trama te resulta dificilísimo, porque la escritura en sí es tan densa y llena de descripciones que frena el desarrollo de una posible acción trepidante.
            El viernes me fui al FNAC a comprar los cuadernos de verano para mi hija. Tenía un vale de descuento y cuando fui a pagar la cajera me advirtió de que iba a perder seis euros si no compraba algo más. Y esa fue la señal que necesité para volver a la sección de libros de bolsillo y agarrar uno al que ya le había pegado el ojo. ¡Y lo compré! ¡Uno de los que a  mí me gustan!
            Si las lecturas del Máster siguen costándome tantísimo voy a ir intercalando alguno de los libros que yo me leo en dos o tres días porque me enganchan, de manera que no pierda el gusto por la lectura (os prometo que después de tantos volúmenes sin trama me voy desinflando).
            Paralelamente he ido puliendo algunos de los capítulos de La Baraja. Lo voy haciendo despacio, leyéndomelos un montón de veces a velocidad de crucero, buscando los fallos y la manera de mejorarlos. Luego los dejo reposar un par de días y los vuelvo a leer, hasta que me parece que ya no necesito cambiar ni una coma. ¡A ver si esta vez voy bien!
Mañana seguiré con la trama que nos ocupa. La experiencia de crear a trozos, ayudada por los que os decidís a comentar, me está resultando muy gratificante. En el blog no necesito corrección ni pulido, sólo imaginación, ¡y me encanta!
            Bsssss.

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¡Ojalá siga así!

7:56 Pat Casalà 2 Comments

               Buenos días. Se presenta un día intenso y cargado de emociones. ¡Voy a buscar a mis hijos! Parece mentira, pero dos semanas sin verlos y los echo tanto de menos que hasta siento cosquillas en el estómago de la ilusión que me hace pensar en tenerlos otra vez en casa. ¡Y eso que dos días después pienso que necesito vacaciones!
                He decidido que el fin de semana me tomaré un descanso en cuanto a la trama. La tengo en la cabeza y podría dejar constancia de mis ideas, pero la falta de afluencia en el blog los sábados y los domingos me hace sospechar que la mayoría dedicáis las horas a descansar, a ir a la playa, a pasear, de excursión o a estar con los vuestros, algo necesario y reconfortante. Así que esperaremos al lunes para proseguir con las vicisitudes de Sara, Ignacio, Andrea, Eduardo y Úrsula. ¿OK?
                Estos últimos días me ha dado por reflexionar acerca de todo lo que he vivido hasta ahora en relación con el mundo de la escritura. He llegado a un punto donde el equilibrio entre mis deseos y la realidad consigue no despertar aquella ansiedad con la que encaraba el reto desde el principio, y sólo espero que esta percepción no me abandone.
                Es difícil entender la realidad cuando lo que consume tu vida es la necesidad de dar rienda suelta a la imaginación que no cesa de bombardearte a todas horas, como si necesitara escapar de tu cabeza por alguna vía. Ha habido momentos en mi vida que incluso era capaz de trasladarme con a los lugares imaginarios y vivir una experiencia de fuerte contenido emocional sin moverme del sitio. ¡Una vez me pasó yendo en moto y cuando volví al presente había llegado a mi destino!
                Mis relatos, todos los que mi mente teje sin detenerse, casi son imágenes sólidas proyectadas al exterior. Yo puedo sentirlos, olerlos, vivirlos, tocarlos. Es como si toda su esencia se representara para mí y creara una dimensión que convive paralela con la mía. Por eso cuando me siento delante del ordenador con una idea, un título y un final, la historia surge de mis dedos como si fuera una escritura automática, como si mi espíritu tomara posesión de mis dedos y la pantalla se llenara con las ideas que fluyen de repente, como un geiser oculto que explosiona sin fin.
                Por eso al principio, cuando escribí las tres primeras novelas en dos años y medio, cuando no me paré a pensar en lo que hacía porque todo era anhelo y necesidad de compartir con el papel años y años de creación interior y silenciosa, todo cuanto veía era la meta, aquella que me llevaría a cumplir los sueños infantiles que se habían escurrido por una alcantarilla cuando había aceptado que lo mío eran las matemáticas y no las letras.
                Ahora lo veo distinto. Siento que lo importante es disfrutar del proceso, aprender sin perder la sonrisa y no imponerse un horario y una disciplina. Trabajo mucho menos (antes lo hacía cuatro horas diarias de lunes a domingo, sin descanso), me he sacado de la mente esa obsesión de publicar y estoy feliz con el blog y con la corrección.
                Paralelamente a nuestro relato estoy reconstruyendo las páginas de La Baraja. Me pierdo también en los mundos de Pamela Casas, su hermana Sofía y su madre, María. Vuelvo a dar consistencia al personaje de Hugo Sánchez y me engancho de nuevo a las vivencias de Eudora Estava, la abuela de Pam. ¡Y me encanta! Es como si el hecho de estar con la mente ocupada en nuestro relato común me acercara a mis otros personajes y por fin hubiera encontrado el camino para estabilizar mis emociones.
                ¡Espero seguir así mucho tiempo! ¡Feliz sábado!!!!

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La trama II

7:54 Pat Casalà 5 Comments

                  El día se ha despertado bastante despejado. Hoy mi marido cumple 42 años, los mismos que han pasado desde que el hombre llegó a la luna. Siempre hemos comentado este hecho como algo divertido, ahora pienso que estaría bien descubrir a qué hora nació, por eso de ver si encima las dos cosas fueron simultáneas. ¿Cuánta gente puede presumir de haber nacido en un momento tan singular? Aunque sé que no lee el blog, nadie de mi familia lo hace, desde aquí le mando una enorme felicitación.
                Al principio, cuando me decidí a arrinconar los complejos y me puse a escribir, mi padre y mi hermana se leían las novelas a trozos, a medida que avanzaba. Después me quedé sola con mi ordenador. Durante cinco años las únicas personas que me han leído han sido mi amiga Rosa, mi agente y alguna persona que en momentos puntales se interesaba por las novelas.
                Gracias por no permitir que la desertificación siga avanzando a pasos agigantados y devore la naturaleza poco a poco. ¡Es genial encontrar varios oasis en la arena asfixiante y solitaria! ¡Así que un beso para todos vosotros! Y otro por los que leen y no comentan. No os puedo engañar, la finalidad de escribir es que alguien te lea, sino te ahogas en tus letras.
                Vamos a seguir con nuestro relato. Hemos presentado la historia de Sara, de Úrsula y de Andrea y Eduardo. ¡Nos queda nuestro magnífico mago! ¡Ignacio, el Magus Ignio! ¡Quien domina el fuego y los juegos de manos!
                ….Desde que despertó a la realidad Sara está indecisa acerca de qué ha de hacer. A pesar de conocer la existencia de unos pasadizos secretos que la pueden llevar al exterior para encontrar la libertad, ella decide hacer ver que sigue bajo los efectos de las drogas que le proporciona Úrsula para investigarla. Sara sospecha que Úrsula esconde algo y que conoce parte del secreto de su padre que ella no puede ni imaginar.
                Un día, sentada enfrente de la tele, con la bandeja de la cena a medio consumir sobre sus rodillas, la pastilla de la noche escondida en el bolsillo para ser desechada en el lavabo más tarde y la mirada fija en la pantalla, Sara reconoce al mago que está realizando sus trucos en un programa de variedades. ¡Es Ignacio! ¡Su gran amigo de la infancia que desapareció sin decir nada!
                Recuerda entonces la relación extraña y perfecta que los unía, aquella conexión que iba más allá de la racionalidad, como si fueran dos almas gemelas que se compenetraran más allá de los gestos y las palabras. Cuando uno pensaba, el otro entendía. Cuando uno estaba triste, el otro lloraba. Cuando uno estaba feliz, el otro reía. Daba igual que los separaran muros, kilómetros o ciudades, poseían una clase de empatía inexplicable.
                Cuando Ignacio desapareció de su vida de la noche a la mañana, Sara tardó varios meses en reencontrar su camino, pues la conexión se rompió de repente. Tras la muerte prematura e inexplicable de su madre cuando ella tenía once años, Ignacio había sido su único apoyo, su único amigo. Ella se había pasado su niñez rehuyendo a los demás, evitando congeniar con nadie, con un carácter cerrado, huraño y un tanto frío. Pero con Ignacio todo era diferente, él era parte de su mundo, parte de su ser, parte de ella misma. Con él sentía cariño, afecto, ilusión. Y a su lado logró lidiar con la tristeza que arrastraba su padre y ella misma, con la oscuridad que impregnaba la mansión donde todas las estancias recordaban la presencia de su madre, donde su padre tardó varios años en borrar las huellas de la mujer de su vida y en volver a sonreír.
                Al ver a Ignacio en la televisión, con su larga melena rizada recogida en una cola, sus manos pálidas hechizando al público, sus ojos brillantes clamando su cercanía, Sara empieza a sentirse encerrada, como si le faltara el aire. Siente la opresión de su madrastra como un dolor que recorre sus entrañas y la insta a salir, a buscar el secreto de su padre, a escapar del mundo opaco donde moran sus esperanzas,….
               


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La trama I

8:27 Pat Casalà 8 Comments

                Buenos y maravillosos días. A pesar de que el desierto sigue imperturbable, con la presencia de un solo oasis (JA), aquí me tenéis de nuevo, dispuesta a hacer lo que más ilusión me hace: escribir un poquito cada mañana. ¡Así no pierdo el ritmo!
                Ayer por la noche tuve una cena inmejorable, en una terracita para aprovechar la perfecta noche de verano, con una compañía divertida, interesante y entretenida y una gran dosis de risas, anécdotas y buena comida. ¡Qué más se puede pedir! ¡Me lo pasé genial!
                José Antonio, tengo los dedos cruzados por ti y no los pienso descruzar hasta el quince o el veinte de setiembre, ya verás que para entonces tendrás grandes noticias y lo podremos celebrar. He estado pensando en lo de la trama, dándole algunas vueltas, y tengo algunas propuestas. Voy a escribir una aquí abajo, a ver qué sale.
                La historia se inicia con la caída de la pastilla de Sara y su despertar a la realidad que la envuelve. Lleva siete meses apartada en casa de sus padres, drogada y declarada enajenada mental por su madrastra. Las preguntas empiezan a deambular por su cabeza embotada por la medicación, recuerda el entierro de su padre, las largas jornadas velándolo, las palabras extrañas que él le susurraba al amparo de la noche, sin descifrar un misterio que lo había acompañado hasta la tumba.
                Sara recibe una carta del abogado de la familia en la lectura del testamento, justo antes de que Úrsula, su madrastra, inicie con su plan maquiavélico. Durante la agonía de su padre, Jaime, Sara piensa que esas palabras sin sentido son un reflejo de su enfermedad, pero la carta le desvela algo: su padre escondía un secreto que se lee entre líneas, es como si a través de un texto de aparente despedida se encontrara escondido un misterio de enormes proporciones, algo que mucha gente busca desesperadamente.
                Úrsula le roba la carta una noche mientras su hijastra duerme. Le consume la desazón de haber acabado con la vida de Jaime sin lograr averiguar lo que necesita para conseguir un puesto importante en el nuevo orden mundial que la organización secreta a la que pertenece intenta imponer. No comprende qué pasó, porqué la dosis de veneno que iba dándole a Jaime para torturarle en silencio se incrementó de repente hasta consumirlo. ¡Ella lo quería vivo y sufriendo! A partir de ahí empieza a drogar a Sara en busca de sus conocimientos, le suministra sueros de la verdad, la interroga, la asedia en silencio e intenta por todos los medios que la chica desvele el secreto de Jaime.
                  Pero la realidad es que Sara desconoce del todo el fin de la carta de su padre, una carta que desapareció misteriosamente de su cajón para no volver a aparecer, pero que ella recuerda sin fisuras, no en vano tiene memoria fotográfica. Ella sólo tiene sospechas, indicios, palabras inconexas y un texto que le despierta un sexto sentido. No puede recomponer las piezas del rompecabezas y Úrsula se desespera.
                Paralelamente a esta historia vemos la vida de Andrea y Eduardo, una pareja de médicos sin fronteras que se pasa la vida ayudando a los demás, viajando de país en país, ofreciendo sus servicios humanitarios y sintiéndose felices. Un día en un hotel de Barcelona Andrea escucha la voz de Úrsula, la presentadora de un espacio roda de la televisión local. Los recuerdos perdidos de su infancia truncada regresan a ella de golpe y empieza a escarbar en su baúl de los recuerdos en busca de lo que provoca aquella sensación de angustia en su interior….
                ¡Mañana sigo! ¿Qué tal hasta aquí????


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